El
cornado –escrito así, sin acento final– es una moneda antigua que se acuñó en Castilla
desde el siglo XIII hasta el XVI. Parece que se le designó con este nombre
porque en una de sus caras aparecía la figura de un rey coronado. Su valor equivalía
a la sexta parte de un maravedí; bah, muy poca cosa.
El
cornado tenía dos caras como todas las monedas. La cara, un rey coronado y la
cruz, una especie de castillo mal construido con dos estrellas encima. En una cara
el pesimismo por la sumisión al poder y en la otra, el escepticismo ante la estática indiferente de una
construcción humana desequilibrada. Pesimismo y escepticismo, dos caras de una misma moneda.
El
pesimismo es un estado emocional, un decaimiento que circula desde el estómago
hasta el tuétano, como ese frío que se mete en los huesos que tanto hiela el
cuerpo como del alma. El pesimismo es visceral y siniestro y, si por ventura llega a desaparecer, deja cicatrices.
En
la otra cara de la moneda hallamos el escepticismo, esta lógica que nace al
saber que el mal estructural no se puede remediar y que toda construcción
humana es inestable. El escepticismo es racional. Contempla la naturaleza humana,
el paso de la historia y la mala baba cósmica y a partir de la observación y de
la experiencia, deduce que de todo esto no puede salir nada bueno.
Las
dos caras del cornado: emoción y razón, pesimismo y escepticismo separados por
el grosor de una moneda.
Me has hecho pensar.
ResponderEliminarNo lo había mirado nunca de esa manera.
Un abrazote
Amic Miquel, las monedas hacen pensar. Muchos no piensan más que en ellas.
EliminarSalut
Pero qué bien dicho todo está!
ResponderEliminarSalut, Francesc.
Muchas gracias Andri. Las monedas pueden aclarar las ideas y con las ideas claras uno se expresa mejor.
EliminarAbrazos
Razón y emoción, la una sin la otra nos convierte en ciego impulso o en frío algoritmo.
ResponderEliminarNecesitamos cornado, que nos recuerde y nos guarde para decidir con los sentimientos, pero también poner la razón en las consecuencias de nuestra decisión. Difícil, sí, pero es un ineludible propósito para la vida pacífica. Estás bien representado y aunque la moneda valiera poco en el intercambio, tu interpretación la convierte en un bitcoin.
Abrazos
Querida Amaltea, razón y emoción separadas solo por el grosor de un coronado. Resulta muy difícil decidir disponiendo de tan poco grosor.
EliminarEl cornado fue una moneda un poco esmirriada.
Abrazos
La moneda siempre tiene dos caras.
ResponderEliminarEntre la locura i la cordura, un infinit.
Salut.
Amic Dapazzi, las monedas tradicionales siempre han tenido dos caras, hasta que inventen la moneda poliédrica. Y qué decir de la moneda de plástico: se abre un infinito de locura y de cordura, yo creo que habrá más de lo primero que de lo segundo.
EliminarSalut
Buena reflexión a partir de las dos caras de una moneda. Escepticismo y pesimismo no se contradicen sino que se complementan.
ResponderEliminarUn saludo, Francesc.
Amigo Cayetano, muchos reflexionamos viendo cómo la moneda determina nuestras vidas. Siempre son reflexiones de pesimismo y de escepticismo, que no se contradicen sino que nos amargan, sobre todo el primero.
EliminarSaludos
Traducido a euros, ¿qué valor tendría un cornado? Si Sancho IV de Castilla levantara la cabeza...Broma aparte, no es dual solo la moneda, lo es en general la vida. Porque esta jodida política que estamos padeciendo ¿qué es? O bien la exaltación de los ídolos: un Messi delincuente condenado es por otra parte el que salva siempre al Barça. ¿Es lo peor la dualidad de un jugador/tributario o la dualidad de la sociedad/masa que todo lo perdona si lo que sale le conviene? Y lo que está por llegar de la Catalunya dual ¿cómo va a ser aceptado? De la dualidad a la esquizofrenia o al desencanto no hay ni un paso, tal vez.
ResponderEliminarPerdón. Preguntas de un jubilado ante el libro celtibérico, emulando a Brecht.
PD. El cornado, ¿esmirriada? ¿Y qué eran las ochenas de nuestra infancia que nos daban de propina o daban de caridad cristiana a los pobres? Ay aquellas monedas de cinco o diez céntimos, cuántos nos cundieron en su momento.
Amigo Fackel, no sé cuál es la equivalencia del cornado respecto a la moneda actual, creo que con un cornado no podías comprar ni una pequeña parte de un ajuar de novia.
EliminarYo creo que ante la dualidad, lo mejor es seguir el camino de enmedio tal como recomendaba Teognis de Mégara.
No sé que eran las ochenas.
Abrazos
En mi infancia se llamaba en Navarra a las monedas de 10 céntimos, en otros sitios se la conocía como la perra gorda a diferencia de la perra chica, de 5 céntimos.
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