martes, 3 de mayo de 2011
Por no haber, no hay.
No hay trenes, pasan demasiado deprisa,
permanecemos en el andén sentados,
los trenes que pasan también los cuentan.
No hay calles que conduzcan
a jardines ubérrimos, pero las calles
figuran en las cartografías del deseo.
No hay sábados de alimatáceas,
ni de flores blancas, sólo algún almacén abierto
donde expenden rosas con espinas de bronce.
No hay muros de granito
que contengan el anhelo pero con sus sillares paralelepipédicos
cortan el paso de la razón.
No hay miradas que penetren más allá
del tacto sombrío, pero bajamos los ojos
hacia la sombra del pavimento.
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quizás porqué no es fácil mantener alta y firme la mirada ante la vida.
ResponderEliminarYa ves, amic Puigcarbó, cosas que pasan deprisa, caminos que no conducen a nada, días improductivos, muros que nos impiden seguir avanzando y al final fijamos la mirada al suelo.
ResponderEliminarSalut i força
La vida pasa deprisa, y mientras tanto ¿qué hacemos?
ResponderEliminarSalud
Sí Isabel. Tempus fugit.
ResponderEliminarMientras tanto: el amor filial, la buena mesa de sencillas viandas, algún retazo de belleza fugaz, los cantos de la Divina Comedia, Mozart...
Salud.