Más allá de lo que existe y de lo ausente se halla la dispersión. Es nómada, forma parte del caos, se escapa de la predicción, pero forma parte del goce estético.
El goce es el fin que la dispersión esparce una y otra vez. El goce es la danza planetaria que vaga en la imaginación.
El goce transforma los signos del pensamiento, excede sus límites. Da mayor amplitud de onda al razonamiento.
"Más allá de lo que existe y de lo ausente se halla la dispersión. Es nómada, forma parte del caos, se escapa de la predicción, pero forma parte del goce estético." Trasladado este pensamiento al individuo y a la opción de la vida de un individuo te diré que tiene sus riesgos o, mejor dicho, un precio alto. La dispersión es una actitud natural y personal, no solo del mundo de las ideas o de los sistemas expresivos. La dispersión genera dificultad de ubicación y encuentro, y aunque proporciona alto goce, como dices, genera estabilidad quebradiza donde uno puede entregarse solamente a la suerte. Pero la dispersión nutre el pensamiento abierto y en todas las direcciones posibles.
ResponderEliminarAmigo Fackel, mi profesor Eugenio Trías dijo: "Ahí está 'la dispersión' ahí, injustificada y por-qué-sí, sin aval y sin recurso. Quien quiera cogerla al vuelo que lo intente. Pero ¡No pretendáis recogerla! ¿Dejadla, dejadla ahí, dispersa y nómada!"
EliminarMenudo Trías, siempre andando por los límites, y nosotros tan jóvenes escuchábamos.
Coincido con lo que dices: la dispersión nutre el pensamiento abierto y en todas las direcciones posibles.
Saludos
El caos es un buen lugar para encontrar temas que tienen que ver con el arte, pero también con otras materias. Incluso con la vida misma. Puede ser hasta terrible. No tiene por qué ser nesariamente bello.
ResponderEliminarUn saludo.
En el caos podemos encontrar de todo, por ejemplo algunas piedras preciosas, pero principalmente lo que hallamos es desorden y a mí, esto me inquieta. Es imposible trazar una línea que una dos puntos del caos.
EliminarSaludos
Completamente de acuerdo con las frases de Eugenio Trías —a quien no tuve de profesor, por desgracia—, tuyas y de Fackel acerca de la dispersión. Por cierto, creo que con lo joven que era yo por entonces no hubiera aprovechado mucho sus enseñanzas, que ahora echo de menos.
ResponderEliminarÉramos jóvenes y nos perdíamos muchas cosas -tendríamos la cabeza en otro sitio-, lo cierto, sin embargo, es que estábamos muy ocupados, por otra parte, y como contrapartida, hay que decir que al lado de lo negativo por no aprovechar lo que nos decían, teníamos una vitalidad que poco a poco se ha ido perdiendo o trocándose por experiencia.
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