Siempre que hablo de Gaudí lo
hago refiriéndome a la concepción estructural de su arquitectura. La estructura
define el espacio arquitectónico y hablar de la obra de Gaudí es hablar de
estructura, de cálculo -de cálculo gráfico, no analítico ni informático-, de
sistemas vectoriales, de polígonos funiculares, de aplicación de fuerzas y de su
traslación a la piedra, de estereotomía, es decir del corte de la piedra.
Al principio de mis estudios
de arquitectura tuve el placer de encontrarme con profesores que aún nos
enseñaban los antiguos métodos del cálculo gráfico. Dibujábamos las fuerzas,
trazábamos polígonos funiculares para determinar la intensidad y el sentido de
los empujes, dibujábamos polígonos de Stevin y sistemas de Cross para hallar
las resultantes. Con estos métodos, siguiendo la dirección de las fuerzas
dibujadas sobre el papel ya veías cómo iban a ser los pilares y las vigas. Ya
íbamos definiendo el espacio arquitectónico.
Pero para evitar meterme en
marañas de estructuras voy a referirme al sentido formal y estilístico que
subyace en la obra de Gaudí.
Nos encontramos en plena
efervescencia del Modernisme, cuando la Renaixença ya había apuntado un
bosquejo de nación, había trazado sus límites físicos, históricos y
espirituales. Buenaventura Carles Aribau había compuesto su Oda a la Pàtria,
Valentí Almirall había convocado el Congrès Catalanista y Verdaguer sentaba las
bases de una lírica popular que acercaba el sentimiento catalanista a todas las
capas sociales.
En este caldo de cultivo, la
Cataluña de la segunda mitad del siglo XIX anduvo buscando un pasado épico, una
epopeya nacional donde asentar sus cimientos heroicos.
Todos los pueblos que tienen
una vocación genuina y diferenciada de nación, han buscado unos orígenes más o
menos míticos, más o menos heroicos y a partir de ellos han cimentado su
historia. Es el caso de las epopeyas de Homero para la Grecia clásica, la
fundación de Roma por Rómulo y Remo, y en España se removió la historia para
encontrar en el Cantar del Mío Cid una epopeya caballeresca o quizás más
antiguamente las andanzas del pastor Viriato que con la honda en ristre se
enfrentaba al Imperio Romano.
En Cataluña, se hizo también.
Se indagó en un pasado medieval, en canciones de trovadores, en leyendas de
condes, Guifrè el Pilós, el conde Arnau, etc., se recurrió a las gestas de
santos y guerreros y se situó la epopeya nacional en la edad media, momento en
que nacía una Cataluña independizada de los reyes francos.
El modernismo adoptó y fue
consolidado formalmente este pasado medieval. En música nos acercamos a Wagner,
Barcelona, segunda ciudad wagneriana del mundo; el romanticismo tardío, que se
expresaba con un carácter nacionalista, llegó con las partituras de Morera y a
los coros de Aselm Clavé. Pero donde mejor se expresó el medievalismo fue en la
arquitectura, en la obra de Domenech i Montaner, de Puig i Cadafalch y otros
que colocaron elfos y dragones en las fachadas.
Con este lenguaje
medievalista se expresó Gaudí. Podemos decir que Gaudí petrificó la épica nacional
que habían esbozado los ideólogos y artistas de la Renaixença.
Domenech i Montaner, en 1878
en le revista “La Renaixença” publicó el famoso artículo “en busca de una
arquitectura nacional”, artículo que ha sido considerado como el manifiesto
fundacional de la arquitectura del modernismo, en él manifestaba:
“Siempre
que una idea organizadora domina un pueblo, siempre que irrumpe una nueva
civilización, aparece una nueva época arquitectónica”
Domenech habla de “época
arquitectónica”, naturalmente esto se refiere a un cambio estilístico en
relación con su época precedente, un nuevo proceder en la construcción, sí,
pero fundamentado en aquella epopeya fundacional. En aquella Edad Media de
condes y trovadores.
Gaudí construyó el espacio
arquitectónico a la manera de la Edad Media, sus formas de trabajo eran las
propias de las arquitecturas anteriores al Renacimiento. Gaudí no hace
proyectos, Gaudí realiza “actos arquitectónicos”, Gaudí no dibuja un proyecto global, Gaudí
dibuja en obra, da instrucciones de detalle a los operarios y a sus ayudantes,
indica cómo debe construirse un determinado arco o un capialzado, pero no
encontramos un dibujo general del edificio en su conjunto. Gaudí calcula las
deformaciones de una estructura mediante maquetas de trapo y después hace un
modelo en yeso de un caso particular, de una bóveda parabólica, de un arco
escarzano, y esto le sirve para construir aquella bóveda parabólica o el arco. Vive
en la obra, traza sobre el terreno, corrige detalles concretos. Gaudí procede
como lo hacían los arquitectos anteriores a Brunelleschi. Este proceder de
Gaudí concuerda con su lenguaje arquitectónico. Son formas medievales y una puesta
en obra según procedimientos medievales.
Gaudí, sin embargo, fue más allá del lenguaje medievalista y expresó su pathos y su idea de Cataluña con la piedra, y sus paramentos y cubiertas derivaron hacia el expresionismo, sutil a veces, como en la casa Milà, y brutalista, otras veces, como en algunos detalles del Park Güell.
