El mar de otoño. Emil Nolde
Conducía sus pasos siguiendo el ardiente estrépito
de un faro de luz equívoca, que poco a poco se iba
apagando bajo las sombras.
Se dejaba llevar por la voz de los poetas románticos
que obsesionados mataron la pasión del claro
de luna y las quimeras.
El caminante vagaba de los tilos hasta el borde
rocoso de las breñas, y buscando más allá del horizonte
lanzaba su mirada al mar.
Alguna nave ingrávida de velas inconstantes
desaparecía por la línea lejana de siroco
a resguardo de la noche.
Los versos de la oscuridad invocaban leyendas
de caballeros rampantes y de guerras verídicas
en el mar de Citerea.
El caminante también hubiese cambiado
su anhelo de libertad por una brizna de belleza
y por un momento de placer.
Sí, en el acantilado las olas abrasivas del mar
disgregan las rocas y todas las geologías
del grito y la memoria.
Y todo lo que es bello y todo lo que es pasión
se convierte, a los pies del caminante, en un estropicio
de crisantemos morados.
Suena bien, muy bien...
ResponderEliminarMiquel, es uno de esos paseos por el borde del acantilado.
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Me gusta mucho este inusitado final, Francesc, que es comoun suicidio de flores de esos que encontramso de vez en cuando por la calle. Precioso poema, sí.
ResponderEliminarUn abrazo
Manuel
Manuel, las dos últimas estrofas son una fractura en los pasos del caminante, tengo mis dudas en cuanto a que esta fractura seda demasiado marcada.
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Muy hermoso señor Frabcesc. Sabe usted dar bellos regalos a los ojos que visitan su entorno.
ResponderEliminarEl caminante también hubiese cambiado
su anhelo de libertad por una brizna de belleza
y por un momento de placer.
Abrazo bien fuerte.
Andri Alba.
Gracias Andri. Muchos hubiesen vendido su libertad por embarcarse hacia la isla de Citherea.
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Preciosa esta prosa... pero este cuadro tan distorsionado se presta a ver todo de una forma caótica.
ResponderEliminarSaludos.
Querida Bertha, estas son las aguas caóticas que amenazan los pasos del caminante.
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¿Un abismo o una bacanal?.
ResponderEliminarAmigo Dapazzi, aunque sería mejor lo segundo, el caso es que ante la mirada del caminante se abre un abismo.
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