miércoles, 6 de marzo de 2019

¿Dónde está el arte hoy en Cataluña?



Hablar de la producción artística actual en Cataluña es el relato de una ausencia o, para ser más precisos, la crónica de un destierro programado.

Puede ser que el deslumbramiento producido por la modernidad pasada haya dejado nuestra percepción un tanto maltrecha y, así las cosas, y con una nostalgia enfermiza, no alcancemos a ver nada. Pero no, este no es el caso. No se trata de cargar sobre nuestra percepción la inexistencia de nuevas propuestas artísticas ni nos culpemos por no saber apreciar lo que “hacen” los responsables de las instituciones culturales o los directores de los museos. Sencillamente, no hacen nada y, por lo tanto, nada podemos ver.

Artísticamente, hoy Cataluña, y en concreto Barcelona, es una tierra baldía. Donde hubo inquietud, entusiasmo y apuestas arriesgadas de modernidad, encontramos actualmente mucha desgana, desidia, poca imaginación artística y una gran incompetencia institucional. En este páramo tristón pululan vanidades de poetastros, algunos arquitectos de campanillas y artistas plásticos que confunden el arte con un panfleto. Sistemáticamente asistimos a la sustitución perniciosa de las ideas artísticas por unas ideologías rancias y sensibleras.

Por todo el territorio se extiende un erial artístico y cultural por el que transitan los tractores. No hay propuestas artísticas ni en la capital ni en el Vallès ni en el Empordà, nada en las Terres de l’Ebre, ni en el Segrià. Los conceptualistas de Granollers o los Gallot desaparecieron, como desaparece cualquier movimiento artístico, y sabemos por la historia del arte, que tras la desaparición de una corriente artística surgen nuevas propuestas, pero aquí, en este país pequeño, tan ufano, no ha aparecido nada más.

Y del Tibidabo al mar, en esta Barcelona de la modernidad y el diseño, hoy, el silencio creativo es absoluto, solo se escucha el ruido de la mezquindad de algunos gestores culturales frívolos que no hacen más que procurarse su modus vivendi al calor de unas instituciones ocupadas en imaginar una Arcadia feliz, donde los artistas ya no protestarán y los poetas callarán de puro muermo. Pero el puro muermo ya está aquí, ha llegado antes que la Arcadia feliz.



Qué se ha hecho de Arts Santa Mònica, qué sentido de la modernidad tienen los responsables del MACBA, qué interés tienen las propuestas que nos hace la Virreina, qué pasa con la Fundación Tàpies, por qué la Fundació Miró va perdiendo visitantes…, todo este panorama es mohíno, deplorable.

Barcelona ha muerto de éxito. Esta es la frase recurrente que hemos escuchado o leído en los medios de comunicación. En efecto, la notoriedad de Barcelona le viene dada por su climatología y su situación geográfica, sí, pero sobre todo ha sido su cultura, su cosmopolitismo y sus apuestas artística siempre avanzadas, las que han contribuido con más vigor a colocar la ciudad en el mundo. Gracias al afán creativo de sus artistas, esta ciudad ha sido un faro de modernidad cuya luz a traspasado fronteras. No hay límites fronterizos para el arte y colocar fronteras es provincianismo agreste.

Pero, aquella modernidad que Barcelona abanderó se ha convertido en un recuerdo que poco a poco se ha ido erosionando por el embate de la mediocridad. Aquel faro dejó de iluminar, aquella admiración o envidia, a veces sanas, o a veces funestas, que provocaba el arte moderno de Cataluña se ha tornado en lamento de algunos y desprecio de otros. Más de una vez he escuchado, fuera de Cataluña, comentarios tristes y preguntas capciosas: ¿dónde quedó la Barcelona mundana abierta a todas las vanguardias artísticas internacionales?, ¿por qué todo es tan triste en paisaje museístico de Barcelona?, ¿qué pasa en los museos de Granollers, Sabadell, Mataró, Reus, Lleida? y los artistas de talla internacional, ¿dónde están?

