Un profesor de proyectos
arquitectónicos que tuve, prestigioso arquitecto reconocido mundialmente, en
una de sus clases nos dijo que los arquitectos franceses son aparejadores
aficionados a la ciencia ficción.
¿Una boutade o una provocación lanzada sobre nuestros corazones jóvenes?
No lo sé, el caso es que algunos de nosotros sentíamos una gran admiración por
Rafael Moneo. Con un poco de incredulidad me sonreí entonces y ahora al recordarlo pienso que algo hay de
ciencia ficción en la arquitectura francesa, pero sobre todo lo que hay es un
grito constante. Hoy yo diría que los arquitectos franceses son unos gritones.
Gritaron los arquitectos del
iluminismo. La arquitectura de la ilustración fue un griterío. Jean Nicolas
Durand (1760-1834) vociferaba con su orden encuadrado y sus modelos de
yuxtaposición, Étienne-Louis Boullée (1728-1769) y Claude Nicolas Ledoux
(1736-1806), exageradamente neoclásicos los dos, gritaron con sus geometrías puras
y salidas de escala. Aquellos ilustrados tenían unas ganas locas de mejorar el
mundo a gritos. Las proclamas se confundían con el chirriar de la guillotina.
Projet Viollet-le-duc pour grande chapelle avec
destruction des voûtes de la Grande Audience - Palais des Papes,
Avignon, Vaucluse, France
Pasado el clamor de la
Revolución, ya metidos en ensoñaciones románticas, los arquitectos franceses
volvieron otra vez a la algazara. Eugène Violett-le-Duc (1814-1879) quiso
construir catedrales góticas de hierro, levantó la voz con sus estructuras
metálicas y su exclamación inundó toda Europa. El Art Nouveau fue sensible al ruido
y el Modernisme catalán gritó por simpatía.
Le Modulor. Le Corbusier
¿Cómo iban a callar con las
vanguardias del siglo XX? Los arquitectos del Movimiento Moderno también
levantaron la voz. Con Le Corbusier (1887-1965) a la cabeza, arquitecto gritón
por antonomasia, continuó la murga. Su Modulor no es más que un personaje que
grita y sus escritos son textos en voz alta.
Puede comprenderse el grito
del arquitecto, sobre todo cuando lleva la dirección de una obra, muchas veces
nos toca decir: ¡mírese usted los planos,
que para ser consultados se han dibujado!, pero no puede admitirse el grito
cuando su voz sirve para imponer una idea determinada de arquitectura. Boullée,
Violett y Le Corbusier querían imponer y para ello dictaban a gritos.
Torre Agbar. Plaça de les Glòries. Jean Nouvel
La última vez que he visto a
un arquitecto francés gritando ha sido en Barcelona. Monsieur Jean Nouvel que
es algo más viejo que yo, ha gritado en la plaza de Les Glòries con su pirulí
de colores. Su grito, además de ser una expresión de engreimiento, me ha
recordado la afirmación de Rafael Moneo. Ciertamente hay mucho aficionado a la
ciencia ficción.
Me parece que ese griterío es contagioso a otras disciplinas. Se trata de que el divismo de prima donna ignora lo esencial para distraerse con lo accesorio. Mucho miriñaque para ocultar una desastrosa ropa interior.
ResponderEliminarUn abrazo
Querida Amaltea, hay charlatanes y gritones en todas las disciplinas, pero ya quisiera yo que los divos que hoy cacarean tanto, tuvieran la talla de un Viollet-le-Duc, de un Boullée o de Le Corbusier, ¡menudos chillones!, ¡qué buenos eran y cuánto lío armaron!
EliminarAñado a lo del miriñaque, que Francia ha dado al mundo grandes marcas de perfumes, éstos han servido para ocultar mucha suciedad.
Un abrazo
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh y las salsas, todas las salsas...esas que les ponen a la comida caducada para no saber lo que ingieres.. "Salsa a La cuatre mont de les foiles du mantón de Duc"...Betún enjabonado encima las alcachofas para que no veas que te las dan más negras que el porvenir de nuestro país.
ResponderEliminarEn fin.
Un placer.
Salut
Miquel, parece que el pueblo galo dispone de muchos mecanismo para el enmascaramiento. Pero no quiero hablar de luces y sombras ni de tópicos, pues cada pueblo tiene sus vergüenzas. En arquitectura debemos dar la razón a los que proyectan con voluntad de servicio y son consecuentes con la cultura de su tiempo. Naturalmente que vamos a reprobar a todos aquellos que gritan e imponen. Dicho esto, también diremos que los arquitectos que he mencionado, con independencia del griterío, son unos verdaderos maestros.
EliminarSalud
Le Corbusier y sus cinco puntos.-Bueno en cuanto al último grito de supositorio o pirulí en Les Glóries, me disgusto la verdad .Con ese cambio de tonos que parece una discoteca.El profesor que nos impartía Historia del Mueble era un gran admirador de Moneo.Y, de vez en cuando nos soltaba una frase que por lo visto le dejo marcado."Que era católico pero no practicante".Y eso iba en favor de que cuando alguien de la profesión que sea. Y en este caso Arquitectura tiene que meterse en el papel y sobre todo saber lo que maneja dejando a un lado sus creencias.
ResponderEliminar-El gallo como símbolo de Francia ya nos los dice todo jejeje.Pero si, que les tenemos que agradecer muchas cosas...
Un abrazo.
Querida Bertha, a mí también me disgusta el pirulí de Les Glòries, me parece un espectáculo considerado tanto como objeto o como concepto.
EliminarFui alumno de Moneo, entonces nos embelesaba con un discurso que casi siempre parecía dirigido a sí mismo, de todas maneras debo decir que de él aprendí algunos preceptos importantísimos en cuanto a la organización de una planta y ciertos aspectos para el control del espacio arquitectónico.
Je,je, je, el gallo francés no para de cacarear.
Un abrazo
Cuando la "creatividad" se materializa en un artefacto muy similar a un supositorio, hay que replantearse el concepto.
ResponderEliminarSaludos desde Ampurias.
Amigo Cayetano, el edificio pirulí de colorines, ha tenido diversas interpretaciones, se ha dicho que era un falo, un supositorio, el dedo de un dios convergente, un mehir de cristal, una vertical de vanidades, una representación de las montañas de Montserrat, etc. Bien no sé si todo esto se ha dicho, en cualquier caso lo podrían haber dicho o lo digo yo, pero en este edificio no veo más que una voluntad de espectáculo y una manifestación de la vanidad del diseñador y del promotor (Aguas de Barcelona), un signo de poder, una construcción no sostenible, una irracionalidad desde el punto de vista de mantenimiento y de envejecimiento, un desorden urbanístic, un despropósito desde el punto de vista de construcción de la ciudad, un espectáculo bochornoso de día y una pachanga de noche.
EliminarSalud
Caramba, nuncaloi hubiera pensado, me descubres mundos nuevos.
ResponderEliminarAmigo Fackel, estos galos parece que dibujen los planos a gritos. Comprueba los escritos de Le Corbusier y verás que este arquitecto, que tanto admiro, escribió gritando.
EliminarSu "módulor" me parece la escultura cubista de acero "El Profeta" de Pablo Gargallo.
Un abrazo