viernes, 7 de octubre de 2011
Obscuro
Aullidos de lobo hacen más obscura
la noche de plata. Se oyen de lejos
alaridos de lechuzas y búhos
que ocultan la luz de la Vía Láctea.
Al atardecer, cuando el tiempo traga
la densidad de la luz del crepúsculo,
el caminante en la ruta de octubre,
ante el muro altísimo, detuvo su andar.
Se desvanece el alba de noviembre
y sobre el musgo húmedo caen los sillares,
los deseos y el recuerdo alado.
El muro en ruinas nada oculta ya,
las sombras del otro lado son ahora
el faro encendido de los crisantemos.
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Todo se auna, palabras e imagen, para adentrarnos en el invierno.
ResponderEliminarMe gusta mucho.
Salud
... poco más a decir...
ResponderEliminarHermosa desesperanza que abriga como las noches que se quedan solas sobre el invierno.
ResponderEliminarsorprende gratamente el final, crisantemos...
ResponderEliminarMi admiración de siempre, y un abrazo
Siempre me ha costado ver las sombras del otro lado...salut
ResponderEliminarSeñor Francesc, usted crea vicio de venir a su sitio.
ResponderEliminarBonito viernes y lindo finde :)
Amiga ISABEL, las sombras, cuando se acerca el invierno, se alargan; celebro que te haya gustado.
ResponderEliminarMIQUEL, al otro lado también hay sombras y poco podemos decir de ellas.
Salud amigos.
Querida Maeva, las sombras se precipitan como un alarido, son como un concepto aparte de la luz, y cubren los pavimentos de cristales puntiagudos.
ResponderEliminarSalud
Mi buen amigo Omar, cuando los días dibujan manchas pardas en la piel y las hojas secas cubren el suelo primordial, entonces florecen los crisantemos.
ResponderEliminarSalud
Andri querida, no quisiera que las sombras atrajeran o crearan adicción alguna.
ResponderEliminarSalud
Admirable soneto, Francesc. A pesar de ser el tema marcadamente romántico y con un tinte incluso gótico, el final rescata toda la luz y la belleza simbólica del crisantemo, y despeja la tristeza de la parca.
ResponderEliminarMe encanta, y goza, como es hábito en ti, querido amigo, de una musicalidad impecable.
Salud
Manuel Marcos
Gracias, Manuel, celebro que te haya gustado. Ya hago los posibles para alejarme del claro de luna, de cobijarme bajo los tilos y no acercarme a los acantilados, pero ¡Ay, los románticos! Cuánto polvo acumularon sobre el arpa del rincón obscuro.
EliminarSalud