Gargantúa se comió en ensalada a seis peregrinos, Cunqueiro
dice que debían ser compostelanos, primero se metió cinco en la boca y con el
resto de la ensalada, en bocado posterior se comió al sexto, bebió un enorme
jarro de vino tinto y pidió que le sirvieran la comida.
Parece ser que los peregrinos, después de ser engullidos
exclamaron:
Cum exsurgerent homines in nos, forte vivos deglutissent
nos, o sea, cuando fuimos comidos en ensalada con un grano de sal, etc.
El signor Giacomo Casanova de Seingalt, más moderado, era un sibarita y
un gran comedor, se deleitaba con un caldo de gallina vieja al que echaba
unas cucharadas de caviar. Era apuesto e inteligentísimo y no como el tosco
de Gargantúa que era más deforme y
contrahecho que el noble de Bomarzo.
Al caldo uno que no es tan refinado como Casanova, le pone a banda de fideos y arroz, garbanzos.
ResponderEliminarYo tampoco mezclaría caviar con caldo de gallina. Te puedo decir, amic Puigcarbó, que un conocido mío, por cierto persona notable dentro de la cultura de este país, sí lo mezcla.
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Siempre me han comentado de que Gargantua tiene algo de simbólico ¡¡
ResponderEliminarNo lo sé Miquel, quizás haya que consultar a Cirlot.
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¿No será por ventura este Gargantúa el gigante Cíclope transmutado y sofisticado, Francesc? Que en esto de la mitología son tantas las variantes que uno, a la postre, no sabe qué anda comiendo...
ResponderEliminarUn abrazo.
Seguramente es así, querido Javier, este Gargantúa es alguien sospechoso; es alguien capaz de tragarse lo que sea, el caso es llenar el buche. Deberemos andar con cuidado y evitar los peregrinajes no vaya a ser que quedemos sumergidos en una gran ensalada más o menos compostelana.
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Por un momento he pensado que esto del caldo de gallina vieja era metafórico, porque me da que este hombre no le hacía ascos a nada. En cualquier caso, los peregrinos se me antojan difíciles de digerir. Lo digo por experiencia propia: superados los treinta kilómetros de marcha, por muy bien que se haya dado, ya no vas demasiado fresco... Eso por no hablar del polvo del camino que llevas encima y todo lo demás. Dicen que gustos los hay de todos los colores, pero no lo veo. Abrazos.
ResponderEliminarAy mi querida Salomé, este personaje era muy refinado, era un racionalista empedernido al que le gustaban los placeres y las matemáticas.
EliminarTal como le he comentado a Puigcarbó, yo también tengo un conocido al que le gusta mezclar una o dos cucharadas de caviar con caldo de ave, se trata de una persona conocida y noble que tampoco le hace ascos a nada.
En cuanto a lo del camino, te puedo decir que yo no he tenido esta experiencia, pero ahora, visto lo de la ensalada de Gargantúa, no emprenderé el peregrinaje, no vaya a ser que después del cansancio y de tanto polvo, venga un gigante y se me coma.
Salud
Cuando Manuel Mª se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto preso de una pavorosa y pantagruélica lumbalgia...
ResponderEliminarHay que cuidarse Manuel, no levantar pesos, descansar, dejar que el músculo se relaje y esperar, no hay lumbalgia que dure más que nuestro ánimo. Dicen los entendidos que los banquetes pantagruélicos no hacen bien, eso de comerse peregrinos en ensalada seguro que entumece la razón y los tegumentos.
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Qué ironía la de este benedictino y a mi que me enseñaron que nadie se come a nadie.
ResponderEliminarVengo a comentar como lectora de 26 libros sobre el camino y como peregrina con 1000 km. a pie, quien para no leer sobre obesidad mórbida ni comilonas rabelesianas, se queda con Gonzalo de Berceo.
Noto cierta preocupación por el polvo, que en definitiva, nos recuerda lo que somos y aunque en el camino las cocinas se llenaron de imaginación nunca pensaron alcanzar la tolerancia de hoy al mezclar en la ensalada canónigos con pasas sultanas.
Salud y un fuerte abrazo, amigo Francesc
Amiga Loli, a mi también me enseñaron que nadie se come a nadie, nos incordiamos, andamos siempre a la greña, el hombre es peleón por naturaleza, pero de comerse a otro esto ya es distinto, debe ser por el mal sabor. Lo de Gargantúa debía ser una paparrucha.
ResponderEliminarDespués de la poesía de mi admirado Gonzalo de Berceo, puede continuarse la andadura y tampoco hay que preocuparse por el polvo, al final se pasa un trapo y se deja todo tan limpio como los chorros del oro.
Salud