El poder es una máquina abstracta que engulle todo el esfuerzo y emoción de los ciudadanos para nutrirse y engordar. Se vale del engaño publicitario y de la manipulación de las voluntades individuales. Se vale del tonto útil, de los símbolos, de las entelequias patrióticas y de una serie de elementos esotéricos que propugnan creencias religiosas, mágicas o pseudocientíficas.
Al lado del poder se instala un sinnúmero de puritanos de diversos signos –de derechas y de izquierdas– que se creen poseedores de un ideal cívico, de una verdad exclusiva que según afirman es universal, que sirve para todos y que nos hará muy felices.
Con esta excusa nos quieren poner en fila y así, juntitos y alineados, siguiendo sus consejos o imposiciones alcanzaremos la felicidad. Son los redentores que habrán de suprimir el dolor de la vida.
Son tan refinados sus consejos y tan elevados sus ideales, que su altura me produce vértigo. Temo caerme de aquellas alturas y pegarme un batacazo descomunal.
Soy volteriano y creo que el ser humano es un animal, demasiado animal, –hala Nietzsche, ahí va esta– y por lo tanto, soy incapaz de alcanzar las cimas de las que hablan los puritanos moralistas de izquierdas y de derechas, los nacionalistas mesiánicos, independentistas fanáticos o los engreídos supremacistas.
En las altas cumbres de los ideales no veo más que vileza y depravación.
Las leyes y la educación nos valen para impedir que el salvajismo natural del ser humano se desmadre y sirven para evitar que la animalidad ponga en peligro la integridad de los hombres y mujeres que viven en este mundo maltrecho por la irracionalidad.
No me fio del buen salvaje y menos aún de aquellos que nos dicen que abandonemos los pequeños vicios mientras se reservan para sí los grandes; desconfío de aquellos que nos dicen que cuidemos el cuerpo y que vayamos a sudar a los gimnasios y que no comamos bistecs de ternera, que seamos todos más atléticos, que no abusemos del alcohol y añaden que la inteligencia emocional es el no va más de lo más.
Dejadme tranquilo, no me hagáis tan puro como vosotros. Dejadme la menuda libertad de vivir como me vaya bien, de forma higiénica y de acuerdo con la ley, que, aunque sea vegano, abstemio y vaya al gimnasio, no voy a zafarme del final que a todos nos espera.
Y siempre ha sido así. Debe ser una experiencia chamánica eso de detentar el poder, de sentir que todos esperan órdenes, consejos, admoniciones, bendiciones y que además se cobra tan bien por hacerlo, que al final el máximo deseo es eternizarse.
ResponderEliminarLastima de que de que en ocasiones salgan avis Florencis para fastidiarlo todo.
Salut
Sí, Miquel, siempre ha sido igual, el engaño adquiere diversos matices, adecuados a cada momento histórico, pero el fin es el mismo: unos manipuladores que aprovechan la candidez de quienes se dejan manipular, los primeros piden y los segundos se lo dan.
EliminarSalud
Siempre hay alguien que muerde el anzuelo y se cree lo que predican los talibanes de turno.
ResponderEliminarSaludos.
Amigo Cayetano hay muchos anzuelos y muchos que los muerden y quedan atrapados, y lo peor es que les satisface.
EliminarSalud
Totalmente de acuerdo en todo lo que dices.
ResponderEliminarLos integristas religiosos defienden la censura de palabras e imágenes en nombre de la salvación de las almas en la vida eterna. Pero da la casualidad de que una censura igual de rigurosa se defiende y se impone en nombre de ideales laicos y emancipadores. Si hablamos de arte, por ejemplo, se intenta prohibir la exhibición de "Thérèse soñando", de Balthus, como antes se prohibía "La maja desnuda", de Goya. En ambos casos, y en muchos otros que no cito para no alargarme más de la cuenta, la finalidad siempre es la misma: que seamos "políticamente correctos", que seamos felices y que estemos todos "juntitos y alineados". Y para conseguirlo, tenemos que ser buenos, pensar todos lo mismo, y ahora también cuidarnos mucho y llevar una vida muy sana y muy vegana.
Resulta que el autoritarismo se ejerce no solo en nombre de la ortodoxia patriótica o religiosa, sino también del más sagrado respeto a las minorías, a los más vulnerables, etc. Todo eso y más. Pero en el fondo resurge la trampa de siempre: prohibimos algo o condenamos sin juicio a alguien porque queremos salvaguardar a los inocentes; si no lo acatas o no estás muy de acuerdo, eres cómplice de los opresores y de los culpables. O sea, eres un ser impuro y altamente repudiable.
