Parella de Llum (2009). Robert Llimós
Sostiene
Trías que dialogar es intercambiar “efectos”.
Coincido
con mi admirado profesor y me ruborizo cuando muchos responsables políticos
confunden el sentido del diálogo y afirman que dialogar es intercambiar “afectos”.
Confunden
aquello que sigue por virtud de una causa con aquello que sigue por virtud de
una devoción.
El
afecto suele ser un mal consejero de la equidad, entorpece la razón y
desequilibra el fiel de la balanza que porta Temis, la Dama de la Justicia.
El
afecto interviene en las cuestiones de amor, donde el intercambio se produce mediante
el roce de las emociones, el fervor de los sentimientos y la unción que excita.
L’amor
che move il sole e l’altre stelle no requiere efectos.
La razón pública no necesita afectos. Su reivindicación
es una perversión política de gravísimas consecuencias.
Lo que necesita la razón pública son efectos y no afectos.
Lo que necesita la razón pública son efectos y no afectos.
Muchos políticos siguen entonando -aunque de momento no sea por causas fúnebres- el "yo tenía un camarada", que procediendo del prusianismo ha seguido en vigor hasta en las izquierdas y no te cuento entre los nacionales y sus ismos de todo signo. Cuando aquella letra va más allá de las exequias físicas para instalarse como exequias políticas se está confundiendo el culo con las témporas. Muy bien por tu parte que entres a matizar el lenguaje y a extraer conclusiones que aclaren la perfidia que bajo el uso de la lengua esconde los intereses particulares de los mediocres filibusteros de la sin razón.
ResponderEliminarUn abrazo.
A veces, la alteración del lenguaje puede parecer una confusión inocente, pero yo creo que siempre es intencionado, o mal intencionado, se repiten errores, se insiste en la confusión y la mala intencion, se manipula el uso, la información y las mentes.
EliminarSalud
Hay que dejar la emotividad a un lado y que solo hable la racionalidad. Abandonar los afectos, la visceralidad, la falacia, las medias verdades, la manipulación del sentir de las masas, analfabetas o no, pero con capacidad de voto.
ResponderEliminarSaludos, amigo Francesc.
Amigo Cayetano, en cuestiones políticas, sociales, comerciales, profesionales y en todo lo que tenga que ver con los recursos necesarios para vivir con cierto confort y dignidad, no podemos quedar a expensas de los afectos, andamos muy mal si confiamos en la emotividad.
EliminarSalud
En e-FECTO, Francesc, recuerdo ahora las palabras de Mefistófeles a Fausto: "cuando no tengas ideas procura inventar palabras"
ResponderEliminarPor otra parte, los diálogos, no están para crear afectos, sino para saber cuales son nuestros defectos, y así remediarlos.
Un abrazo
salut
Amic Miquel, confiar en los afectos es un defecto.
EliminarSalud
Me temo que es una palabra que no entra en la cabeza de nuestros políticos...
ResponderEliminarLa palabra entra demasiado en sus discursos pero no entra en su voluntad.
EliminarSalud
Eso de los afectos suena a "amiguismo"...
ResponderEliminarAmigo Luis Antonio, como tú dices, los afectos suenan a "amiguismo", pero esto me hace pensar que el efecto suena a "clientalismo". Está muy mal la cosa.
EliminarLa razón debe dominar en todo diálogo, luego cuando los efectos quedan claramente razonados y son de interés por ambas partes, ya podrían caber los afectos.
Abrazos
Acertadísima reflexión, que atañe a la actualidad toda, pues que está teñido el pensamiento posmoderno de una afectividad mal entendida, aplicada a destiempo y en lugar equivocado: el efecto que provoca, ya sabemos cuál es, Francesc, exaltación pública de una mal llevada animosidad, sea en especie de individuo o de masa políticos, y pérdida del norte de la razón pública, que como apuntas, requiere de serenidad efectiva.
ResponderEliminarSalud, querido amigo.
Manolo Marcos
Amigo Manuel, el afecto es uno de los contaminadores del post-modern, unos psicólogos ociosos introdujeron esta cosa tan gaseosa como es el pensamiento emocional y a mí estas cosas se me escapan.
EliminarEn las relaciones sociales, sobre todo si son colectivas, no cabe el lastre de lo afectivo.
Saludos
Esta pintura de Llimós es fruto de una experiencia, según él, un encuentro en Brasil con aliens. Me gusta.
ResponderEliminarAbrazos
Marga, si yo me encontrara dos individuos como los que aprecen en la pintura de Llimós, me marcharía corriendo, sin ganas de dialogar ni contar ni con los afectos ni los efectos.
EliminarAbrazos