sábado, 25 de mayo de 2019

Un almuerzo en La Polleguera


Sin título. Pierre Graziani

Es ocioso buscar rasgos de surrealismo tardío en los menús de los restaurantes o pretender encontrar entre los platos la condensación de alguna estética. Tampoco deseo hallar entre el pan, el vino y el postre, rastros de postismo, expresionismo, abstracción lírica ni tachismo arrebatado. Aspiro a una cocina sencilla, elaborada con ingredientes frescos y sin sofisticaciones.

Me conformo, faltaría más, con un rodaballo al horno con espárragos; sin aditamentos expresionistas y sin el soufflé de la vanidad de un cocinero creativo. Aspiro a un comedor tranquilo, sin excesos de decoración y sin música ambiental.

En general me tropiezo con camareros maleducados, me encuentro con comedores que huelen a iguana y con comensales vecinos energúmenos que hablan a gritos y producen unos ruidos que ningún absorbente acústico ha logrado amortiguar.

Así pues, buscando un ambiente reposado y renunciado a toda la modernidad y a toda la retórica en el plato, me acerco al Restaurante La Polleguera y después del primer plato -unos tallarines con almejas- aparece por la puerta mi amigo el pintor post-surrealista con su mirada lógico-fobista y sus pantalones oníricos.

Afortunadamente la modernidad no se proyecta en los platos y el guiso permanece intacto como la copa de Horacio. Superado el peligro gastronómico mi amigo pintor deja caer una gota de café sobre mi libreta que estaba en la mesa, extiende la mancha y con el dedo anular dibuja un arco que va desde el nuaguismo crepuscular hasta el llaguismo avanzado. Observo el arco y disfruto del café.

Con calma, después de la sobremesa, digeriré los tallarines, el nuaguismo, las almejas, el postismo, el llaguismo y cualquier soufflé que se presente.

Nota.- Excepto el nombre del restaurante, todo lo que he narrado es un hecho real: lo del pintor con sus pantalones, la mancha de café, la intervención artística sobre mi libreta, etc.

8 comentarios:

  1. "...comedores que huelen a iguana..." mi imaginación ha empezado a volar. No recuerdo el olor que desprende la iguana, pero no ha de ser muy salubre.

    Y esto me lo ( o nos ) has de explicar con un pelín más de detalle, ya sabes que soy un curiosón, " arco que va desde el nuaguismo crepuscular hasta el llaguismo avanzado "
    PD: Me he reído un montón; creo que hace falta la sonrisa en un país de caras largas.
    Salut

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    1. Miquel yo tampoco sé cómo huele la iguana, he utilizado esta metáfora para asegurar un “pestazo” imaginario, es pues, un olor abierto, de manera que cada cual lo puede interpretar como quiera, pero ocurre que, como casi siempre pensamos lo peor elevado a su grado máximo, pues entenderemos que es un olor absolutamente indeseable.

      En cuanto al "arco que va desde el nuaguismo crepuscular hasta el llaguismo avanzado" te diré que aquello que dibujó el artista pretendía abarcar varios “ismos”, lo hizo con unas gotas de café, este brebaje que consigue que los amigos se entiendan mientras lo saborean.
      Abrazos

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  2. Nada como la sencillez con ingredientes de temporada, en la mesa y en los pequeños placeres cotidianos. El ruido hay que dejarlo aparcado, lejos. Ya tenemos bastantes estridencias a nuestro alrededor.
    Saludos.

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    1. Amigo Cayetano, comida sencilla, con ingredientes de buena calidad y sin ninguna sofisticación. Además, poco ruido y poca decoración. Esto, si lo completas con una conversación amable y un café, consigues algunos momentos de felicidad.
      Abrazos

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  3. Te diría que hasta Surrealismo mezclado con Rococó al cubo.

    ¡Paz, sencillez y buena digestión en la Tierra a los hombres y mujeres de buena voluntad!

    Un abrazo, Fran

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    1. Amiga Myriam. Podríamos experimentar maridajes interesantes: abstracción lírica con romanticismo tardío, cubismo exaltado con románico salvaje, abstracción geométrica con simbolismo… Lo importante es no dejarse engatusar y comer bien, sin sofisticaciones manieristas.
      Paz, amiga mía, paz y buena digestión.
      Abrazos

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  4. Tu texto hay que incorporarlo (por mi parte lo hago) a un Tratado del saber vivir para disfrute de las viejas generaciones, escocidas pero no vencidas. O cómo en la sencillez y en la naturalidad está el alimento, el condimento, el asentamiento y nuestro sentido del gusto y del compartir. Lo demás, pamplinas.

    Un abrazo dominical.

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    1. Amigo Fackel, poco a poco vamos escribiendo ese Tratado de saber vivir, los renglones son el buen humor, un escepticismo civilizado, las buenas amistades, la capacidad de adaptación y el afán continuo por relativizar. Ocurre, sin embargo, que cuando ya vamos acabando de redactar el texto de este magnífico tratado, nos relativizan a nosotros. Ja, ja.
      Un abrazo fraternal.

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