El grito de Marsias está presente.
Sólo los dioses alados disponen
de metales brillantes y afilados
para administrar la venganza
y para descuartizar en canal
las afrontas a su orgullo.
En el Olimpo las fraguas y yunques
templan con fuego los únicos bronces.
A los mortales nos quedan los dientes
y los pedruscos que tenemos a mano
para lanzarlos con eficacia
y rabia contra el tabernáculo,
reventar las puertas del templo
y legitimar el fuego divino.
martes, 24 de mayo de 2011
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Enérgico, total, como uno imagina aquellas antiquísimas batallas.
ResponderEliminarUn abrazo fraternal
Enletrasarte, serían así, o más crueles aquellas luchas, ahora con el tiempo, hemos perfeccionado la barbarie.
ResponderEliminarSalud