Me ha gustado mucho más la Pasión. Entre las dos obras he notado esa diferencia que se manifiesta entre aquello que se componía hace veinte años y las últimas obras de los músicos contemporáneos, esto es el retorno a la melodía, que en el caso de la Pasión está muy depurada, y que se encuentra influenciada por la atonalidad del siglo XX.
La atonalidad caracterizaba la estética vanguardista, comprometida y formalmente revolucionaria que surgió con el Movimiento Moderno. Pasados muchos decenios, hoy valoro el esfuerzo de compositores como Gubaidulina, que, sin renunciar a la atonalidad, componen una música limpia, clarísima y que se presenta con una corrección madura y llena de contenidos.
La atonalidad caracterizaba la estética vanguardista, comprometida y formalmente revolucionaria que surgió con el Movimiento Moderno. Pasados muchos decenios, hoy valoro el esfuerzo de compositores como Gubaidulina, que, sin renunciar a la atonalidad, componen una música limpia, clarísima y que se presenta con una corrección madura y llena de contenidos.
No me puedo sustraer de mi actividad profesional y pienso que la reflexión sobre los valores de las vanguardias tiene un paralelo con lo que está pasando en el mundo arquitectónico.
Los experimentos atonales que se produjeron en la segunda mitad del siglo pasado los asocio a un racionalismo creativo que pretendía cambiar el mundo.
¿Era ideológico? Pues sí.
Parecía que a algunos autores sólo les interesaba la ruptura de las leyes de la armonía, sin detenerse en la reflexión estética o ética.
En mayo del 68 y con el pensamiento de Marcuse se cuestionaron las ideologías, entonces surgió el debate artístico. Se cuestionaron los lenguajes artísticos, también la atonalidad. ¿Hacia dónde debían encaminar sus composiciones los buenos músicos? Y aún, cuando cae el muro de Berlín y se deshace la URSS, ¿qué sentido tiene mantener un racionalismo atonal?
Ora tutto è perdutto, dicen mis amigos de Recanati
Ahora debemos luchar con más fuerza. Los artistas lo tienen difícil, tienen que ser muy, muy buenos para vislumbrar una salida airosa.
Escuchando la Pasión de Gubaidulina he confiado en la visión amplia y premonitoria de los artistas, en su creatividad.
No sé cuando se compuso el Offertorium, seguramente es un poco anterior a 1980. Veo que tiene la tensión de una obra que está en la frontera de lo tonal, quiero decir que la ruptura de la melodía se consigue asumiendo la gran potencia la atonalidad. Como aquel que habla un lenguaje anacrónico, en el mejor sentido de la palabra, y que sufre porque cree que el discurso formal no se corresponde con la realidad ideológica, pero que sin embargo, se configura como una plenitud estética total.
Propongo a mis amigos una reflexión. Una cuestión:
¿Creéis que para llegar a la Pasión de Gubaidulina podemos trazar la línea continua (brevemente y a grandes rasgos) que expongo a continuación?
1)
Iste Confessor
Domenico Scarlatti
2)
Requiem, S.B660
“cantato secondo l’usanza venetiana”
Banedetto Marcello
3)
Pasión según Mateo
J.S. Bach
4)
La obra para órgano
Max Reger
5)
Liturgia de San Juan Crisóstomo
P.I. Tchaikovsky
6)
Weihnachtsoratorium
Friederich Nietzsche
7)
Lux Aeterna
G. Ligeti
8)
Credo
K. Penderecki
y finalmente
Pasión según San Juan
Sofia Gubaidulina
No estoy a la altura para contestar. Solo se si una cosa me agrada o me disgusta, pero poco más...y esa es otra de mís graves deficiencias...Un saludo. Pido disculpas por no poder colaborar...
ResponderEliminarAmigo Miquel, no creo que debas pedir disculpas de nada. Como tú dices: me agrada o me disgusta, tampoco hay que buscarle tres pies al gato.
ResponderEliminarTe digo que si tienes ocasión podrías escuchar alguna de las obras que he mencionado, creo que te gustarán, por ejemplo la de Scarlatti (Iste Confesor) es una obra preciosa.
Salud
El Offertorium lo compuso en 1980 siendo posteriormente revisado en 1982 y 1986. Francamente, creo que mis gustos van por otro lado; no termino de llegar a sentir toda la música experimental que se ha hecho, y muchas de sus nuevas corrientes. Con la atonalidad, sin embargo, sí que estoy de acuerdo, pero no con todas las obras que he escuchado. Creo que también es falta de tiempo para escuchar con tranquilidad, o al menos eso es lo que me dice mi hermano.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Gracias Carlos, no sabía exactamente la fecha de composición del Offertorium lo databa anterior a 1980. Yo también prefiero la atonalidad, pues supone un avance y una progresión.
ResponderEliminarSalud
Voy a buscarlas.
ResponderEliminarBesos!!!
en este tema estoy muy pez, lo importante es que a ti te guste.
ResponderEliminarQuerida Andri, no hace falta que corra, poquito a poco. Le recomiendo Scarlatti y Gubaidulina, también Bach, faltaría más.
ResponderEliminarSalud
Amic Puigcarbó, son bons musics, es poden escoltar en calma.
ResponderEliminarSalut
No conozco ninguna de las dos obras de Sofia Gubaidulina, pero por lo que dices merece la pena escucharlas, intentaré encontrarlas.
ResponderEliminarGracias Francesc.
Amiga Clea, Gubaidulina igual que otros compositores de música comtemporánes es poco conocida. Ciertamente merece la pena escuchar su obra teniendo en cuenta, eso sí, que pertenece a una estética poco divulgada.
ResponderEliminarSalud
Estoy escuchando esta bella propuesta. Muy bella la primera.
ResponderEliminarGracias por compartir.
:)
La sexta recomendación, fabulosa, señor Francesc. :)
ResponderEliminarEsta fue la que más me gustó.
ResponderEliminarWeihnachtsoratorium
Friederich Nietzsche
Andri, la primera, Iste Confessor, presenta una estructura antigua bellísima sobre todo por el tratamiento de la voz blanca.
ResponderEliminarEl Weihnachtsoratorium de Friederich Nietzsche fue detestado por Wagner, no me extraña a tenor de su enemistad que parte del segundo acto de Sigfried
Salud
Buenas noches, Francesc. Tuve mucho gusto en recorrer tu elegante página. Mis felicitaciones por tu sentido estético y el elevado nivel de tus aportes.
ResponderEliminarDesde Lisboa, un saludo cordial y un abrazo afectuoso.