Estamos en días de consumo y de regalos, desde Papá Noel, al “tió” o los Reyes Magos de Oriente.
Hay regalos y regalos. Los hay útiles, otros que son una majadería, unos engordan y otros son puras pamplinas. Los hay empalagosos y otros son pequeños detalles como los diamantes y otros que, aun siendo tangibles, no se pueden escriturar.
Wilhelm Müller regaló
a su esposa Adelheid un viaje de invierno,
ella tenía frío y siempre lo iban posponiendo. Jamás llegaron a emprender el viaje. El amor se congelaba y Wilhelm, el poeta romántico alemán, murió muy joven. Años más tarde las lágrimas del poeta alemán quedaron disecadas y Schubert emprendió el viaje.
José Ramón Martos Debón
prometió a su novia Inés Castillo que cuando esta aprobara el proyecto final de
carrera de Arquitectura le regalaría una batidora mini-pimer. La pobre Inés jamás consiguió aprobar el proyecto y no obtuvo ni la mini-pimer ni el título de arquitecto. Al
cabo de unos años se casaron. Él maestro de escuela y ella delineante.
El día de Navidad de 1870, Cósima Liszt cumplía 33 años de edad y con tal motivo Richard Wagner obsequió a su amada con la partitura de El Idilio de Sigfrido.
Cósima cuenta: Fui despertada por el sonido de una música nueva, maravillosa y desconocida tocada por un conjunto de cámara.
Después
de escuchar aquella música, Cósima lloró. No sabemos por qué lloró Cósima.
María de las Mercedes Salcedo tenía un novio que le regalaba flores, a finales de primavera solía obsequiarla con ramitos de alhelíes, ella hubiese preferido algo más práctico y así se lo decía a Rafa. El muchacho no lo comprendía demasiado y ella, cansada de un novio tan detallista, se marchó a Barcelona donde montó un negocio de carpintería de alumino.
Pedro Marín madrugaba y se iba a la playa a pasear, allí se le ocurrió el regalo que debía hacer a su querida. Rocío –dijo Pedro– te voy a regalar las olas del mar.
La joven granadina,
emocionada y contentísima le contestó decidida: cuando quieras vamos al notario
y hacemos la escritura de la donación. Pedro se encogió de hombros y regresó allí donde rompen las olas.
Me han encantado estas anécdotas tan divertidas.
ResponderEliminarUn amigo no tenía dinero para hacerle un regalo a su novia en el Día de San Valentín. Así que hizo con Photoshop e imprimió un certificado que decía que, a partir de entonces, una estrella de la galaxia ZX-8654b se llamaría con el nombre de la chica. Cuando le entegó el regalo, ella estalló en lágrimas.
Un abrazo.
Pobre la novia, y bastante ilusa, ¿es que acaso no sabía que las lágrimas le impedirían ver las estrellas?
EliminarSalud
Es posible pero hay lágrimas amargas que noa impiden ver lo bueno de la vida y lágrimas de felicidad que, como lentes de aumento, nos favorecen su visión.
EliminarSalud.
Sí, Tristán, las lágrimas pueden producir diferentes efectos, en cualquier caso parece que distorsionan la realidad. Otros quizás digan que las lágrimas también son una realidad. Sí, una realidad acuosa, muy propia de tiempos líquidos.
EliminarSalud
Los regalos deberían ser pactados para evitar engendros o cosas inútiles que no precisamos. Lo de los viajes está muy bien, siempre que te guste el sitio de destino y se haga en fechas adecuadas.
ResponderEliminarUn saludo.
Claro que sí, Cayetano, las cosas hay que pactarlas.
EliminarSaludos
Me has hecho sonreír.
ResponderEliminarYo de pequeño pedí pedí una vida mejor, pensando en una protección de la que me encontraba falto.
Los Reyes Mågicos cumplieron su palabra.
Un abrazo
Miquel, ¡qué buena petición que hiciste!, los Reyes Magos cumplieron y tú pusiste todo de tu parte. A los Reyes Magos solicitando y con el mazo dando, que es así como se consiguen las cosas.
