La
superficie de los líquidos se adapta a la forma del recipiente que los contiene
y se menea cuando se produce una mínima vibración o si el recipiente se mueve
un poquito.
Esta
imagen del líquido en movimiento expresa muy bien la realidad que nos ha tocado
vivir. Zygmunt Bauman con su filosofía sobre el mundo líquido ha sabido
teorizar de forma muy plausible sobre la naturaleza del cambio constante en el
que nos encontramos. Tiempos líquidos, modernidad líquida, el arte líquido,
todo está sometido al cambio constante y continuamos igual que siempre viendo
como la barbarie se está perfeccionando.
¿Produce
desazón este estado en movimiento? Es probable. En mi caso diré que me produce
un cierto desencanto, sin embargo, puedo adaptarme al movimiento, subirme a una
barquichuela y navegar, aunque sea a contracorriente. He comprobado que mi
desencanto no me afecta en la calidad del buen humor, si bien quisiera ser más
materialista de lo que soy, en realidad me gustaría tener la espiritualidad de
un zapato, ¡ojalá fuera el mejor de los mediocres!
No
me interesan los mundos simbólicos ni las utopías ni las patrañas políticas que
se basan en una ilusión. Cuando meriendo y disfruto de mi percepción gustativa,
no me interesa buscar nada en mi interior, de hecho, lo más profundo que tengo
es la piel y no busco otros estratos subcutáneos. No me encuentro decaído y no
busco ninguna técnica psicológica para alcanzar ningún estado diferente del que
me adjudican mis sentidos, creo que dentro de nosotros hay muchas vísceras que
funcionan, glándulas que son auténticas factorías químicas y redes nerviosas
magníficas. Para ver mi interior me conformo con observar alguna radiografía,
no necesito nada más, y como que no necesito nada, no me preocupa casi nada.
Mi
energía es como la de un gorrión nervioso.
Notar el interior es preocupante. Es ese momento de tu vida en que reparas que tienes articulaciones, próstata, bazo, etc. De joven, uno no nota nada dentro, salvo mariposillas revoloteando por la barriga cuando llega el enamoramiento.
ResponderEliminarUn abrazo, Francesc.
Amigo Cayetano, cuando notamos el interior ya podemos empezar a temblar, incluso las mariposillas que revolotean por el interior producen problemas.
EliminarSalud
Tengo la puta ( de putativa; sin ti no habría libro, manuscrito) mania de que la realidad que nos dibujas es la exacta a la que me pienso.
ResponderEliminarNo sabes lo que te encuentro a faltar.
Un abrazo de oso...oso mantecoso...
Amic Miquel, la realidad tiene múltiples matices, apenas puedo percibir el matiz que dibujo.
EliminarLlámame cuando quieras.
Abrazos
Un filósofo que hace pensar, sin duda, Francesc.
ResponderEliminarUn abrazo
Miquel, Baumann hace pensar, sobre todo cuando te das cuenta que estamos montados en la turbulencia.
EliminarSalud
Pues un gorrión nervioso despliega muchísima energía, no hay más que observar al pajarillo para percatarse de que esa masa pequeña es capaz de volar, hacer quiebros en el aire a una velocidad pasmosa.
ResponderEliminarQuizás si la gente estuviera más pendiente de su momento presente que de su proyección futura, el mundo sería un bálsamo de aceite. Gorriones sin internet ni progreso tecnológico, pero a lo mejor estaríamos todos más contentos.
Abrazos
Querida Amaltea, cuando observo los gorriones comiendo trocitos de patatas fritas y veo que caminan a saltitos me quedo frito como las patatas ¡Hay que ver que prodigio de pajarillos! Me gusta más el gorrión vulgar más que los pájaros exóticos.
EliminarAbrazos