Florencia
fue la ciudad del arte y las libertades, de la venganza y la licencia.
Cayeron
sobre Florencia muchas maldiciones. En 1304 se hundió el puente Alla Carraia
por donde podían pasar los carros, debido al hundimiento murieron muchos
florentinos. También en 1304 se declaró un gran incendio en el que ardieron más
de 1.700 casas, se perdieron grandes tesoros y el número de víctimas fue
elevadísimo.
Florencia
estaba dividida por las facciones de güelfos y gibelinos. La brecha entre los
dos bandos era exagerada, hasta el extremo que de que cada bando se vestía de
un color distinto; la forma de las almenas de los castillos y palacios denotaba
de qué partido era su dueño. Cada cual cortaba a su manera las frutas y los
ajos, habían recibido consignas o instrucciones para cortar lo que se les
pusiera por delante.
Tanto
gibelinos como güelfos rezaban, los gibelinos tenían por santuario de San
Pietro Scheragio y los güelfos, el Baptisterio de San Giovanni. Los gibelinos
abrían tres ventanas de las fachadas de sus casas y los güelfos sólo dos. Los
unos levantaban el dedo índice para conceder el perdón y los otros levantaban
el pulgar, pero ninguno perdonaba de veras. En el cultivo de las flores también
se diferenciaban, unos plantaban rosas rojas y los otros, rosas blancas. Unos
llevaban una pluma en la izquierda de su sombrero y los otros a la derecha.
almenas gibelinas
almenas güelfas
Aquellos
signos hoy nos resultan ridículos, pero reconocemos que en el fondo son la
expresión de actitudes irreconciliables. Hoy los signos cambian, pero las discordias
y escisiones que vivimos son tan irracionales como aquellas.
Estoy con La Divina Comedia.
ResponderEliminarDante se me hace complejo, a pesar que tengo un buen libro (el de Abilio Echeverría) que me lo traduce a la perfección, y una buena doctora que me lo explica especializada en él.
Déjame saber al final de que manera cortaba los ajos, de la misma manera de que porqué, para él, siendo el pecado, pecado, hay nueve escalafones, y por lo tanto penurias diferentes.
Veremos a ver si la maldad se paga al final toda por igual, o si, como me temo, según de como y que forma se cortan los ajos. Que todo podría ser.
un abrazo
Amic Miquel, creo que la traducción que tienes de la Commedia es buena, había oído hablar de esa traducción. Hoy, sin embargo, creo que habría que hacer una reflexión acerca de la vigencia de la forma en Dante, otras reflexiones sobre el contenido ya se han hecho.
EliminarAbrazos
Esos ajos seguro que no son de Las Pedroñeras, pero no importa. Su espléndida imagen ha despertado en mí una apetitosa urgencia de freírme un par de huevos con ajo, aceite de oliva virgen y un toque de pimentón. Los acompañaré con pan de leña y un buen rivera del Duero.
ResponderEliminar¡A tu salud!, amigo Francesc.
Amigo Loam, después de los huevos con ajo no viene mal una buena digestión con alguna lectura de "El Purgatorio".
EliminarBuen provecho.
No habrá nuevo renacimiento tras la disputa, si esta se agrava y si los "güelfos" (creo que llaman así a los del 3% y a los de los sobres)y los "sibilinos" no dejan sus intereses particulares a un lado para llegar a un acuerdo consensuado.
ResponderEliminarEsperemos que no haya otra Montaperti.
Un abrazo.
Amigom Cayetano, parece imposible un nuevo renacimiento, para ello se necesitarían grandes dosis de razón y esto anda escaso en estas tierras de "seny"
EliminarAbrazos
La gran importancia de cortar los ajos según el código correcto. La de romper los huevos por su extremo más afilado, la de llevar una pluma en el lado izquierdo o derecho del sombrero. Y mientras tanto, el náufrago ahogándose.
ResponderEliminarHay que ver cómo eran los florentinos…
Sí amiga Ana Mª, el caso es perder el tiempo en majaderías "y mientras tanto, el pueblo ahogándose". Pasan los siglos y tanto en Florencia como en algún corralillo más o menos cercano, las discordias no cesan.
EliminarSaludos
Ana Mª Ferrin. ¡Qué magnífico comentario!
EliminarAna Mª, creo que has escrito algún libro sobre Gaudí, ¿digo bien?
EliminarEn este blog encontrarás muchas entradas sobre Antoni Gaudí y el modernismo.
Saludos
Siempre hay un elemento distintivo para que unos y otros exhiban su pertenencia al grupo, clase, tribu, etcétera.
ResponderEliminarMientras ambas partes sean tolerantes, pero por desgracia los distintivos suelen exhibirse para reafirmar la superioridad de unos sobre otros. No olvidemos que el infierno, Dante lo describía como un embudo.Que cada cuál interprete como mejor pueda.
Abrazos mil
Querida Amaltea. Para identificarse utilizan cánticos, banderines, vestimenta,colores, escudos y cualquier cachivache más que la razón. Recoger la masa, meterla en un espacio y luego hacerla pasar por un tubo, es ni más ni menos que la representación de un embudo.
EliminarAbrazos
De tu planteamiento se podría deducir que la cultura y su diversidad dimana del conflicto, el caos, el enfrentamiento, la competencia y el todo vale para diferenciarse entre unos y otros. Supongo que las guerras aquellas serían para mantener hegemonías diferenciadas, tratar de superar uno a otro y generar economías basadas en las armas, en los bienes encargados por clérigos de alcurnia y condottieros y nobles, y un fructífero comercio intramuros y extramuros.
ResponderEliminarSiguiendo la propuesta apetitosa de Loam, creo que votaré en las próximas de lo que sean al adalid que lleve la insignia del ajo en su pendón, aunque claro si hay otro que lleva el de la cebolla me creará una gran duda sobre quién satisfará mejor mis necesidades.
Tras meditar sobre tu entrada, me queda más claro que nunca que hay mucho de güelfos y gibelinos en la Cataluña actual por las imágenes de exaltación de himnos, cánticos, banderas, banderolas, sones y matracas que se exhiben para solaz, recreo y algarabía callejera.
Amigo Fackel, todo se complica cuando se pasa de la diferenciación formal a la acción, a veces violenta, de los intolerantes, de aquellos que no admiten diferencias, de aquellos que solo admiten un único pensamiento.
EliminarAbrazos
Fackel. Bueno sería encontrarse con insignias de cebollas, pimientos, ajos, berenjenas... que, unidas, harían un buen potaje. Qué sería de la gastronomía sin la diversidad.
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