Nada existe en el erial del rayo, ni siquiera se encuentran los destellos del no-lugar.
No existe el lugar recóndito donde una arcadia ubérrima nos regale sus frutos sabrosos. Las almenas del castillo de Duino se reflejan solitarias sobre el mar que se extiende al pie del acantilado.
Todo se ahoga en el imposible océano de Florencia, todos lloramos ante el imposible túmulo de Polinices y nadie alcanza a guarecerse al pie del arco iris.
Sólo una caligrafía de fracasos emborrona los papeles de antes, mientras escucho el lamento y el grito colérico del viejo Horacio:
Odi profanum vulgus et arceo;
Ficciones, simulacros, engaños y un balance cruel -el activo y el pasivo- está escrito en del libro de contabilidad de la historia.
Nada existe aparte de ciertos estiletes afilados. No existe, tras la niebla, ningún faro que deje su estela de luz sobre las aguas tenebrosas. La isla está rodeada de un mar nocturno, donde los peces se comen los unos a los otros.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Buenas tardes Francesc. Me encanta la imagen última de la isla. Desengañada pero justa. Poética pero no ficticia. La "caligrafía de fracasos" nos es constitutiva. Qué Auge nos pille confesados.
ResponderEliminarSalud
Manuel
Con la que nos cae encima, amigo Manuel, que nos pillen confesados, pues en el mar nocturno -ahora a plena luz del día- unos peces se comen a otros.
EliminarSalud
hermoso texto, pese a ser pesimista, luce y su nostalgia ese clamor de la plenitud en tensión por asomarse
ResponderEliminarsaludos blogueros
José Antonio del Pozo. Celebro que le haya gustado.
EliminarSalud
Hola, Francesc
ResponderEliminarPues sí que estamos buenos concordando, aunque un amigo -le conoces-, me dijo que de las piedras de las ruinas se pueden cosechar áridos para reconstruir algo de hormigón , aunque sea un barco. Alguien dio la vuelta al mundo en un velero de cemento. Buscaría su Arcadia. Yo vi ese barco en el salón náutico de Barcelona hace muchos años.
Salud
Sí, Guillermo, hasta las rocas más compactas y sólidas acaban disgregándose y de ellas salen los áridos para la fabricación del hormigón y con él levantar nuevas construcciones humanas que sirven a veces para el cobijo y otras para satisfacer la vanidad humana. Hay, a veces, un arrebatado que lleva aquel hormigón a unos astilleros y construye un barco y se larga a navegar por mares procelosos.
EliminarSalud
Quiero un sitio en el No-lugar ¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarMiquel, este No-lugar existe, está situado entre la allemande y la courrante del alma, allí nos podemos encontrar un día de estos con todos los amigos y juntos levantaremos la copa intacta que nos ofrece el viejo Horacio.
EliminarSalud
sálvese quien pueda
ResponderEliminarPuigcarbó, hay un no-lugar a recaudo, tal como le he comentado a Miquel, allí brindaremos.
EliminarSalud
Nada de pesimismos, los navegantes no son del todo foráneos, los peces comen juntos pero no revueltos y la mar si es revuelta es por culpa nuesta...
ResponderEliminarLamarderemuée, ante todo debo decirte que yo estoy apuntado en la lista de los hombres más pesimistas del mundo, pero creo que alguien está haciendo ahora gestiones para apuntarme en la lista de los más escépticos, yo creo que cuadra mejor. Con independencia de esto debo decirte que en este texto hablaba de los lugares de la belleza, allí donde empieza lo terrible.
EliminarSalud
Sí, todo es excepcional.
ResponderEliminaramigo francesc, lo terrible y lo sublime se parecen demasiado, ¿no crees?...
ResponderEliminarhe echado mucho de menos en este silencio forzado tus cuchillos sobre el lienzo, abriendo el umbral. me deslizo "roll" abajo por tus entradas perdidas.
-y muchas gracias por tus últimos comentarios en mi página. te debo esa trilogía del "si pudieras" aunque ya quede algo marchita, pese al mayo-
te leo.
un abrazo y salud.
Ah! mi buen amigo Kynikos, lo sublime es el principo de lo terrible.
EliminarAl cambiar la dirección de la lectura y leer de través se descubren recovecos insospechados. Echo de menos lecturas "de través".
Nos leemos.
Salud