miércoles, 4 de julio de 2012
El baile en la plaza
Cuando la noche se hace más tibia
y más espesas las sombras del adiós,
por el camino de las centellas
bajaré hasta la plaza.
Dejaré en lo alto de la montaña
a los azotacalles de la virtud
y los necios de la gloria quedarán
entre los árboles otoñales.
Bailaré con rabizas y santos
y, sin esperar a que hable
aquella que siempre tiene la última palabra,
contemplaré las estrellas que el amor movió.
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Hermoso y mundano propósito. Pausada y decidida cadencia en estos versos. La presencia inquietante de estas aves que vigilan la necedad y la virtud, subyuga. Gracias, Francesc, un gran poema en mi modesta opinión.
ResponderEliminarSalud
Manuel
Amigo Manuel, la foto de estas aves la hice el verano pasado en Colonia, son cuervos de metal que se posaron sobre mi mesa.
Eliminarcelebro que te haya gustado el poema.
Salud
poesia en estat pur.
ResponderEliminarGràcies Puigcarbó, aquests versos també estan contaminats.
EliminarSalut
te sigo...
ResponderEliminarAmigo Miquel, nos seguimos por los escritos y por los aires del mistral.
EliminarSalud
Me encanta. Qué disfrute, qué buena propuesta. También me gusta las fotos de los pájaros. Saludos y gracias
ResponderEliminarAmigos, estos cuervos con sus alas de metal puede que me dictaran los versos.
EliminarSalud
una obra de arte
ResponderEliminarsaludos
Omar, amigo mío, agradezco tus palabras. Los cuervos impasibles acechaban y el aire de Colonia con su imponente catedral incitaban.
EliminarSalud