Me reconozco tributario de
los argonautas y de los jardines peinados de Versalles, de las fuentes de Bóboli
y de los acantilados de octubre.
Deudor de la luz menuda y
fugaz de las luciérnagas, del rayo privado, de los jardines dell’Infinito de
Recanati y de los monstruos de Bomarzo.
Todos me acompañan por
caminos de pámpanos.
De bien nacidos es ser agradecidos.
ResponderEliminarUn saludo.
Tienes razón amigo Cayetano, además es de seriedad comercial pagar las deudas a su debido tiempo, esto lo sabían los fenicios.
EliminarUn saludo
Ay, Bomarzo, qué recuerdos me trae el jardín alquímico, sin haber estado nunca (pero con la novela de Mujica Láinez sí estuve y fue un goce y un gozo)
ResponderEliminarAmigo Fackel, estuve hace muchos años en Bomarzo, entonces aquel jardín estaba bastante abandonado, me inquietó pero no me impresionó. Cuando leí, años más tarde, la novela de Mujica Láinez disfruté muchísimo, yo creo que aquella lectura transformó mi recuerdo.
EliminarOcurrió algo parecido con el jardín dell'Infinito, cuando lo visité, coincidió que, gracias a la invitación de los amigos de Recanati, también pude visitar la casa y la biblioteca de Leopardi. El jardín dell'Infinito me pareció bien poca cosa pero la lectura de los Cantos de Leopardi engrandecieron mi visión. ¡Oh que jardines, oh aquella Italia!
Salud
Bomarzo, yo estuve este pasado agosto, impresionante, la culpa de esta visita también la tuvo la novela de Mujica Láinez.
ResponderEliminarAmic Dapazzi, la novela de Mujica Láinez es extraordinaria. Me gustaría volver a Bomarzo.
EliminarSalud