¿Hay más gente que antes?, yo creo que no; lo que hay es más trastos, más volúmenes, más ocupación de espacio con cachivaches, sombrillas, sillitas, tumbonas, niños con raquetas y pelotas, flotadores enormes, colchones con reposacabezas, neveras portátiles, etc.
La gente acude a la playa cargados con trastos muy grandes: delfines inflables a tamaño natural, unicornios inflados, lanchas inflables de colorines, elefantes inflables… Todo es inflable y todo está inflado: los cuerpos, los trastos y la torpeza.
Para transportar tanto bulto y tanta obesidad se necesitan carritos y empujando, la gente acude a la playa trajinando los carritos de cuatro ruedas que luego aparcan en la arena junto con las hamacas, las toallas, los parasoles, las tumbonas y los colchones inflados.
No hay un incremento demográfico, no hay más gente, pero el espacio cada vez está más ocupado con tanto bártulo de colorines.
También los coches, cada año que pasa, son más grandes. Hemos visto que del utilitario seiscientos hemos evolucionado a vehículos más potentes –el caso es evolucionar–, coches más grandes, del monovolumen al todo terreno y ahora a la furgoneta. Con tanta dimensión y corporeidad, las plazas de aparcamiento deberán ser más grandes, también las rampas de acceso a los garajes deberán ser más anchas y las puertas más amplias. Esto repercutirá en la dimensión de los edificios y no quiero pensar en el tamaño de los ascensores que habrán de servir para que los niños suban con el unicornio, los adolescentes con sus tablas de surf, los adultos con el cúmulo de sombrillas y tumbonas y los abuelos con las sillitas. Para dimensionar todo este incremento, está claro que habrá que modificar la normativa municipal de la edificación.
Nota: no voy a dar ideas, pero de continuar con tanta ocupación de superficies no sería de extrañar que algún iluminado metido a político se le ocurriera poner un impuesto por la ocupación de espacios playeros.
No des ideas sobre nuevos impuestos que, con tal de recaudar, nuestros amados gestores se apuntan a un bombardeo. Aunque bien pensado, una tasa específica para gente ruidosa, con perrito cagón y ladrador, no sería descabellado.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Cayetano, supongo que ya lo habrán pensado, ahora solo tendrán que cavilar de qué manera lo dicen a la población para que este impuesto, además de dinero, les proporcione votos.
EliminarSaludos
Efectivamente, todo es más voluminoso. Se salvan las "cosas" electrónicas, que van a su mínimo volumen. He visto muchos carteles en los parquings que pone aquello de "no se admiten coches grandes", pero es que la moda es el SUV, que son coches como los camiones de 3.500 kg de antaño, con ruedas enormes, retrovisores enormes y parachoques enormes.
ResponderEliminarPoco puedo decirte de las moda playeras, piso la playa sólo en invierno, cuando los turistas son minoría, el jolgorio, el mínimo y el griterío, escaso.
Un abrazo grande.
Amic Miquel, todo es cada vez más grande, sin embargo, no sé si el cerebro también va incrementando, tengo mis dudas, podría ser que la masa encefálica también estuviera inflada como un flotador: de colorines por fuera y llena de viento por dentro.
EliminarAbrazos
Podríamos pinchar con un alfiler, a ver si todo vuelve a su tamaño.
ResponderEliminarDe todas maneras, me parece que esto es la inflación.
Amiga Viky, lo del alfiler no es mala idea. Me imagino a un cascarrabias pinchando un unicornio blanco y los niños llorando. Podría ser un espectáculo playero que provocaría manifestaciones de soporte y otras de rechazo.
EliminarAbrazos.
Sobre el volumen de los vehículos, citaré a Lee Iacocca, ex-presidente de Chrysler USA : "Coche pequeño, beneficio pequeño, coche grande, beneficio grande".
ResponderEliminarYa hace años, las parejas jóvenes de mi barriada, al ser padres cambiaban el utilitario por un monovolumen inmenso, como si en vez de transportar a una criatura, tuviesen que hacerlo con un pelotón de infantería de marina equipados para desembarcar en Normandía.
No es otra cosa que la presión publicitaria de las marcas de automóviles para engordar la cuenta de resultados "vendiendo" ideales de coches capaces de alcanzar las sabanas de la Mongolia Interior, según la publicidad.
Y la verdad es que esos trastos, raramente salen de las ciudades, con todo lo que ello comporta.
Como conductor "urbanícola" y veterano, siempre he sido partidario de tener coches compactos, ágiles y potentes. Y aparco en todas partes sin problemas.
