En
el torno del alfarero se han moldeado vasijas que luego han sido cocidas en el
mismo horno donde se cocían las máscaras para la tragedia. El fuego dio rigidez
y dureza al barro.
No
hay metafísica en las vasijas, pero podría existir una trascendencia pastosa y
potencial en el barro.
La
máscara esconde una voluntad de trascendencia. La máscara es enrarecimiento, es
la subversión del ademán y el límite del gesto.
El
fuego, el barro y la sociedad condicionan la sonrisa de la máscara. El fuego reparte los
papeles de la tragedia.
El
fuego nos dice que toda cuestión social es materia teatral: un barro a hornear.
Y tanto; una representación diaria con un acierto o gran error en la puesta a punto: esto en cuanto a este gran teatro que es la vida...
ResponderEliminarA ver si este domingo sabremos escoger a los actores que nos represente Para que esta función, funcione al completo y que todos los que tenemos que ser partícipes no tengamos que echar mano de una máscara para que no se nos note el asqueamiento...
Un abrazo y disculpas por estas ausencias tan largas
Estimada Bertha, nada que perdonar, me alegra mucho tu visita a este blog, tus opiniones siempre son de gran interés.
EliminarEn este teatro que es la vida cada uno va representado su papel, aprendiendo, algunas veces de sus errores, el error es un maestro impávido.
Abrazos
Ganas de que todo acabe y el fuego se lo lleve
ResponderEliminarSalut
No, Miquel, tampoco es esto. No invoquemos al fuego, tenemos algunos momentos fugaces de felicidad junto a los seres queridos y que nos quieren, tenemos la amistad, que es la forma más excelsa del arte, hay belleza en la estatuaria griega; la música y la armonía de las esferas amigas nos acompañan mientras corre el eterno ciclo de las horas, algunos versos de Dante o de Horacio, el conocimiento y la actividad de las personas de buena voluntad, el rigor y la eficacia de la ciencia, la ternura de los cuerpos enamorados... amic Miquel, no convoques al fuego a esta fiesta de los amigos, hay unas tardes frente al mar que nos esperan, un aire fresco que nos trae el aroma de muchas flores y quizas los cantos de la princesa de Tarabulus.
EliminarUn abrazo
La culpa de todo es de Prometeo, por llevar el conocimiento del fuego a los mortales.
ResponderEliminarSaludos, Francesc.
Amigo Cayetano, estoy contigo en echar la culpa a Prometeo y, si quieres, de paso y para ejercer de "rabiudos", echaremos también la culpa a muchos otros de esos que salen por televisión.
EliminarAbrazos
Sea tal como lo dices, amic Francesc.
ResponderEliminarPero sabes que ya empiezo a estar con ganas de que el fuego cumpla su misión.
Un abrazote
Miquel, lo dicho, casi siempre el fuego, además de incendiar lo indeseable, se propaga por zonas queridas.
EliminarAbrazos