EliminarUn abrazo.
Hay veces que no sabemos regalar y otra muchas veces que no valoramos los regalos. Yo soy más de los primeros que de los segundos, soy un desastre... Pero tengo a mi hermana pequeña para encargárselo, ella tiene gusto para regalar y actitud para agradecer. Quizás algunos de los que arriba mencionas pensaban en hacer los regalos viéndose a si mismos que al destinatario de los mismo.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Daniel, es muy difícil acertar con el regalo adecuado. Hay personas que tienen un "ojo" especial.
EliminarA mí me gusta regalar cosas perecederas y así lo hago saber, no vaya a ser que esperen que les obsequie con un anillo de brillantes.
Saludos
Al-Mutamid sorprendió llorando a su amada Rumaykiya, que le confesó que echaba de menos la nieve de su tierra. Al-Mutamid ordenó plantar frutales de flor blanca para que nevara en los Reales Alcázares de Sevilla todas las primaveras.
ResponderEliminarAunque no sea verdad, es insuperable...
Los potentados de Mesopotamia y los de Oriente Medio solían regalar jardines a sus favoritas.
EliminarJardines colgantes con sistemas de regadío complejos que luego al cabo de unos siglos Teresa de Ahumada criticó.
Salud
Y este año ,los Reyes lo van a tener más crudo, para los que llegan hasta el final de este calendario festivo.
ResponderEliminarPues yo espero el mio aunque sea carbón, no me porto :ni bien, ni mal ;simplemente no me porto.
Me ha encantado esta entrada, sin la ilusión todo es tan repetido...
Un abrazo y seguro que el Tió o lo Magos algo te dejan
.
Amiga Bertha, los Reyes Magos son capaces de superar cualquier adversidad, la ilusión que les acompaña es más eficaz que cualquier camello.
EliminarA ti, seguro que te obsequiaran generosamente, nada de carbón, seguro.
Abrazos.
Los poemas de Wilhelm Müller con la música de Franz Schubert son como poco, emocionantes, gracias por este regalo. Tal vez se pueda retener al amor si somos capaces de permitirle volar hacia dónde le plazca, me gusta creer que antes o después retorna para anidar de nuevo en nuestro corazón.
ResponderEliminarY hay regalos y regalos, como en la exposición que haces, al final pienso que si no se espera nada a cambio, el mayor disfrute es para quien regala.
Un abrazo.
Ana, agradezco tu comentario.
EliminarSchubert es uno de los músicos que más me gustan, este compositor es mi contradicción romántica; me explico, mi predilección musical es casi siempre clásica, incluso barroca, los románticos me entran a contrapelo, pero Schubert me gusta, es el romántico que más me gusta, es mi contradicción. He leído "Viaje de invierno" de Müller, encontré sus versos muy inspirados, sin embargo, aquellas brumas del norte me resultan muy lejanas, en general todo lo que va más allá del límite de los olivos lo veo muy lejos, mi visión es más mediterránea.
Muchas veces he disfrutado regalando, y ahora, con el paso del tiempo todavía disfruto más.
Un abrazo
Los regalos más emocionantes son los inesperados y si conectan con nuestro anhelo oculto se convierten en inolvidables. Y un regalo anodino y entregado por compromiso, es simplemente una cosa que molesta y que ocupa un lugar en la casa por muy breve tiempo. En tu catálogo recoges de una y otra especie, me ha encantado.
ResponderEliminarTe deseo un año 2022 con poco susto y mucha alegría.
Abrazo grande.
Amiga Marga, los regalos sorpresa son una maravilla. Si quien regala conoce al obsequiado se puede llegar a conseguir un monumento emocional.
EliminarSi el regalo es algo "chusco" y anodino sólo sirve para ir acumulando polvo, molestando y como tú dices ocupando sitio.
Te deseo un 2022 lleno de tranquilidad y con mucha salud
Abrazos