Omito, por un momento, la situación nefasta de las instituciones y me centro en la producción artística en sí. Aquí, lo que vemos es que cada cual, artistas y gestores, construye un argumento presuntuoso -su argumento- y sobre su guion particular elaboran sus propuestas, ya sea en forma de pintura, de escultura, de video-art, de instalación o de performance. Los argumentos elegidos para construir el petulante edificio particular son pequeñas anécdotas que no aguantan ningún discurso formal serio y comprometido (dejo la música aparte ya que requiere un capítulo prolijo y lleno de matices).

En el arte que actualmente se produce en Cataluña, comprobamos cómo la reflexión formal se supedita al argumento, la expresión artística queda por debajo del asunto.

En el caso de los artistas, el argumento es una aproximación servil a los temas de moda, aquellos problemas que los medios de comunicación repiten constantemente: corrupción política, lucha por los derechos de las minorías, violencia de género, cambio climático, etc. Sí, todos ellos importantes, pero su resolución corresponde a los gobernantes, pero no a los artistas. Estos pueden expresar su inquietud o pueden, incluso, gritar con el pincel en la mano, con el verso o con el martillo y el escoplo, pero no adjetivar su creación con titulares de prensa.

Con los argumentos de fondo, los creadores elaboran un discurso artístico que atiende más al relato que a la forma, pero -no lo olvidemos nunca- la expresión formal es la verdadera sustancia del arte. Así, pues, si sustraemos la forma de la realidad, esta queda reducida a puro dato. La realidad se convierte en un conjunto de datos que pueden expresarse en una hoja de cálculo, del tipo Excel o cualquier otro esquema matricial, pero las hojas de cálculo o las matrices no tienen nada que ver con la expresión artística. Los conjuntos de datos amorfos levantan sospechas: el dato siempre es más manejable y más controlable por el poder establecido.

Llego a pensar, pues, que hoy resulta más intelectualmente subversivo leer una elegía de Rilke o contemplar un Chagall que soportar una perorata cultural o reivindicativa de uno de esos artistas que, arrimados al poder, opinan sobre política.

La modernidad no es otra cosa que la transformación constante. Cuando todo está quieto, nada se transforma y las ideas quedan anquilosadas y con ellas la acción artística. Viendo tanta quietud, lamento la pérdida de la modernidad, el entusiasmo y el ímpetu creativo de nuestros artistas.

En el caso de los gestores culturales ocurre algo parecido. Supeditan la programación de actividades al relato ideológico circunstancial, es decir, condicionan la gestión artística a la idea política circulante.
El arte actual, como las ideologías, flota sobre un estado líquido. Nada se consolida, lo que navega sobre la cresta de las olas, al cabo de un momento es engullido por la turbulencia del espectáculo de las luces de neón y la mediocridad. Sí, pero en el caso del arte en Cataluña, las aguas están estancadas y ya sabemos que las aguas quietas se pueblan enseguida de bichos inmundos, protozoos, renacuajos, mosquitos, inhiestas aneas y un sinfín de gusarapos. En la ciénaga, cada bicho elabora el relato de sus manías y deposita “su arte” donde el gestor de turno le deja. Frívolas deposiciones en forma de imágenes fugitivas y mensajes cortitos.

El artista y muy especialmente el gestor, bien pagado por las instituciones, padecen el síndrome de la frivolidad. No se trata de una dolencia pasajera, es una enfermedad en toda regla y muy extendida. Es una epidemia que recorre desde las instituciones hasta los medios, y está afectando gravemente a la ciudadanía.

Por otra parte, inmersos en la frivolidad de los medios de comunicación, y atendiendo a la recomendación de los responsables culturales, ya no se necesitan ni los artistas ni los escritores, ya no hacen falta historiadores ni pensadores, sólo personajes mediáticos modernos, muy modernos, capaces de soltar una memez frívola para provocar la risotada innovadora.

Los nuevos gestores culturales parten del supuesto de que el receptor es un ser privado de conocimiento al que le cuesta asimilar su modernez. Están convencidos de que mediante la broma y el chiste fácil nos meterán el arte en las neuronas; pero resulta que lo que nos meterán será su cultura de la tontería supina.

No digo que la ligereza o la risa no formen parte de la cultura, pero hacer de la frivolidad una forma de transmisión de la cultura es una majadería reaccionaria.

