El programa de vigilancia y control que el realismo soviético
ejerció sobre el arte comenzó en 1932, cuando Stalin comentó a Maxim
Gorki que los escritores deberían ser ingenieros de las almas humanas.
Se impuso a los artistas la obligación de cantar las bondades de la revolución bolchevique, la lucha del proletariado y la utopía socialista.
No cabía
otra expresión que el realismo, un arte que mostrara una única realidad: los
obreros musculosos y satisfechos, los hombres y mujeres alegres con su trabajo,
enajenados por el sudor y la esperanza utópica.
Quedaban
excluidos los demás “ismos”, nada de dodecafonismo, nada de atonalidad, nada de
esencialismo. En las artes plásticas quedaban prohibidos el expresionismo, el
dadaísmo, el surrealismo, el cubismo.
Si un
músico era demasiado formalista, se le acusaba de burgués; si sus partituras
contenían acordes subjetivos, se le acusaba de degenerado. Estas acusaciones podían
significar ostracismo o deportación al Gulag.
Quedaron prohibidas las partituras para baile, las canciones
escritas para acompañar a los borrachos y bebedores. Las armonías melancólicas
o demasiado introvertidas quedaron proscritas, eran consideradas expresiones de
debilidad, de pereza, o tachadas de lamento decadente.
So pretexto de que la música es el arte
que “más penetra en el interior del alma”, aquellos intolerantes de pensamiento
único impusieron unas limitaciones muy severas a la composición musical. Más de
un compositor se vio obligado a exiliarse y la vanguardia musical que se había
iniciado con Scriabin o con el primitivismo antirromántico de Stravinsky quedó
truncada.
Uno de los compositores que más sufrió la tiranía del
realismo soviético fue Dmitri Shostakovich (1906-1975). Sus
primeras obras contenían elementos vanguardistas. Lo podemos comprobar en su Cuarta
Sinfonía donde
el compositor concluye con un acorde disonante que provoca una situación de
desconcierto renunciado a la costumbre clásica donde toda tensión planteada en
el desarrollo de una sinfonía debía resolverse de una forma liberadora que dejara
al oyente satisfecho.
Shostakovich
tuvo que aplicar grandes dosis de inteligencia si quería proseguir su andadura
musical. Después de las enormes presiones que el poder ejercía sobre su quehacer
artístico no tuvo más opciones que “tomar el camino de en medio” como
aconsejaba el poeta griego Teognis de Mégara.
Totalitarismo y libertad creadora, la antítesis perfecta.
ResponderEliminarMalos tiempos esos.
Un saludo.
Amigo Cayetano, coincido contigo. Totalitarismo y libertad son polos opuestos que se repelen. A lo largo de la historia hemos visto como se enfrentaban en multitud de ocasiones.
EliminarUn saludo
Admirable compositor, que supo sustraerse al sopor finalmente a esta tiranía que tan bien describes, haciendo una obra de extraordinaria belleza.
ResponderEliminarSalud
Manuel Marcos
Amigo Manuel, ciertamente, la música de Shostakovich es admirable. Me gusta su obra sinfónica.
EliminarSalud
¿No se suicidaría el poeta Maiacovski entre otras de sus secretas y particulares razones porque se veía venir este doblegarse al reduccionismo de la dictadura que se estaba cargando la creación, la revolución y todo atisbo de libertad expresiva? Me has hecho pensar en ello, mientras tomaba nota de tu reseña sobre Shostakovich.
ResponderEliminarSalud y alma ancha.
Amigo Fackel, no conozco la circunstancia concreta de Maiacovski, su poesía es admirable. Supongo que lo pasó muy mal bajo aquella intolerancia. Donde hay un pensamiento único no puede sobrevivir la poesía si no es en la clandestinidad.
EliminarSalud
Ha cosa de un año fui a Bilbao a ver una exposición sobre pintores del llamado realismo socialista en donde, sino recuerdo mal, la denominada vanguardia rusa hizo sus pinitos. Petrov, Arvatov, Gerasimov, Serov y Zverev, sino recuerdo mal.
ResponderEliminarNinguno me atrajo, excepto una escultura que era la copia de Giacometti (el hombre andante) y que tenía detrás , en la misma posición, dirección y sentido, a Stalín. Uno flaco y desgarbado y detrás el orondo dictador vestido de militar. Me impactó.
Todo lo que vi, que no fue poco, no me gustó lo más mínimo.
Salut
Amic Miquel, tampoco a mí me gustan demasiado estos artistas. En cuanto a Giacometti lo encuentro demasiado flaco.
EliminarSalud
Una pregunta porque me has abierto el apetito. Va en colación a tu entrada anterior.
ResponderEliminarSe podría catalogar al "realismo sovietico" como "cienticifista". Lo digo porque este tipo de movimiento distingue entre hechos y valoraciones, y el hecho es que plasma sólo una ideología aunque el cuadro sea pésimo en su factura es valorado por bueno en los estamentos.
Aquí (como en todo movimiento positivista), la ética es subjetiva, porque pienso que genera una substancia en la forma (la factura del cuadro, lo que nos quiere decir) y da igual como esté ejecutado, lo importante es vincularlo con lo legal, lo que impera.
Bueno, ya ves que me declino otra vez haciala metafísica.
Un abrazo y perdona mí insistencia.
Salut
Miquel, yo creo que no, en cualquier caso la relación nunca es biunívoca.
EliminarCreo que un arte que distingue entre hechos y valoraciones tiene una carga moral impertinente y esto es lo más alejado de la ciencia.
Salud
tu blog es muy impresionante, cómo hacer un artículo interesante y visitantes fieles visitan? He aprendido mucho de usted
ResponderEliminarAgradezco su visita y celebro que el blog le resulte impresionante. Si le ha servido para aprender algo, lo celebro también.
EliminarEl caso Shostakovich, como tantos otros en la época dura del régimen soviético, refleja cómo una ideología con pretensión totalizadora, monista en palabras de Isaía Berlin, pulveriza cualquier espacio creativo que no se someta al capricho del comisario político-cultural de turno. El odioso pensamiento único es una máquina trituradora, devasta al individuo y hace añicos la sociedad en la que se instala.
ResponderEliminarAbrazo.
Querida Amaltea, los totalitarismos se oponen a cualquier forma de creación artística que no sea la que ellos propician. Muchos artistas de la época soviética tuvieron que exiliarse como Shostakovich y otros como Malevich cambiaron su código estético con tal de salvar la piel.
EliminarSaludos