Concluyo lo mismo que tú: «Dejadme tranquilo, no me hagáis tan puro como vosotros. Dejadme la menuda libertad de vivir como me vaya bien, de forma higiénica y de acuerdo con la ley, que, aunque sea vegano, abstemio y vaya al gimnasio, no voy a zafarme del final que a todos nos espera».
Amigo Granuribe, el puritanismo está creciendo, también la sensiblería y la intransigencia. Lo “políticamente correcto” atonta. Corremos el peligro de que nos acusen de un delito de odio por cualquier cosa que opinemos y no satisfaga a uno u a otro colectivo.
EliminarLa cesura ahora es muy sutil, el poder consigue que nos la autoimpongamos, haciéndonos creer que cualquier discrepancia es una inmoralidad.
Salud.
Muy bien. Apartemos el poder por ser una máquina abstracta que engulle todo el esfuerzo y emoción de los ciudadanos para nutrirse y engordar. Hasta aquí, magnífico!
ResponderEliminarY ahora, después del anunciado ¿Cuál es la propuesta?
Noxeus, constato. Yo no pretendo arreglar nada, solo quiero que me dejen tranquilo. Procuro hacer bien mi trabajo y te aseguro que no escatimo ningún esfuerzo y esta es mi aportación.
EliminarDigo que la ley y la educación nos apartan del salvajismo y sirven para evitar que la animalidad ponga en peligro la integridad de los hombres y mujeres que viven en este mundo maltrecho por la irracionalidad.
Salud
El aceptar otras ideas sin cuestionarlas y por puro servilismo es consecuencia de la falta de criterio propio. Al margen de que éste esté o no equivocado...
ResponderEliminarUn abrazo
Amigo Luis Antonio, la incultura es una de las bases del servilismo. Otra es el miedo.
EliminarSaludos
Decimos una necedad, y a fuerza de repetirla, acabamos creyéndola", dicen que decía Voltaire. Cada ve el mundo no como es, sino como él quiere verlo. No hay grandes diferencias entre "los altos ideales" religiosos y políticos, ambos siguen las mismas pautas, los mismos predicadores, catecismos similares y siempre hay talibanes en todas las causas. En mi vida intento guiarme por la razón y por un sano pragmatismo, no soy de buscar culpables sino que intento buscar soluciones a mis problemas. Las nuevas religiones han cambiado el discurso, antes nacias pecador y tenias que estar toda la vida pidiendo perdon al Cielo, cosa que es harto cansada. Ahora los "nuevos profetas", los cargos y cargas públicos y públicas viven de generar problemas donde no les hay para aparecer ellos como salvadores, así enfrentan hombres con mujeres, ricos y menos ricos, los de un pueblo con el de al lado , una región con otra, un país con otro.
ResponderEliminarDesde esta putrefacción nauseabunda de pensamiento son tan arrogantes que van dando "carnets" de inocencia o de buena ciudadanía, si compartes su religión eres buen ciudadano o buen patriota y si ves, como yo veo, que no son más que una panda de zopencos, sin pensamiento político, sin razón y fundamentalistas de la estupidez eres un fascista, quieren “animalizarte” para anular tu pensamiento. Asi que intentar vivir libremente se ha convertido una fatigosa actividad que te compele a casi estar dando explicaciones o justificaciones de continuo a idiotas cuya principal actividad consiste en fiscalizarte la vida.
El ambiente es putrefacto. Algunos nos acordamos del magnifico “Vive y deja vivir” y lo echamos de menos.
Un saludo.
Amigo Daniel, se repiten necedades y mentiras y muchas veces la repetición tiene como único objeto la manipulación. Los “nuevos profetas”, como tú los denominas, practican muy bien este ejercicio de repetición de la mentira. Enfrentan a unos contra otros, crean problemas o magnifican aquellos que apenas tienen importancia, utilizan los medios de comunicación y elaboran listas de afectos y desafectos. Estoy convencido que mientras las elaboran están planificando las purgas.
EliminarDaniel, por mi actividad profesional, siempre he tenido que atender a lo sustantivo, a lo tangible, a las cosas que pesan y que se pueden medir, he tenido que ser práctico y lo celebro, me he zafado de toda polémica ideológica y religiosa, estas cosas solo hacen que estorbarme y yo, tan limitado como soy, no puedo estar diseñando una estructura y atender, al mismo tiempo, aquellas cuestiones tan elevadas que predican los sectarios, los políticos mesiánicos, los esotéricos y otros embaucadores. Prefiero el cálculo y la ciencia empírica y estoy en contra de las “ciencias brujas”. Quiero que me dejen tranquilo.
Saludos.