viernes, 6 de julio de 2012

La consagración de la primavera. Stravinsky




La consagración de la primavera tiene, según T.W. Adorno, una inclinación burguesa y regresiva y su arcaísmo es intencionado, dice que Stravinsky sigue la moda del primitivismo y del arte negro tan en boga a principios del siglo XX. Con esta manifestación, Adorno niega la carga de renovación formal que proponía Stravinsky.

Aun presentando un lenguaje nuevo con respecto a la revolución atonal de la música contemporánea, La consagración de la primavera constituye un callejón sin salida. Sí, un callejón sin salida que ha producido, sin embargo, una serie de imitaciones de cierta calidad ambiental. Con salida o sin ella, más de un crítico que ha admirado esta obra ha llegado a considerarla como uno de los fundamentos de la música contemporánea.

Si echamos una mirada rigurosa al Movimiento Moderno podemos observar, entre el expresionismo y la abstracción, como la vanguardia del siglo XX pasó del primitivismo de la primera década del siglo a las partituras de Schönberg.

Con coreografía de Nijinsky, La consagración fue estrenada en París en 1913 envuelta de un escándalo estrepitoso. Stravinsky cargó el fracaso sobre la espalda del coreógrafo, le acusó de haber hecho una coreografía no comprensible, chapucera y torpe.

No era del gusto del compositor esa interpretación coreográfica que con toda probabilidad deseaba un ballet en el que deberían contraponerse volúmenes limpios, sin ningún aditamento y donde pudiera expresarse la idea del compositor: hacer desaparecer la pasión subjetiva del romanticismo ante una colectividad anónima.

La consagración de la primavera hiere el oído, la armonía tiene una disonancia violenta, se yuxtaponen tonalidades distintas, acordes dobles, frases no resueltas, todo ello en medio de un ostinati rítmico que, en conjunto, produce un reposo final perfectamente tonal.

12 comentarios:

  1. Un compositor con muchos registros.Un grande del s.XX.Aparte de la obra que cita tube la suerte de verlo dirigiendo Pájaro de Fuego y me quedo gran pena con Petruska que dicen que es sublime.

    Un saludo.

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    1. Amiga Bertha, coincido, un grande del siglo XX y un privilegio el tuyo de haber visto a Stravinsky dirigiendo el Pájaro de Fuego, obra que admiro tanto como La Consagración.
      salud

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  2. plop!
    me gusta la música, pero no podría llegar al cerno de tus críticas,
    salut

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    1. Omar, amigo mío, las secuencias rítmicas de Stravinsky siguen esquemas métricos como los que me gusta encontrar en tus poemas.
      Salud

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  3. me he limitado a leerte, porque de música tan siquiera estoy preparado, y me he quedado perplejo de lo ignorante que llego a ser....o sea que oigo, pero no escucho, veo pero no observo, miro...pero no veo..Gracias, porque al menos me he enterado de alguna cosilla que pasa por mis oidos y que no logro discernir...un abrazo ¡ salut

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    1. De eso se trata, Miquel, de oír y escuchar y casi nada más, consecuentemente viene el disfrute.
      Salud

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  4. Para mí, Francesc, Stravinsky ha sido un revulsivo musical, con Debussy, principalmente. Es cierto, como dices, ese salto en el abismo al dodecafonismo de Schönberg, que marca el verdadero principio de la música clásica contemporánea, y que viene precedido por el experimento formal de Igor, que al fin y al cabo, es hijo de las grandes músicas románticas, léase Tchaikovsky y Rimsky-Korsakov, maestro del interfecto, y ejerce un poco de epígono díscolo de todas ellas. No obstante, ya te digo, me gusta, y creo que el hecho de que el el gran público y la crítica le rechazara, en ese momento del estreno, la propuesta de La consagración, denota que algún interés inusitado tendría esa música: en concreto, creo que la virtud de Stravinsky está en la rítmica, cargada de sugerencias folklóricas y de innovaciones técnicas. Esta mescolanza ha sido de una influencia decisiva en la música posterior del siglo XX, si no ando descaminado, que tampoco es uno, desde luego, un experto en la materia. Recuerdo un profesor de guitarra canario, muy famoso en el mundo de la pedagogía musical, Blas Sánchez, al que pregunté una vez si le gustaba John Coltrane, el saxofonista de jazz, y me respondió que el a partir de Stravinsky, paraba de contar. El libro de los gustos sigue en blanco.

    Gracias, querido amigo, por estas propuestas tan jugosas.
    Salud
    Manuel

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    1. Sí Manuel, un auténtico revulsivo. Admiro la obra de Stravinsky y su enorme esfuerzo creativo con la utilización de los ritmos populares, la importancia del primitivismo como lenguaje en oposición al romanticismo, el propio compositor se declaraba antirromántico. Digo que la obra de Stravinsky es única, empieza en él y puede que tenga una mínima continuidad en Bela Bartok y se acabó, a partir de entonces el hilo de Ariadna que discurre por el laberinto del Movimiento Moderno es el hilo del dodecafonismo y siguientes.
      Salud

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  5. Me quedaría con el último párrafo, y con las frases no resueltas, muy sueltas, qué gran tema...

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    1. En mi opinión, Lamarderemuée, se trata de frases no resueltas, efectivamente sueltas, que crean la tensión necesaria, ritmos arcaicos y disonancias inteligentes.
      Salud

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    2. Me lo quedo, con tu permiso.

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    3. Lamarderemuée, te puedes quedar con lo que quieras, faltaría más, para eso estamos.
      Salud

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