martes, 26 de mayo de 2015

Logotipos y literatura



Tengo poca esperanza en que se recupere el placer por la lectura. 

Los editores y libreros se lamentan de la pérdida de ventas y ésta no lo atribuyen a la crisis, ni siquiera al precio del libro o al elevado gravamen del IVA cultural. Están convencidos de que la pérdida de ventas es consecuencia directa de la pérdida de lectores. Cada día se lee menos. De esta circunstancia no hago un juicio de valor, sólo me limito a constatar.

Estoy convencido de que poco a poco nos tendremos que ir instalando en el erial de incultura lectora.
Ante este panorama no sería extraño que alguien propusiera la sustitución del mensaje textual por el logotipo, por el slogan, por el anagrama, por la imagen más o menos simplona e inmediata o por otros inventillos apresurados. Algo que no requiera el esfuerzo ni la concentración del receptor, algo fácil, muy fácil de captar.

De hecho, la utilización de logotipos no es cosa nueva, es habitual en la publicidad, en las instituciones, en los partidos políticos y en las competiciones deportivas, pero ahora quizás necesitemos darle un impulso definitivo. Se podrían crear logotipos para expresar “prima de riesgo”  o  “derecho a decidir”, diseñar muñecos o anagramas de colores para decir “límite de deuda” o “encausado por corrupción”.

Con la creación de logos se iría dando trabajo al diseñador gráfico que iría suplantando al escritor.

A pesar de todo, tampoco creo que con el cambio se pierda demasiado, pues, a la vista de la calidad literaria de lo que se publica, el salto al slogan o al logotipo no supone un tránsito muy brusco.  

12 comentarios:

  1. Realmente lamentable. La imagen y la pereza se han instalado en la sala de estar. Y entre los libros que son millonarios en ventas, aparte de algún que otro best -seller, aparecen las memorias del político de turno o de la petarda del programa basura.
    Un saludo.

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    1. Amigo Cayetano, la batalla contra la pereza está mal vista.
      Salud

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  2. Tiene que estar todo masticado , codificado y sobre todo con letras grandes .Es que ,sino se cansan,(lo digo por los alumnos).Que son el colectivo que más prolifera en desencanto con la literatura.-Y los mios de Historia del Arte, también se agobian y, por imágenes que no se diga.Es que hay un bombardeo mediático impresionante y eso distrae al más pintado.



    -Después tenemos las traducciones: eso es, la pera pocha.Porque una buena traducción puede darle un cierto realce a una lírica o narrativa mediocre.



    Creo sinceramente, que ni con esos recursos, se va a lograr que haya más interés por leer.

    Esto es, como el que le gusta pintar, cocinar, cantar etc.

    Un abrazo.

    PS: bueno ya el cambio se ha logrado. Ahora queda ver como arrancan las municipales?

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    1. Querida Bertha, se agobian ante cualquier esfuerzo, por mínimo que sea.
      Como tú dices, hay que dárselo masticado, como si fueran pajaritos. Será que ésta es una sociedad de pajaritos incapaces hasta de comer por sí sola. Siendo así, nos harán tragar cualquier bazofia.
      Un abrazo

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  3. Qué observación más pertinente.No me gusta sacar conclusiones generales sobre ejemplos particulares, pero he de decirte que mi sensación es que hay un grupo pequeño que lee mucho y una inmensa mayoría que no lee (me refiero a la lectura de paso corto y tiempo lento).
    Los segundos abrevan en la fuente de internet, tuiter y
    esa información que a las 24 horas ya es vieja no ha dado tiempo para someterla a escrutinio.
    Quizás estamos en fase de transición evolutiva: del homo sapiens al consumus, y nosotros -los que leemos algo más que los anuncios y marcas- somos los últimos representantes de la vieja humanidad.
    Agrupémonos todos...
    Un abrazo

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    1. Querida Amaltea, parece que todo responde al proceso evolutivo, donde unas especies desaparecen pero surgen otras nuevas "evolucionadas" -no quiero que el entrecomillado se lea como un juicio de valor-. Digamos que unas especies nuevas adaptadas al medio, pero también observemos cómo el medio se adapta al nuevo "homo consumus" y así la industria va produciendo los cachivaches que el nuevo "homo" demanda.
      Me gusta contar la anécdota de que en una visita de obra en el puerto de Barcelona pude ver que en unos silos enormes adyacentes a la obra en construcción, allí, entre el almacenamiento de soja, habían aparecido unas ratas blancas que no tenían ojos. Unos biólogos de no sé que instituto las estaban analizando y llegaban a concluir que se trataba de una especie nueva adaptada a la oscuridad del silo. Continuaron las investigaciones y yo ya no supe más. Creo que al "homo" se le adaptarán los ojos a la pantalla y sus dedos adquiriran más fuerza y vigor para teclear mejor, a medida que las piernas flaquearán.
      Un abrazo

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  4. Qué fascinante el tema. A mí, que me enseñaron con base a leer y escribir, y que posteriormente superé descuidos (la enseñanza no hizo mucho más en ello que mis padres) me encantan leer anagramas, logotipos, anuncios callejeros, pintadas, pasquines tirados por el suelo...y lo mejor de todo es que opino sobre ellos en mi fuero interno y los corrijo, doy el visto bueno o los desecho, me estimulan algunos y muchos otros me cabrean. Pero saberme no dependiente exclusivo de la tipografía digital o de cartelones me hace sentirme soberbio, hala. De la publicidad televisiva habla otro día, hermano. Eso sí que es configurar mentes planas. Destrozan la geometría del pensamiento.

    Un abrazo.

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    1. Amigo Fackel, los logotipos nos invaden, son el mensaje corto y fugaz. Con el mensaje gráfico se puede conseguir que la población esté entretenida sin que tenga que leer nada, en este sentido podríamos decir que es una forma de empobrecimiento, pero con un buen adiestramiento y sobre todo con buena voluntad se puede llegar al arcano lo gráfico y reflexionar sobre el mensaje, aún así, teniendo en cuenta este beneficio colateral, prefiero un canto de la Comedia de Dante.
      Salud

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  5. Tu lamento es cierto y a la vez que tuyo es también el de muchos otros. En ese lamento siempre aparece el temor que expresó Ray Bradbury en su novela Fahrenheit 451 contraponiendo, como si fueran el agua y el aceite, palabras con imágenes. Las cosas no son así ni funcionan así. Mi hermano es diseñador gráfico y experto en Marca i, por consiguiente, en símbolos visuales y logotipos. No hace falta decir que cada uno ocupa su lugar y cumple una función específica sin robarle ni invadirle el espacio a nadie y mucho menos a las palabras y a los textos, no confundamos la magnesia con la gimnasia.

    Saludos

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    1. Amigo El peletero. Coincido contigo, palabra y símbolos visuales se complementan, lo que me preocupa es la pérdida de calidad del mensaje, el mal uso de la palabra o del valor de la imagen.
      Salud

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