martes, 12 de mayo de 2015

La arquitectura francesa siempre ha sido un griterío





Un profesor de proyectos arquitectónicos que tuve, prestigioso arquitecto reconocido mundialmente, en una de sus clases nos dijo que los arquitectos franceses son aparejadores aficionados a la ciencia ficción.

¿Una boutade o una provocación lanzada sobre nuestros corazones jóvenes? No lo sé, el caso es que algunos de nosotros sentíamos una gran admiración por Rafael Moneo. Con un poco de incredulidad me sonreí entonces y ahora al recordarlo pienso que algo hay de ciencia ficción en la arquitectura francesa, pero sobre todo lo que hay es un grito constante. Hoy yo diría que los arquitectos franceses son unos gritones.

 
Cenotafio de Newton. Étienne-Louis Boullée

Gritaron los arquitectos del iluminismo. La arquitectura de la ilustración fue un griterío. Jean Nicolas Durand (1760-1834) vociferaba con su orden encuadrado y sus modelos de yuxtaposición, Étienne-Louis Boullée (1728-1769) y Claude Nicolas Ledoux (1736-1806), exageradamente neoclásicos los dos, gritaron con sus geometrías puras y salidas de escala. Aquellos ilustrados tenían unas ganas locas de mejorar el mundo a gritos. Las proclamas se confundían con el chirriar de la guillotina.
 
Projet Viollet-le-duc pour grande chapelle avec destruction des voûtes de la Grande Audience - Palais des Papes, Avignon, Vaucluse, France

Pasado el clamor de la Revolución, ya metidos en ensoñaciones románticas, los arquitectos franceses volvieron otra vez a la algazara. Eugène Violett-le-Duc (1814-1879) quiso construir catedrales góticas de hierro, levantó la voz con sus estructuras metálicas y su exclamación inundó toda Europa. El Art Nouveau fue sensible al ruido y el Modernisme catalán gritó por simpatía.
 
Le Modulor. Le Corbusier

¿Cómo iban a callar con las vanguardias del siglo XX? Los arquitectos del Movimiento Moderno también levantaron la voz. Con Le Corbusier (1887-1965) a la cabeza, arquitecto gritón por antonomasia, continuó la murga. Su Modulor no es más que un personaje que grita y sus escritos son textos en voz alta.

Puede comprenderse el grito del arquitecto, sobre todo cuando lleva la dirección de una obra, muchas veces nos toca decir: ¡mírese usted los planos, que para ser consultados se han dibujado!, pero no puede admitirse el grito cuando su voz sirve para imponer una idea determinada de arquitectura. Boullée, Violett y Le Corbusier querían imponer y para ello dictaban a gritos.
 
Torre Agbar. Plaça de les Glòries. Jean Nouvel

La última vez que he visto a un arquitecto francés gritando ha sido en Barcelona. Monsieur Jean Nouvel que es algo más viejo que yo, ha gritado en la plaza de Les Glòries con su pirulí de colores. Su grito, además de ser una expresión de engreimiento, me ha recordado la afirmación de Rafael Moneo. Ciertamente hay mucho aficionado a la ciencia ficción.
 

10 comentarios:

  1. Me parece que ese griterío es contagioso a otras disciplinas. Se trata de que el divismo de prima donna ignora lo esencial para distraerse con lo accesorio. Mucho miriñaque para ocultar una desastrosa ropa interior.
    Un abrazo

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    1. Querida Amaltea, hay charlatanes y gritones en todas las disciplinas, pero ya quisiera yo que los divos que hoy cacarean tanto, tuvieran la talla de un Viollet-le-Duc, de un Boullée o de Le Corbusier, ¡menudos chillones!, ¡qué buenos eran y cuánto lío armaron!
      Añado a lo del miriñaque, que Francia ha dado al mundo grandes marcas de perfumes, éstos han servido para ocultar mucha suciedad.
      Un abrazo

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  2. Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh y las salsas, todas las salsas...esas que les ponen a la comida caducada para no saber lo que ingieres.. "Salsa a La cuatre mont de les foiles du mantón de Duc"...Betún enjabonado encima las alcachofas para que no veas que te las dan más negras que el porvenir de nuestro país.
    En fin.
    Un placer.
    Salut

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    1. Miquel, parece que el pueblo galo dispone de muchos mecanismo para el enmascaramiento. Pero no quiero hablar de luces y sombras ni de tópicos, pues cada pueblo tiene sus vergüenzas. En arquitectura debemos dar la razón a los que proyectan con voluntad de servicio y son consecuentes con la cultura de su tiempo. Naturalmente que vamos a reprobar a todos aquellos que gritan e imponen. Dicho esto, también diremos que los arquitectos que he mencionado, con independencia del griterío, son unos verdaderos maestros.
      Salud

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  3. Le Corbusier y sus cinco puntos.-Bueno en cuanto al último grito de supositorio o pirulí en Les Glóries, me disgusto la verdad .Con ese cambio de tonos que parece una discoteca.El profesor que nos impartía Historia del Mueble era un gran admirador de Moneo.Y, de vez en cuando nos soltaba una frase que por lo visto le dejo marcado."Que era católico pero no practicante".Y eso iba en favor de que cuando alguien de la profesión que sea. Y en este caso Arquitectura tiene que meterse en el papel y sobre todo saber lo que maneja dejando a un lado sus creencias.

    -El gallo como símbolo de Francia ya nos los dice todo jejeje.Pero si, que les tenemos que agradecer muchas cosas...

    Un abrazo.

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    1. Querida Bertha, a mí también me disgusta el pirulí de Les Glòries, me parece un espectáculo considerado tanto como objeto o como concepto.
      Fui alumno de Moneo, entonces nos embelesaba con un discurso que casi siempre parecía dirigido a sí mismo, de todas maneras debo decir que de él aprendí algunos preceptos importantísimos en cuanto a la organización de una planta y ciertos aspectos para el control del espacio arquitectónico.
      Je,je, je, el gallo francés no para de cacarear.
      Un abrazo

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  4. Cuando la "creatividad" se materializa en un artefacto muy similar a un supositorio, hay que replantearse el concepto.
    Saludos desde Ampurias.

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    1. Amigo Cayetano, el edificio pirulí de colorines, ha tenido diversas interpretaciones, se ha dicho que era un falo, un supositorio, el dedo de un dios convergente, un mehir de cristal, una vertical de vanidades, una representación de las montañas de Montserrat, etc. Bien no sé si todo esto se ha dicho, en cualquier caso lo podrían haber dicho o lo digo yo, pero en este edificio no veo más que una voluntad de espectáculo y una manifestación de la vanidad del diseñador y del promotor (Aguas de Barcelona), un signo de poder, una construcción no sostenible, una irracionalidad desde el punto de vista de mantenimiento y de envejecimiento, un desorden urbanístic, un despropósito desde el punto de vista de construcción de la ciudad, un espectáculo bochornoso de día y una pachanga de noche.
      Salud

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  5. Caramba, nuncaloi hubiera pensado, me descubres mundos nuevos.

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    1. Amigo Fackel, estos galos parece que dibujen los planos a gritos. Comprueba los escritos de Le Corbusier y verás que este arquitecto, que tanto admiro, escribió gritando.
      Su "módulor" me parece la escultura cubista de acero "El Profeta" de Pablo Gargallo.
      Un abrazo

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