Artísticamente el panorama es desolador. En este erial encontramos semblantes inanes y otras cosas: confusión ideológica, incoherencia formal, pérdida de modernidad, mala gestión de las estructuras culturales, espectáculo mediático y frivolidad.

Me pregunto si este es el signo de los tiempos o se trata de un aspecto más de la deriva hacia el provincianismo campestre que sufre este territorio donde, finalmente y perdida toda voluntad de arte, las vacas de Mollerusa podrán pastar libremente.

20 comentarios:

  1. Dices, y tienes más razón que un santo:
    «Qué se ha hecho de Arts Santa Mònica, qué sentido de la modernidad tienen los responsables del MACBA, qué interés tienen las propuestas que nos hace la Virreina, qué pasa con la Fundación Tàpies, por qué la Fundació Miró va perdiendo visitantes…, todo este panorama es mohíno, deplorable».

    En cuanto a las exposiciones de interés internacional, en Madrid, aparte de la denostada ARCO, tienen este año a Piranesi; Balthus; De Chagall a Malévich; Giacometti; Fra Angelico; Velázquez-Rembrand-Vermeer; Manet, Degas, los impresionistas y la fotografía; el arte en París durante la guerra fría; Tamara de Lempicka y el art déco; Banksy; Leonardo da Vinci, etc., etc., etc.

    ¿Qué tendremos en Barcelona? Aparte de Max Beckmann, todo lo demás es para seguir mirándonos el ombligo, que se nos da muy bien.

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    1. Amigo Granuribe, quien quiera comparar que compare, lo que ocurre es que otros, en vez de comparar, se miran el ombligo y continúan pensando que aquí siempre ha sido todo mejor y que será mucho mejor cuando hayamos llegado a la Arcadia feliz.
      Triste panorama, amigo mío, triste porque esto no lo arregla ni el Tato.
      Salud

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  2. Estoy recordando ahora el pregón de las fiestas de la Mercé de 2016 a cargo de Javier Pérez Andújar, en el que hacía una semblanza de una Barcelona abierta, cosmopolita y pujante en su mestizaje desde el punto de vista de la cultura, de la literatura y del arte. Hoy, la falta de ideas, los intereses que apuntan a otros caminos y el monstruo del nacionalismo casposo e identitario han pervertido esta tendencia.
    Un abrazo, Francesc.

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    1. Amigo Cayetano, recuerdo perfectamente las palabras de Pérez Andújar, en ellas también había el lamento por la pérdida del cosmopolitismo que siempre había caracterizado a Barcelona. El arte actual en Cataluña padece una enfermedad muy difícil de sanar, se trata del pensamiento único, este que es unidireccional, que no atiende ni la ley ni a la razón, que no tiene nada que ver con la libertad de creación artística, que está convirtiendo estos andurriales en un territorio provinciano sin modernidad, donde todo huele a gasoil de tractor o a estiércol viejo.
      Abrazos

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  3. El talento no abunda, ni ahora ni nunca.

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    1. Sí, Chiloé, ya sabemos que nunca ha existido el gremio de los buenos médicos ni el gremio de los buenos artistas, en efecto, el talento y la bondad artística no abundan ni han abundado jamás, pero en este territorio pequeñito todo se está convirtiendo en un erial, la modernidad ha desaparecido y creo que no tardarán en parecer telarañas en los cenáculos de la modernez institucional.
      Saludos

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  4. Responder, acotar, simplificar o asentir a todo lo expresado me lleva tiempo.

    Me temo que una persona parca en sentido común, piensa que lo que expones no es cierto, y de manera más concisa, que es falso. Eso es porque no vive en nuestro contorno.

    Hoy el arte, en todas sus facetas, está subvencionado. Todo.

    Presiona la editorial cuando no la distribuidora; presionan los editores. Presionan las subvenciones en todos los anteriores, dado que el aporte del objeto creado será o no será metalicamente compensado en función de un parámetro u otro.

    Presionan los conductos de redacción, de propaganda, de lengua, de divulgación. Y todos presionan porque todos viven de, y otra vez a la carraca, las subvenciones.

