Ángel Músico. 1518
Giovanni Battista di Jacopo, llamado Rosso Fiorentino (1494-1540)
He
contemplado los drapeados
de
Angolo Bronzino y las alas
encarnadas
de los putti del laúd.
No he
sufrido aún el síndrome
de
Stendhal ni he vertido lágrimas
con los
silencios de Scarlatti,
porque
este cielo es generoso
y me
protege con el viento del sur
con su
amanecer vibrante.
El
músculo vigoroso del mármol
y la
fuerte terribilità amenazan
la mirada de este hombre que anhela,
pero el
fruto del mirabolano
y el
rojo encendido de las cerezas
me han asistido con su dulzura.
Sabes me cuesta seguirte. Pero marcas el sendero; voy detrás tuyo. Salut
ResponderEliminarMiquel tu ya conoces el sendero, yo soy conductor de muy poquitas cosas.
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La dicha, aunque efímera, produce frescas manzanas, precioso poema, Francesc.
ResponderEliminarSalud
Amigo Manuel, la naturaleza, aunque no tenga ninguna finalidad, generosamente nos propociona algunos frutos.
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El fruto del mirabolano.
ResponderEliminarCaramba, Francesc, tu poesía nos lleva de la mano al jardín de las Hespérides. Qué sosiego leerte.
Abrazo
Querida Amaltea, en el Baix Llobregat y una parte del Penedés, entre Martorell y Sant Sadurní, se da una clase de mirabolano muy dulce. Qué sosiego una tarde de calma degustando estos frutos tan sabrosos.
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Espléndido, excelente, precioso
ResponderEliminarKova
Amiga Kova ¿a ver si me haces pensar que las gentes del norte son también exageradas? ji, ji, agradezco mucho tu comentario y celebro que te haya gustado esta reflexión sobre la belleza.
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como puedes ser crítico y a la vez, desbrozar las ternezas que esconde la vida?
ResponderEliminarsalut amic
Mi admirado Omar, la belleza nos presenta su faz terrible, procuro andar con tiento.
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Me quedo con este trocito que me ha encantado!:."el rojo encendido de las cerezas me han asistido con dulzura".
ResponderEliminarQue ricos son estos frutos!
Saludos feliz fín de semana.
Querida Bertha, a veces un simple toque de dulzura, el sabor jugoso de unas cerezas, pueden salvarnos de la acometida de la belleza.
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