Josep Royo -tapiz-
Eriales
donde todo es casi nada.
Las
tierras son de deshecho, aglomeraciones de lutitas y detritus geológicos. Las rocas son casi rocas, montones disgregados
de pedruscos y cantos rodados de un mar inexistente, altozanos formados por
acumulación de materiales de aluvión. Minas abandonadas. Desiertos que no son
desiertos. La vegetación es arbustiva y escasa. Esparto. No hay pastos ni
cultivos.
El
panorama es desolador. En esta península encontramos paisajes paupérrimos donde
unas cabras macilentas mordisquean algún brote humedecido por el rocío.
Desiertos
donde las huellas humanas no son más que unos restos de mampostería ordinaria, señas
de unos ideales que solo sirvieron para producir desiertos mentales.
Malogradamente hay mucho erial en esta península.
ResponderEliminarSalut
Despoblado, desértico, parece una aglomeración de pedruscos y problemas no resueltos.
EliminarSalud
Lo terrible del caso es que, lejos de permanecer estables, los desiertos -físicos y mentales- tienden a crecer.
ResponderEliminarSaludos.
Amigo Cayetano, la erosión continúa. Se disgregan las geologías más duras y ante el panorama triste, la inacción mental crece y crece.
EliminarSaludos
Y sin embargo, siempre hay vida en los desiertos. Y quien se retira un tiempo a ellos puede volver oxigenado por sus propias reflexiones u observaciones. El desierto siempre inspira.
ResponderEliminarAmigo Fackel, en los desiertos hay una vida más calmada que permite observar con más detalle y favorece la reflexión. Lo de la inspiración lo limito solo a la entrada de aire exterior hacia los pulmones.
EliminarAbrazos