    Estas caen a través de : propaganda gubernamental. Aportes a premios; reclamos publicitarios; créditos a bajo interés, anuncios municipales... en fin, en todo aquello que la prensa escrita, oral, televisada o telefónica reciba un compendio por trasladar una idea política a un ciudadano privado.

    El arte, en este país, se ha convertido en un objeto. El concepto está caduco.

    Mientras se sepa peregrinar sobre un papel cuatro lineas horizontales acotándolas de color vermellón y poner una cruz de sant Jordi en cualquier angular estaremos salvos. En caso contrario, si la obra no contiene ningún objeto que se pueda remotamente anexionar con aixomas conceptuales en tiempo y forma con la actualidad, es mejor abstenerse de publicarlas, porque no obtendrá, por buena que sea, ningún galardón, premio o reconocimiento.

    Hemos vuelto a la vulgaridad tantas veces descrita por René Cravel: " nos movemos en los escupitajos formales en los que acostumbran a ahogarse los señores de las bellas artes..." (1)

    (1) Dali o el anti-oscurantismo. René Crevel. Calamvs Scriptorivs

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    1. Amic Miquel, si alguien puede pensar que exagero, solo puedo aconsejarle que se dé un paseíto por los museos y por las escasas salas de exposiciones que aún no han cerrado. ¡Había tantas!, puede, si quiere cerciorarse, echar una ojeadita a las programaciones de los museos o comprobar la calidad de las propuestas culturales o artísticas que nos ofrecen las instituciones públicas.
      El arte está subvencionado y sabemos que esto de la subvención del arte abre un debate larguísimo sobre el condicionamiento de la creación artística y la libertad del artista, pero aquí y ahora, la cuestión es que quien subvenciona suele ser alguien que no tiene ni idea de lo que es el arte. El reparto de subvenciones está en manos de auténticos incultos frívolos que solo atienden a los temas de moda y al espectáculo o a las consignas intolerantes que todos conocemos.
      Utilizan la subvención para presionar, pero esta surte más efecto cuanto mayor es la incultura de la población y en esto juega un papel importante la educación y los medios de comunicación, ambos manipulados y manipuladores. Hay manipulación en las aulas y en la radio y en la televisión con la consiguiente pérdida de calidad del arte que se produce en este país.
      Se convocan premios literarios trufados con una componente ideológica insoportable, se organizan exposiciones y ferias de vanidades donde solo tienen cabida algunos artistas de medio pelo que son amiguetes del que manda y se envuelven con el trapo que convenga.
      Tú dices que el arte en este país se ha convertido en objeto, sí, y yo añado que, en este país menudo, solo vale el objeto mercantil y vale el arte que sirve para adoctrinar o para favorecer al amiguito o al gestor cultural que lo ha promocionado.
      Durante aquel mandato largo de 28 años, durante aquel tiempo en que un individuo era el padre y el abuelo de todos y que finalmente nos dijo que había estafado, en aquel tiempo, digo, un alto responsable de cultura me dijo que el único valor del arte era aquel que servía para ganar dinero. Coincidía, más o menos con la opinión de Dalí, pero el primero era un patán y el segundo, Dalí, era un genio.
      No esperemos nada, ningún reconocimiento, las instituciones “subvencionadoras”, jamás reconocerán el valor de una obra artística que indague sobre la expresión formal de calidad y la obra de arte liberada de la ideología institucional.
      Las instituciones culturales catalanas premiarán el espectáculo zafio y la pachanga pueblerina y pondrán todas las trabas que puedan a la modernidad y a la creación artística libre.
      Hace pocos días el responsable de cultura del Ayuntamiento reconocía la poca actividad artística de la ciudad y la baja calidad del arte que se produce en esta ciudad, que fue un ejemplo de modernidad y achacaba todos estos males a los recortes presupuestarios. Argumentaba que con pocos “dineros” poca cosa se puede hacer. Sin entrar en qué se gastan los “dineros”, podríamos replicar que nunca antes las instituciones habían manejado unos presupuestos tan sustanciosos como los de hoy. No, no y no, mil veces no. No todo depende del presupuesto. Hay que reconocer que todo depende de la inteligencia, de la voluntad política, de la educación y de la cultura de las gentes.
      René Cravel, tenía sus razones, sí, y hablaba de una vulgaridad que, más o menos, podía incitar a suponer un acicate, que estimulara; pero aquí estamos sumidos en un puro muermo donde el escupitajo formal puede convertirse en una anécdota viral con 2.300.000 seguidores.
      Abrazos

