domingo, 8 de julio de 2012
Aparatejos inútiles, bambalinas y candilejas
Durante mucho tiempo se tomó el oro como patrón-valor para la determinación de la riqueza de un pueblo, pero después del crack del veintinueve se trastocaron las cosas y se buscó un nuevo patrón de medida. No parece que hayan funcionado otros medidores, los mercados y la ambición desmesurada lo echan todo a perder. Hemos comprobado, sin embargo, que algún valor permanece constante y que a pesar de las apropiaciones indebidas, parece probado que el trabajo bien hecho y el esfuerzo continuado conducen al progreso, siendo así las cosas sería deseable que el patrón-valor que determinara la riqueza de una población fuera el trabajo. Pero visto el desaguisado en el que nos han metido y presagiando lo que se avecina, prefiero plantear la subversión de todo y postular que el progreso no sirve para nada.
El progreso es la marcha del ser humano hacia un futuro mejor. Bien pues debemos sospechar: el mundo mejor no ha de llegar jamás, en todo caso bambalinas y candilejas de colores, i-pad, i-pod, i-phon y tanto aparatejo inútil, que vamos pagando, usamos y tiramos.
El progreso no conduce al futuro mejor. En este convencimiento está la subversión. El mundo, la vida del hombre, la realidad entera no son más que materia, contingencias de la materia a las que la razón humana intenta, en vano, dar sentido. La historia del hombre no es la crónica de su liberación. El ser humano, con todo su progreso, no se ha liberado de la animalidad. Poco a poco ha ido perfeccionando la barbarie. La liberación que nos ha de proporcionar el progreso es una ilusión vana.
Con el invento del fuego, de la cesárea, de la rueda o de las centrales nucleares la condición humana se mantiene inalterable, esto es, practicando la venganza.
No nos dejemos llevar por los falsos destellos del progreso y no hagamos como Sísifo, que va llevando la roca hasta la cumbre, caída y después volver a empezar; denostemos también el valor del trabajo y este progreso que sólo nos trae lucecitas rutilantes.
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el progreso es comodidad y también adocenamiento,
ResponderEliminarAmig Puigcarbó, sólo consideraré progreso aquello que puede proporcionar algo de felicidad al hombre.
EliminarSalud
Sí señor, bien dicho
ResponderEliminarGracias amigos societarios.
EliminarSalud
Francesc, humanidad no es animalidad porque aún tenemos un conocimiento sensible, además de los afectos, la inteligencia y la voluntad que son los que ponen al hombre en condición de ser humano, otra cosa es que el hombre no haya aprendido a querer obrar rectamente.
ResponderEliminarY ya que hablas de barbarie, en "la ambivalencia de la modernidad" dice Zygmunt Bauman que ser moral significa no sentirse nunca lo suficientemente bueno.
Salud
Querida amiga Loli, coincido plenamente contigo, humanidad no es animalidad, por esta razón me rindo al arte.
EliminarSalud
Hace poco Francis Black sintetizaba, o así lo entendí, lo del trabajo convertido en energía que no se crea ni se destruye y se convierte en dinero, para algunos. Lo del progreso siempre ha sido un acto voluntarioso, más una actitud de marcha que un estado permanente. Saludos.
ResponderEliminarLamarderemuée, muchas veces la energía, sobre todo la producida por el trabajo humano o animal, es energia de sangre, esto es la que sale directamente del músculo y produce sudor, entonces su apropiación indebida provoca una injusticia demasiado evidente y puede explotar en forma revolucionaria, como puede explotar también una manipulación indebida de la energía del núcleo del átomo. Otra cosa es el progreso.
EliminarSalud
"...Con el invento del fuego, de la cesárea, de la rueda o de las centrales nucleares la condición humana se mantiene inalterable, esto es, practicando la venganza..." que buena observación...y que terrible...salut
ResponderEliminarSí Miquel, yo creo en la técnica, en estos hallazgos, pocos, que han dado un cierto grado de bienestar: la calefacción, la cesárea, la caramelización de la cebolla, etc. pero tengo pocas esperanzas.
