Movimiento
continuo (1935). Rene Magritte
A veces avanzamos un poco y a veces retrocedemos a gran velocidad. Vivimos en un continuo ajetreo y aunque sea yendo para atrás, no paramos, somos adictos al
movimiento continuo.
Lo que puede parecer un cambio constante resulta que es bien poca cosa pues, hacia adelante o hacia atrás, el paisaje siempre es el mismo.
Nos
toca vivir tiempos de cambio, como siempre. El trajín incomoda, pero hay que
aceptarlo, y no nos queda otro remedio que adaptarnos a la movilidad.
Quizás,
la forma más lúcida de soportar al cambio sea la adaptación continua.
Recuerdo
que cuando empecé a trabajar ya me decían que estábamos en un momento de
cambio, que cambiaban las relaciones comerciales, el trabajo y la cultura. El hombre sabio que me lo decía, mi jefe, que había sido comerciante de carbón,
aseguraba que la inteligencia se demuestra con la capacidad de adaptación, así,
por esta razón, dejó de vender carbón y se hizo distribuidor de gas butano y
añadía que cuando la gente dejara de utilizar el butano vendería otra cosa que calentara.
Aquellas
palabras eran proféticas. El secreto está en encontrar cosas que calienten, ya
sea una friega con aceites de pediluvio o con extractos triples de acacia, iris
o heliotropo, ya sea con buena poesía que estimule la inteligencia y los
sentidos, ya sea con el calor de la amistad y de algún otro producto
calorífico.
Lo malo de todo esto es que algunos creen que una buena forma de calentarse es liarse a tortas.
Lo malo de todo esto es que algunos creen que una buena forma de calentarse es liarse a tortas.
Un buen cocido o una buena sopa calientan las tripas que es un primor. Los antiguos y las gentes de campo usaban mucho el brasero, pues quien calienta sus pies ya tiene una buena parte del trabajo hecho.
ResponderEliminarLo que hay que evitar, aunque estemos en invierno, es calentarse la cabeza. Es lo único frío que hay que mantener.
Un saludo, Francesc.
Amigo Cayetano, buena falta nos hacen los calores, no vaya a ser que se nos enfríen hasta las ideas.
EliminarUn abrazo
Jamás la violencia porque, aunque sea por puro pragmatismo, en cuanto le pegas una torta al vecino te caen diez más y así hasta el final de los días.
ResponderEliminarLa vida es cambio, nos parece raro porque tenemos la percepción de que la rutina es un seguro contra lo inesperado, pero es una ilusión. Así que pongámonos zen, y que ese suspiro de alivio, taza de café, mirada cómplice, poesía y todo lo que nos haga suspender la preocupación, sea bienvenido y lo recibamos como una compensación a las pequeñas o grandes adversidades.
Abrazos (me encanta Magritte)
Quería Amaltea, las mejores tortas son las de aceite y matalauva, hay que evitar las tortas del movimiento continuo. La violencia jamás.
EliminarLa calma creativa y adaptación al medio nos hacen más resistentes.
¡Buen elemento este Rene! a mí tambien me gusta.
Abrazos
Es que somos seres inquietos jaja y sí, sin duda alguna tu jefe era sabio (hoy se dedicaría a las subastas de electricidad ;-)
ResponderEliminarLa mejor cualidad del ser humano es su capacidad de adaptación, como especie, de ahí su supremacía y tb como individuo para prosperar interior y exteriormente; ) respecto a las sistemas calefactores que has elegido como tú me quedo con el de la amistad y el cariño… el de las tortas es el que usan los que se han criado en ambientes deficitarios en calor ; )
Otro abrazo fuerte!!
Querida María, casi que no me acuerdo de aquel jefe, yo era muy jovencito, apenas había salido del cascarón. Luego los pasos profesionales anduvieron por otros derroteros, muy apartados de butano.
EliminarSí, sí, la capacidad de adaptación es sin duda una de las mejores cualidades para sobrevivir.
La amistad y el cariño son buenos calefactores, no en balde se expresan con roces, frotamientos y abrazos calentitos. De todas maneras hay que tener cuidado, pues el roce hace la llaga.
Abrazos
Capacidad de adaptación si que tenía, si.
ResponderEliminarUn abrazo
Amic Miquel, era una persona con mucho sentido común. Luego le perdí la pista.
EliminarAbrazos
Saber adaptarse es básico, pero no está reñido con añorar tiempos mejores...Y eso que procuro evitar caer en el tópico de expresar aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor...Lo mejor, aunque no sea lo gratificante que quisiéramos es el aquí y ahora...
ResponderEliminarUn abrazo
Completamente de acuerdo Luis Antonio, la necesidad de adaptación es un acto de supervivencia que no debe hacernos perder la memoria. Recuerdo los alimentos de antes, recuerdo las buenas maneras, recuerdo la amabilidad, recuerdo el buen gusto por el vestir, recuerdo mucha desesperación y lucha para conseguir algunos derechos y no tenemos que olvidar nada de todo esto, mientras continuamos con el esfuerzo constante de adaptación.
EliminarUn abrazo