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  5. Aunque no soy el más adecuado para tener conocimiento de causa sobre lo que acontece -y viene aconteciendo desde hace años- en Cataluña, lo que sí tengo son impresiones intuitivas de mis visitas. Siempre me llamó la atención que había escasez mientras, por el contrario, en Madrid siempre había una vida expresiva más fecunda, más exposiciones, más mundillo artístico. Ahí me parecía que Barcelona, más en concreto, tenía un déficit por mucha grandilocuencia y montajes tipo Olimpiadas que se montaron en su día. En tu artículo señalas muchas características digamos defectuosas sobre la expresión y la muestra del Arte ahí, pero creo que también podrían aplicarse al resto del país. Claro, si de pronto te encuentras a un cerebrito funcionarial descerebrado -también presunto gestión cultural- que te suelta que la transmisión de la cultura que se ha venido haciendo desde la Ilustración ya no sirve...pues apaga y vámonos. Porque lo de innovadora me suena a boutade, a querer y no poder, a mercachifles que se llevan su prebenda al bolsillo. Mira, el erial ahí y aquí no se limita al Arte sino a todas las manifestaciones que en otro tiempo se suponían avanzadas y creativas, o simplemente a las expresiones para la convivencia y el entendimiento, tipo Política. Lo que sobrevive como pantalla está subvencionado en Arte, sí, pero es que muchas subvenciones, provenientes de la Banca y de la Administración en tiempos más alegres y despilfarradores se han acabado y ahora es cuando se ve el panorama en toda su crudeza, en su desnudez. Así que más vale admitir la realidad tal cual, floja, pobre y deficiente que ocultarla con aquellas inversiones aparentes con que las entidades de cualquier corte pretendían su pompa y circunstancia. Al menos puede suponer un punto de inflexión para no engañarnos.

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    1. Amigo Fackel, las infraestructuras culturales y la dotación presupuestaria que tienen las instituciones de Madrid, siempre han sido superiores a las de Cataluña. No se trata de comparar, comprendo que la actividad museística de la capital de España sea superior a la de Barcelona, no en balde, se trata de dos dimensiones distintas. No voy a comparar.
      La pérdida de calidad del arte y la poca producción artística es un fenómeno que se extienden por gran parte de Occidente. Vivimos en tiempos líquidos y, sobre la cresta de las turbulencias es muy difícil que se fundamente ningún lenguaje artístico. Mi lamento es por la escasez de creación artística, general o local, es por la mala gestión de las instituciones catalanas y sobre todo por la pérdida de modernidad que hemos sufrido en Cataluña y muy especialmente en Barcelona. Tú, que conoces bien este territorio nuestro, sabes bien que Barcelona había sido un crisol donde se cocía buena parte de la vanguardia artística, Europa miraba la producción artística catalana, había un buen plantel de artistas y sus propuestas eran admiradas por su modernidad. Mi lamento es por la pérdida de entusiasmo artístico.
      En medio de todo este panorama tan triste encontramos unas infraestructuras culturales mal gestionadas y los responsables de ellas que hablan y hablan para justificar sus sueldos y, con tanta palabrería, sueltan sandeces que ruborizan al personal.
      La dotación a la cultura y al arte en particular en Cataluña ha bajado considerablemente, pero esto no debe ser óbice que justifique la pobreza de la creación artística, nunca lo ha sido. Sabemos además que la calidad de las buenas obras de arte no está vinculada a una mayor o menor dotación presupuestaria y sospechamos además del arte subvencionado por el poder.
      Dicho todo esto y con el ánimo de seguir adelante, creo que lo más inteligente es adaptarse a las turbulencias -la adaptación siempre ha sido la más alta expresión de la inteligencia- al artista le queda la creativa actitud de poner patas arriba la indigencia institucional y proporcionarnos una obra de calidad que emocione, una obra que exprese y sea capaz de atesorar las más dignas aspiraciones de los hombres y mujeres que viven en este erial abatido.
      Suponer que estamos en un punto de inflexión, como tú dices, es una postura optimista y esperanzada, quizás la única luz de esperanza que un descreído como yo podría más o menos racionalizar.
      Abrazos