En la Sagrada Familia, Gaudí
expresa una idea de Cataluña, la que entronca con aquella épica fundacional y
la que aspira a la modernidad europea.
Por otra parte quiero
destacar que la concepción de la arquitectura por parte de Gaudí se aborda
desde ámbitos ajenos a la arquitectura, quiero decir que Gaudí plantea un
discurso arquitectónico que utiliza elementos que provienen de la religión, de
la naturaleza, de su concepto de nación, pero en ningún caso se fundamenta en
otras arquitecturas que le son contemporáneas, esto hace que jamás caiga en el
manierismo, jamás su arquitectura habla de arquitectura, sino que lo hace de la
naturaleza y de su pathos personal, sólo así se alcanza una originalidad que
otros, imitándolo, no podrán continuar.
Pero insisten, porque es una forma de ganar dinero...¡¡¡
ResponderEliminarSalut. Buen artículo
Sí Miquel, haran las barbaridades que crean convenientes para llenar sus bolsillos, si les conviene pervertir la idea de Gaudí, la pervertirán y continuarán la obra de la Sagrada Familia y pondrán cúpulas y arcos de hormigón armado para contentar a los vendedores de souvenirs.
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Un imnovador de la Arquitectura y de las Artes Plásticas tambien :su sello es inconfundible.
ResponderEliminarFeliz lunes Francesc
Querida Bertha, Gaudí fue un prodigio. Para mi es incomprensible, no alcanzo a entender su genialidad, me supera su repertorio, no encuentro explicación a su genialidad.
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Hablar de Gaudí es también hablar de crisol donde se funden elementos del arte ya conocido para presentarnos una propuesta atrevida y sugerente. Un genio.
ResponderEliminarSaludos.
Amigo Cayetano, creo que el repertorio formal de Gaudí es casi infinito. Yo no acabo de entender su arquitectura, no hago un juicio de valor, no, pero todo esto me supera. Quizás el único recurso que me queda para acercarme a su obra sea sólo a través de la estructura.
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Para gustos... En fin, a mí no me gusta Gaudí. En todo caso, me gusta su particular y lúdico modo de recorrer el espacio, el dinamismo de dicho recorrido, más que su concreción. Por eso me gustan sus maquetas, porque son livianas y en ellas ese dinamismo, ese juego, puede apreciarse mejor que en su megalómana y pétrea concreción.
ResponderEliminar(Francesc, creo que ya he solucionado el problema del apartado "comentarios" de mi blog, de modo que cuando quieras puedes pasarte por él).
Salud!
Amigo Loam, yo no puedo decir que me gusta o me deja de gustar Gaudí, simplemente no lo entiendo, no sé qué sentido tiene su megalomanía, no comprendo su aspecto más modernista, puedo llegar a admirar cierto expresionismo raro. Me gusta el aspecto más técnico de Gaudí, sobre todo el aspecto más constructivo, también la resolución de sus estructuras aunque aquí veo una limitación, una obsesión por los esfuerzos de compresión.
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Querer reproducir lo anecdótico de su obra produce monstruos. Tal como vemos en el resultado de todos sus imitadores, fuera de contexto, que no poseen el hálito creativo que se cocía en su interior.
ResponderEliminarEs una entrada para guardarla en un libro sobre Gaudí. Cosa que voy a hacer ahora mismo.
Querida Amaltea, están produciendo un monstruo de hormigón armado. ¿Qué hacen? No saben que hay que hacer; lo de la Sagrada Familia no es Gaudí, no existe un proyecto original, lo que están construyendo no llega a asemejarse ni a una pseudo copia de algo que no existe. Se está construyendo sin permiso de obra. Alguien dijo que la Sagrada Familia es como una barraca de suburbio "no tiene licencia de obra y nadie se atreve a derribarla", no hay proyecto global, no está definida ni siquiera geométricamente, es un desproposito. En cuanto a la arquitectura de Gaudí creo que nos encontramos ante una locura panteista.
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¡Ese es el término! Tú lo has dicho: "locura panteísta". No conozco definición más concisa.
EliminarSalud!
Francesc, poco puedo aportar porque creo que su obra es a gusto de cada uno. Lo que si está muy bien es la respuesta a Miquel. Y es verdad, la Sagrada familia puede ser interminable mientras tengan altura, (que de esto si que aun queda) Es como en Benidorm que mientras tengan un palmo de terreno construyen como si fuera un lápiz.
ResponderEliminarPero esto también pasa con otras cosas, como los libros malísimos que están de moda. La pela es la pela.
Salutacions.
Sí, claro Josep, la construcción obedece a la voracidad del mercado y si no hay proyecto arquitectónico pues da lo mismo, igual te levanto una cúpula de policarbonato como te pongo una carpintería de alumino anodizado y te pongo unos sillares de mampostería de hormigón y en literatura escribo un poema con faltas de ortografía y si está firmado por un personajillo de campanillas mejor aún. Esto funciona así, y si todos tenemos que comer excrementos McDonals pues se comen porque la voracidad del mercado los ofrece a buen precio.
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A mí me sigue cautivando.
ResponderEliminarGamma, el repertorio de formas de Gaudí es cautivador, fue un grandísimo arquitecto que admiro mucho.
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