A
los poetas les gustan las ciudades de calles rectas,
si son ciudades de Tracia aún mejor.
La poesía elude recovecos.
El poeta prefiere una visión recta para poder mirar al bies.
Para la poesía son ideales las ciudades hipodámicas de Stara Zagora, Mileto, Barcelona, Manhattan, también las encrucijadas que favorecen el libre intercambio y los cielos azules del Egeo y los jardines del Infinito.
Los ensanches del siglo XIX: plan Cerdá, plan Castro... funcionales, prácticos... muy en la línea de la organización del campamento romano, todo en orden; aunque puede que falte la chispa y la sorpresa de los planos laberínticos y radioconcéntricos de los núcleos históricos, gratos para el visitante, aunque un infierno para transitar por ellos si cometes la locura de llevar vehículo propio.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Cayetano, los rectilíneos tienen también una chispa, desde luego menos retorcida, ja, ja.
EliminarSalud
Es curioso, siempre pensé que la poesía es tortuosa, pensando un poco quizás es como nos muestras, al poeta le gusta la visión clara para luego transfórmala con su mirada.
ResponderEliminarPero, la verdad, soy un profundo ignorante de todo lo relacionado con la poesía, nunca he llegado a comprenderla.
Un saludo.
Amigo Daniel, la poesía tortuosa marea al más pintado. Ni Dante, ni Horacio, ni Horacio, ni Machado fueron tortuosos. Aquí lo que vale es el arte de la palabra.
EliminarSalud
Aunque siguen habiendo dameros malditos, y como no soy poeta, te creo.
ResponderEliminarCómo no crer en la palabra de un poeta?
Salut
Miquel, ya sabes que huyo de los retorcimientos.
EliminarSalud
Nunca lo había pensado así...
ResponderEliminarUn abrazo, Fran
Amiga Myriam, aspiro a la claridad, los versos de Dante, Leopardi, Horacio, Pinchas Sadeh, Adam Zagajewski, Iehuda Amikhai y otros hebreos, la poesía andalusí...
EliminarAbrazos