EliminarSalud
cito de memoria a camus: "no creo suficientemente en la razón humana como para adherirme a la idea del progreso".
ResponderEliminarestoy contigo; lucecitas rutilantes.
salud
Kynikos, yo creo demasiado en la razón, por este motivo no creo que el progreso no acerque demasiado a la felicidad.
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Lo del trabajo como patrón valor lo pienso desde hace mucho tiempo, y hasta creo recordar que lo dejé escrito alguna vez... Sin embargo, no estoy tan de acuerdo en que el progreso sea malo intrínsecamente, sino más bien, como en el caso del trabajo, su apropiación por quien tiene la fuerza necesaria para hacerlo, de modo que, Francesc, acabaré por decir contigo: ¡viva la subversión!, para que nadie coja lo que no le pertenece, y volvamos al fondo de la caverna de la que nunca quisimos salir...
ResponderEliminarUn abrazo.
Javier amigo mío, yo no sé si quisimos salir o no de la caverna, parece claro que algunos nos quisieron sacar de ella y para ello nos metieron en la cabeza la idea de que gracias al progreso podríamos salir con más o menos fortuna, estos afanes produjeron tensiones y un incremento de la barbarie, el progreso que sirvió para estas hazañas es absolutamente perverso. Si la técnica se puso al servicio del progreso para calefaccionar la caverna o para que nos sintieramos mejor en ella, entonces doy la bienvenida al progreso.
EliminarSalud
Casi estamos de acuerdo en el tema del trabajo, la energía y la sangre lo que no queda claro es el progreso. La clásica definición de único estado, insisto, permanente de los bienpensantes, y en solo una parte del globo que nosotros ocupamos, no tiene ninguna base como tampoco aplicar a la política un concepto de progreso pensada para alcanzar la revolución del proletariado, sí, parece ridículo recordarlo. A partir de ahí se convirtió en una entelequia difusa que lo impregnó todo desde la ciencia a la conciencia, pasando por la economía, la técnica y todo lo habido y por haber. Y le salieron todo tipo de contestatarios, también difusos, desde la praxis a la teoría. Conceptos como razón y otros muchos quedaron maltrechos y la persistencia de esta ceremonia de la confusión solo sirve para justificar la inacción, porqué eso es lo que produce el concepto, todo lo contrario a su idea primigenia, produce parálisis. Saludos.
ResponderEliminarMuy curiosa casualidad: hace un par de días escribía yo un microrrelato de cienciaficción-terror (bastante negro, por cierto) precisamente sobre... esto. Y mira que es notoria mi fe y mi recalcitrante optimismo. No debo de encontrarme en vena; será cosa del calor. Abrazos.
ResponderEliminarCuriosa paradoja, querida Salomé, esto de que una admirada optimista coincida con este que figura en la nómina de los hombres más pesimistas del mundo.
EliminarSalud amiga.
No hay más progreso que el que logra cada persona liberando sus cavernas interiores...El trabajo por cuenta ajena es un atentado a la libertad del individuo...¡Abajo las cadenas! ¡Viva yo!
ResponderEliminarAmigo Manuel, ¿y qué pasa cuando no se tienen cavernas interiores?
EliminarSalud
bueno amigo, aquí hay un problema, semántico diría yo
ResponderEliminarpuesto que progreso nunca podría significar las verdades que tu dices, sino que el término sería otro,
tampoco se podría utilizar regreso, porque ello podría inducirnos a pensar en algunos momentos de la humanidad que fueron gloriosos, maravillosos
.
en fin,
la nueva era nos está llevando por el camino tortuoso de cambiar la esencia conceptual de la palabra,
y al decirlas, expresamos lo que pensamos no lo que realmente quieren significar
.
un abrazo amigo
(perdón por la controversia)