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  6. Quizás sí que existe, pero está fuera de los circuitos políticos que controlan el sello "cultura". Qué merece ser exhibido, publicado, etcétera, es decisión de gente que vive bajo el cobijo de partidos, hoy con mucho poder en Barcelona. Se ha puesto el ojo político en la actividad cultural porque, ahí está el control de la opinión y, si me apuras, del criterio artístico. Sí, la usan porque se sirven de ella
    de la cultura para la transmisión de objetivos políticos. Si no estás en la tostada de los gobiernos y medios que controlan la información eres un paria que no merece ni pizca de atención. No se valora la obra, sino la adhesión a la "causa". Una desgracia, pero como no hay mal que dure cien años, esta fase catatónica que dirigen timoratos y oportunistas, pasará. El artista no ha de dejarse intimidar por la política. Si en pleno franquismo se escribieron obras extraordinarias, ahora también existen, estoy segura, pero están sepultadas, algún día resucitarán.

    Abrazos

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    1. Amiga Marga, probablemente existan algunas propuestas artísticas de calidad que están escondidas, escondidísimas, pero los responsables culturales que viven al cobijo de los partidos y que cobran unos sueldos considerables no parecen enterarse de lo que se hace –de hecho, se enteran de pocas cosas- Si algo de calidad se produce, estos responsables culturales deberían sacarlo a la luz y si no hay nada, deberían decirlo sin rubor y no hacer gala de triunfalismos y mucho menos achacar la falta de iniciativas culturales a la falta de dinero.
      Soy de tu misma opinión, en la actividad institucional relativa a la cultura, yo también veo una acción programada de control de la opinión y de manipulación ideológica.
      En la historia del arte vemos como este siempre ha sido utilizado por el poder, pero al lado de las obras utilizadas para este fin, se desarrollaba una creación artística crítica de gran calidad e incluso algunas de las obras utilizadas por el poder tenían una calidad considerable.
      En otros momentos de la historia se ha ejercido la cesura, la intimidación y la amenaza contra el artista. Los regímenes totalitarios, y la iglesia entre ellos, actuaron a machacamartillo contra el arte nuevo, en algunos casos fueron implacables, pero siempre al lado de estos totalitarismos hemos encontrado a grandes artistas Velázquez, Miró, Malevich, etc.
      Hoy, la censura y las formas de intimidación son muy poderosas; desde los medios de comunicación, las redes globales y sobre todo la mala educación impartida en las escuelas se consigue anular cualquier propuesta de modernidad. Se consigue una sociedad acrítica que demanda el reguetón, lo esotérico y los libros de autoayuda, que no valora el lenguaje escrito ni el lenguaje artístico.
      “El artista no ha de dejarse intimidar por la política”, dices bien Marga, pero bajo una intimidación tan potente y a la vez tan sutil, como la que hoy se ejerce en Cataluña, resulta casi imposible la creación artística.
      Haremos, como tú propones, un ejercicio de esperanza y confiaremos en que los medios de comunicación digan la verdad, las escuelas proporcionen una educación libre y sin manipulaciones y que los políticos sean cultos y con todo ello nos sentaremos en la roca de Sigfrido viendo pasar el río, esperando que llegue un arte digno que emocione a los hombres y mujeres que viven en este país que se obsesiona por poner límites fronterizos a las tierras y al arte.
      Abrazos

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  7. Qué interesante y enriquecedor debate hay en torno al tema, lo cual es de agradecer, porque observo aportaciones y matices interesantes y rompe el discurso tan habitual en otros blogs de lo meramente político. ¿Ves, Francesc, cómo esto es Hacer, con mayúsculas, y no solo quejío?

    Salutem.

