jueves, 27 de enero de 2022

Salir a la calle

Supuesto autorretrato de Benvenuto Cellini
 

 

Muchas veces al salir de casa me pregunto: ¿por qué tengo que salir a la calle si nada de lo que veré me va a gustar?


Es un prejuicio, sí, pero es una sospecha que a menudo resulta ser cierta.


Procuro eludir el paisaje urbano y me vienen a la mente las polifonías de Josquin des Prés. Seguramente su música instalada en mi cerebro hace una función profiláctica.


El paisaje urbano se ha degradado. Los comercios con rótulos feísimos, las gentes mal vestidas y mal habladas, las deposiciones pastosas de palomas que embadurnan el mobiliario público, las calles sucias, las fachadas pintarrajeadas por grafiteros incívicos, madres pamplineras y niños maleducados gritando...


La gente es desconfiada. Su hipocresía es contradictoria.


Pienso en Benvenuto Cellini y en Carlo Gesualdo, grandes artistas -menudo par de pendencieros- que anduvieron paseando su engreimiento. Sigo pensando y camino.


Hay una belleza fría en los mármoles. Hay un frío instalado en mi prejuicio.


El tenebrismo de Caravaggio contrasta con el tenebrismo de la desconfianza cívica.


¿La ciudad, el campo? No, yo no podría vivir en un pueblo: los chismes, las calumnias, la peste de las granjas y los mosquitos son insoportables.


Insoportables como los transeúntes que sospechaba encontrar por las calles.


Al cruzar la calzada acuden a mi mente La Tempesta de Giorgione y el Retrato del obispo Bernardo de' Rossi de Lorenzo Lotto.

Inicios en Treviso

20 comentarios:

  1. Sabes que sigo tus consejos. Procuro relativilizarlo todo.
    En Barcelona, y a pesar de que he transitado a horas intespestivas por zonas consideradas de alto riesgo por la misma policía, jamás me ha pasado nada, aquí sin embargo, un pueblo de no más de sesenta mil habitantes, ya he tenido un percance serio y que me está comportando dolores de cabeza.
    Todo es relativo, como bien dices, y todo tiene sus pros y sus contras.
    Un abrazo

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    1. Miquel, yo creo que hay que relativizarlo todo incluso los consejos.
      Ahora ya estoy relativizando hasta el aroma de las rosas y la indignidad de algunos que creíamos indignos, ah, también la nobleza de espíritu y la virtud de los pajaritos.
      Abrazos

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  2. Completamente de acuerdo una vez más, Francesc. ¿Para qué salgo a la calle, si todo lo que me voy a encontrar es desagradable?
    Pero en un pueblo creo que no podría vivir, todo el día cruzándome con los mismos, que en cuanto has pasado ya te están poniendo de vuelta y media. ¡Qué pesadez!
    Suerte que alivian esas deliciosas músicas que propones. Casi apetecería llevar auriculares puestos con ellas, pero eso entraña un riesgo terrible de que se te lleve por delante algún "runner", algún sujeto practicando "skating" o algún veloz y silencioso patinetista, tan tiesecito y ufano sobre su aparato.

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    1. No, amigo Granuribe, en un pueblo, ni pensarlo, además la ruralidad me agrede y los rurales suelen insultarme, me llaman "pixapins", me critican, dicen que los de la ciudad somos unos incultos porque no sabemos distinguir una azada de un zapapico y que no sabemos que es un horcate o una collera y estos cultísimos "rurales" me dicen que ellos viven más tranquilos, critican al vecino y son incapaces de coger el metro, que se ponen nerviosos.
      Mejor llevar la música en la mente y vigilar que no pase algún energúmeno imprudente.
      Salud