Sobre esos "hinchables" gigantescos, te diré que el pasado verano los de salvamento marítimo se hartaron de rescatar criaturas con esos trastos mara adentro. Cuando sopla viento en las playas, esas monstruosidades acaban arrastradas con sus pasajeros debido al efecto "vela" del tamaño de esos cachivaches.
Todo es un contrasentido.
Saludos.
Amigo Rodericus toda esta “infladera” sobredimensionada es una cuestión comercial y de publicidad machacona, muchos se lo creen y de esta manera satisfacen los intereses del señor Lee Iacocca.
EliminarSi supieras cuánto me gusta mi Smart.
He querido utilizar e insistir con el vocablo “inflado” como sugerencia del concepto de “inflación”. Estos cachivaches inflables hinchan la vanidad de los padres que ven como sus hijitos se van inflando como si fueran un unicornio de colorines.
Como tú dices: todo es un contrasentido.
Abrazos
Nunca me gustaron los coches grandes, me parece un desperdicio de recursos que aporta muy poco. Más grandes, más peso, más consumo, más inercias, más fuerza centrifuga sacándote de las curvas. Más allá de los cuatro metros de largo es una estupidez, en el 99% de los casos viajamos solos. Respecto a los trastos yo solo llevo un libro de papel, una toalla y algunas veces una silla plegable. Soy enemigo declarado de los unicornios, los elefantes, los hipopótamos y de las barquitas de plástico que no navegan. Soy enemigo de los papas y mamas que piensan que hacen favores a sus hijos concediéndoles todos los caprichos y justificando conductas de pequeños cafres con la disculpa de la edad.
ResponderEliminarUn saludo
Yo soy de los que cada vez necesita menos para ir a la playa.
ResponderEliminarAmigo Pedro, no se necesita casi nada, solo con un poco de tranquilidad ya basta. Yo me conformo con ver la playa desde la terraza.
EliminarSaludos
Se ha impuesto esa tirania infantiloide del "y yo más".
ResponderEliminarSoy más de montaña que de playa, aunque con hijas pequeñas me toca ir a la playa también, eso sí, a las que vamos están poco concurridas, algunas solitarias que me sé por el Cantábrico asturiano.
Abrazo, Francesc.
Amigo Paco, esta proliferación de cachivaches hinchables y de gente acumulada junto a ellos es un espectáculo que expresa precisamente esta tiranía infantiloide que tú comentas.
EliminarA mí no me gusta demasiado el sol y prefiero permanecer a la sombra de un pino y si es junto al mar mejor. En el campo me molestan los mosquitos, en realidad soy un individuo urbano y no me molestan ni los semáforos ni las plazas duras.
Abrazos.
Quizás lo que apunta el Arq. Cornadó es que la gente se anima a más, como lo hace el cachorrito, va ganando espacios. Son cosas de la globalización, el mercado es más grande, la oferta acompaña a precios que alcanzan a todos los bolsillos, porque seguir vacacionando en el barrio si podemos ir a lo que por años nos mostraron las láminas del almanaque, a quien le interesa saber que vio si para eso está la foto del celular, mejor no hablar de los cruceros. Y entonces Venecia se inunda, los sistemas de tratamiento de líquidos residuales de las islas griegas no alcanzan, tampoco el agua potable, las gaviotas se volvieron gorriones, los horneros se volvieron urbanos, ... Como hacer para que todo vuelva a ese sitio que nos dijeron era el nuestro.
ResponderEliminarEl mundo cambió, diría que para bien, sin duda vivimos mejor que nuestros abuelos. Es cuestión de escalas, lo que ahora toca a muchos antes era para pocos. Hay que legislar para esta nueva forma de movernos, sin duda, y que a Venecia hay que cuidarlo también. Aquí las playas son gratis, siempre lo han sido. Desde hace unos cuantos años se pautó el modo de uso en grandes términos. Así hay zonas para juegos (están prohibidos los inflamables), zonas y horario para bajar con mascotas, se desalienta a ingerir alimentos, se insta a disminuir el tiempo de exposición al sol, no hay chiringuitos, etc., la playa es un lugar de recreación, no de camping, tampoco de música. De manera que como en tantas otras cosas, va por barrios, aquí somos bastante civilizados.
Saludos
La masificación es un incordio. Salva, la globalización contribuye sacando al mercado un sinnúmero de cachivaches inútiles y cada vez más grandes.
EliminarUn saludo