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    1. Ya sabes, amigo Fackel, que yo repito muchas veces "que lo que hay que hacer es hacer", lo digo e intento practicarlo. Y muchas veces añado que estoy harto de tanto debate sobre lo político y que afirmo que lo más revolucionario puede ser taparse los oídos, no hacer ni caso a tanto panfleto y pachanga mediatica, sí, pero no quiero desentenderme de la reflexión teórica, de las aportaciones inteligentes y del análisis de los matices y su significación.
      Lo político tal como se debate en las tertulias televisivas es una forma actualizada de las charlas de barra de bar, cada uno opina sin conocer apenas la mitad de la mitad de lo que dice y todo pasa de moda al día siguiente, no sirve para nada si no hay una reflexión sobre conceptos generales.
      Salud

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  8. Quizás no sean de hoy, pero personajes contemporáneos como Gaudí, Lluís Domenech i Montaner, Puig i Cadafalch, Picasso, Antoni Tapies, Joan Miró, Ildefons Cerdà, etc. hacen muy difícil sobresalir a los más actuales...

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    1. Amigo Luis Antonio, la obra de los artistas que tú citas fueron auténticos monumentos del arte, ciertamente es muy difícil superar aquello, me gustaría que aquella estela que dejaron no se interrumpiera. Ya no se trata de superar, me conformo con seguir, pero no veo casi nada que ilumine el panorama artístico actual.
      Saludos

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  9. Las comparaciones, siempre suelen ser odiosas pero si, que en este apartado y sobre todo en lo que respecta a una ciudad como Barcelona en concreto.Flota sobre un estado liquido, donde no hace tanto hubo inquietud entusiasmo y apuestas arriesgadas, hoy solo pulula mucha vanidad y, eso lo que genera un estado de abatimiento en una sociedad de consumo del s.XXI.
    La Cultura :ha pasado a ser un agente de cambio y se comporta como un medio de seducción al quedar marcada por la globalización y la mezcla problacional.-Esto en manos de gente comprometida con la cultura sería un excelente trompolín para fusionar cultura y no mirarse tanto el ombligo con la pureza de raza y otras vanidades que no hacen más que confundir y asquear...
    La convivencia, en el espacio público y la repercursión en el urbanismo con esta modernidad líquida.
    La desregulación y liberación de los mercados. Hace que ya no se valore el arte como arte, sino como una transacción mercantil y sobre todo estos intermediarios que lo único que buscan es la foto de familia:(políticos y estómagos agradecidos, etc etc).
    La Educación en contextos: conforma un escenario altamente complejo: puesta la mirada en el futuro, para generar un proyecto de vida...

    Un abrazo




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    1. Amiga Bertha, es verdad, las comparaciones son odiosas.
      La regresión de las propuestas artísticas es un mal general. Una decepción global. Tal como nos dice Baumann el estado líquido alcanza desde las ideologías hasta el lenguaje formal, nos habla de una modernidad líquida y esta es una realidad global, por lo menos occidental. Lo que está pasando en Cataluña sufre de este mal acuoso, de esta viscosidad chapucera, pero a esto se añade la patología del pensamiento único que tiñe todo discurso de un color mortecino.
      Ya no hablamos de obra de arte sino de objeto artístico de compra-venta, y este es, en el mejor de los casos, el valor que se concede a la creación artística. Otros utilizan el arte como una delicatesen dulzona para epatar al personal que no deja de ser una forma “chic” de mirarse el ombligo y decir “mira que guapo soy, que me gusta la modernidad”.
      Albergo poca esperanza, no veo interés político en mejorar la educación en la sensibilidad de los jóvenes.
      La incultura, hoy, aquí, está trufada de vanidad, intolerancia, provincialismo, regusto naïf y pastoril y un pestazo a estiércol de granja mal ventilada.
      Abrazos

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  10. Interesantísima cascada de comentarios. Gracias por este gesto Francesc. Salud Francesc , ¡salúd!

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    1. Amiga Kova, lo que he comentado en este escrito es algo que percibo desde ya hace unos cuantos años, constato una pérdida de creatividad artística y un desinterés descomunal de la instituciones públicas por el arte y por la cultura en general.
      Abrazos

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