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  3. Yo vivo en un pueblo feo de 650 almas y "almos".
    Cuando fui concejal en un pleno dije esto: "Este es el pueblo más feo que he visto".
    Casi me queman en la hoguera del engreimiento que se mira el ombligo continuamente y aun viéndole feo quiere defender lo que es indefendible.
    Propuse desde mi papel de único concejal de siete, una serie de medidas para embellecerle. poner árboles autóctonos en paseos que parecen eriales, en la plaza Mayor. Hacer un concurso de embellecimiento floral en las fachadas de las casas. Promoví y promuevo actualmente una jornada de repoblación forestal con los niños en las inmediaciones del pueblo Perseguir legalmente a los criminales que echan escombros en las inmediaciones del pueblo y bastantes cosas más, todas ellas a coste cero o prácticamente cero.
    En su día no se hizo nada.
    Ahora, todo eso que en su día propuse, se esta empezando a hacer y es posible que se llegue a realizar y que en unos años pueda vivir en un pueblo más bonito. Nuestras acciones tienen consecuencias, algunas veces no inmediatas, pero siempre las tienen.
    He estado enfermo ayer, la gente al ver que estaba el coche me llamaban para interesarse por mi. Nadie se pudre muerto y solo en un pueblo pequeño, como ocurre en las ciudades.
    Hay que vivir pensado en lo que haces, no en lo que la gente pensará de lo que haces, en mi opinión, por lo menos.
    Muchos de los que querian quemarme, me han dado la razón y esto es una satisfacción personal.
    Un saludo.
    P.D. Me he ido por los "cerros de Ubeda", pero me has recordado estos hechos.

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    1. Amigo Daniel, ante todo, te deseo que te pongas bien muy pronto.
      Admiro tu voluntad y empeño por querer embellecer tu pueblo. Creo que debe satisfacer mucho que ahora reconozcan el valor de lo que propusiste y estén por la labor de mejorar las cosas.
      Lo que me cuentas de tus convecinos es algo diametralmente opuesto a lo que me ocurre a mí. Vivo en un edificio que proyecté yo mismo, conozco a algunos de mis vecinos, pero a la mayoría los desconozco, los hay que son educados, si quiero saber cómo se llaman, lo leo en el letrero del buzón, aquí se hablan distintas lenguas y nadie se interesa por nadie. Es una situación que tampoco me molesta, pienso que si nos conociéramos más quizás me llevaría alguna sorpresa.
      Salud.

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  4. Haces bien en refugiarte en el Arte...Un abrazo y ánimo.

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    1. Amiga Myriam, el arte resulta muy útil. Si me pongo teórico digo que el arte me sirve como escudo protector contra la mirada de la Gorgona, pero a un nivel más práctico reconozco que el arte me sirve para protegerme contra la fealdad del panorama.
      El ánimo no me falta, Myriam, el buen humor, vosotros, los amigos y otra vez el arte me estimulan.
      Un abrazo

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  5. Eres tan gráfico que es imposible no hacer el retrato mental con la nitidez que tus palabras describen eo oscuro panorama.

    Salut!!!

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    1. Querida Andri, ¡otra vez por aquí!,¡qué ilusión!
      Hay una fealdad invasiva y pegajosa tremenda, más de dos veces te replanteas si merece la pena salir a la calle y ver el panorama.
      Abrazos

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  6. Es cierto, el mundo afuera duele cada vez más. Uno debe saber cómo preservar su dignidad...

    Abrazo hasta allá.

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    1. Amigo Carlos, hay que preservarse. Disponemos de bastantes medios para hacerlo: la música, la poesía, el buen humor, las lecturas y evitar la cercanía con otros congéneres.
      Salud

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  7. Tengo la misma sensación de rechazo ante lo que me rodea. Solo encuentro plenitud instalado entre lecturas, bocetos e intimidad. Voy a terminar agorafóbico, misántropo ya soy.
    Un abrazo.

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    1. Amigo Pitt, rechazo es la palabra exacta. Hoy la misantropía está plenamente justificada, yo aún puedo salir al exterior a ver las fachadas y pensar cómo deben ser los interiores.
      Un abrazo

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  8. El arte nos redime... A mí me gusta vivir donde vivo, alejada de pueblos y ciudades, rodeada de un bonito jardín que cambia constantemente, que cuido y rediseño, que me inspira, como el arte... alejada estoy -dentro de lo que cabe- de lo mundano... Salud!

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    1. Amiga Milena, el arte es un escudo protector, nos acerca a la belleza sin que esta nos fulmine con su esplendor.
      Yo tengo un carácter muy urbano, me gusta la ciudad, sí, pero llevamos un tiempo que esto se está degradando a marchas forzadas, vivo en un edificio que he diseñado yo mismo y me satisface.
      Salud.

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  9. Pueblo o ciudad... En el fondo no deja de ser una construcción mental. He visto ciudadanos comportarse de forma pueblerina en las calles de su barrio. No hay más que ver las fiestas locales de algunos lugares. Y gente de pueblo con mentalidad urbana. Un estado de ánimo, una concepción del mundo a veces independiente del número de habitantes que nos rodea.
    Saludos, Francesc.

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    1. Seguramente es una cuestión de actitud y de aptitud. A mí no me cabe en la cabeza vivir en un pueblo, soy de ciudad, un empedernido "urbanita"
      Saludos

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  10. Salir o no salir. Uno empieza así y termina con una depresión de caballo. Salga o no salga. Puro en su soledad, eso sí. El paisaje urbano degradado no tiene nada que ver con cómo estaba Berlín en abril del 45 o Gernika en abril del 37. Algunos abriles son terribles. Uno puede caminar por calles luminosas con “Inviolata, integra, et casta”, con “Monk's Dream” o con “April Come She Will” (siempre es abril, qué cosas), uno pueden caminar por el lado oscuro de la calle o asomarse a los parques en primavera, uno puede pensar en lo que quiera, no hay límites, eso sí, atento a que no le roben la cartera, la mirada, las estatuas que ya no dicen nada ¿quién es ese de la lanza?, ¿quién somos nosotros sin gente? Otros. Salir más allá de “El pequeño paisaje en lienzo con la tempestad, la zíngara y el soldado” es comerse el tarro (que dicen o decían los chavales). Que no nos guste (un suponer) “El papa Inocencio X de Velázquez”, de Francis Bacon es tan respetable como que nos guste Moebius (bah, uno que dibujaba comics). En los pueblos hay de todo, ya lo cantaba María Ostiz que era (y es, creo) del opus y se casó con Zoco que era un medio del Madrid que daba mucha leña, no se puede uno fiar de nadie, es verdad. ¿Quién nos lo iba a decir? Antes los gobernadores civiles (puff) prohibían los carnavales, no podía uno embozarse en esos días, no como ahora que vamos con mascarilla (menos los que no), como ciudadanos precavidos. Ahora los comentaristas de televisión utilizan mucho ese concepto “la ciudadanía opina esto o lo otro”, qué sabrán ellos, según quién les pague. En las calles hay de todo. En las casas hay de todo. Tengo un amigo que no se soporta a sí mismo, se ve en el espejo y se insulta. Somos muchos. Perdone usted este desparrame pero se acaba el domingo y me he embalado. Nadal (Rafael) tiene la culpa, que me ha puesto cardiaco. Saludos.

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    1. Amigo Pedro. No hay peligro de depresión, en absoluto, disponemos de las herramientas más efectivas contra soledades y depresiones: la música, la lectura, las matemáticas, el dibujo, la buena cocina, la poesía, la resolución de problemas geométricos y un convencimiento tremendo por alejarse del ruido mediático.
      Está claro que hemos cambiado, nuestra apreciación del arte va con ello, antes me gustaba Wagner, ahora no tanto, prefiero Mompou y Stravinsky, me gusta la polifonía clásica mucho más que antes y ahora estoy mucho más interesado por los últimos aspectos del arte sonoro. El paisaje urbano se ha degradado y seguramente está mucho mejor que el produjeron las grandes devastaciones y la barbarie. La degradación es debida a diferentes causas, y el abril siempre vuelve y, a no ser que algún fanático emprenda a trancazos contra ellas, las grandes obras permanecen, aunque sólo sea en la memoria. Todo va cambiando y todo sigue igual de maltrecho.
      Antes los gobernadores civiles prohibían por razones ideológicas y ahora las pulcras autoridades democráticas también utilizan la ideología para manipular y prohibir. Me dejo de estas consideraciones ideológicas o políticas y contemplo el panorama sólo desde el punto de vista estético.
      Agradezco su comentario.
      Saludos.

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