El
romanticismo musical siempre fue muy mal visto por la Iglesia Católica. Una vez más, la jerarquía eclesiástica se opuso a las formas
artísticas que no se habían gestado en su seno.
El
canon eclesiástico no admitía el discurso musical ni poético de los artistas
entusiasmados que buscaban la redención del hombre por el amor de la amada o
por la belleza de la emoción.
La
Iglesia Católica fue especialmente severa con las composiciones sacras de muchos músicos románticos. Nunca quiso admitir a Liszt, a Dvorak o a
Bruckner; la música de estos compositores no era la canónica, definitivamente
estos músicos fueron considerados “traidores”, pues se atrevieron a escribir
unas obras sacras al margen del canon eclesial.
Contra la intromisión
de unos románticos exaltados, la Iglesia Católica desplegó un arsenal
dogmático. Fue el cecilianismo.
Este movimiento se
desarrolló a finales del siglo XIX y se obcecaba e insistía con las monodias
oscuras del gregoriano o con las polifonías clásicas –maravillosas por otra
parte.
Los cecilianistas, cada
vez se hacían más intolerantes. Se opusieron a la ópera, atacaron también todas
las composiciones sacras instrumentales de Max Reger o de Mendelssohnn.
El objetivo del cecilianismo
no era otro que el de conseguir la
participación de los fieles en los oficios religiosos, querían que los feligreses
se aprendieran el catecismo y cantaran en las misas de los domingos y en las fiestas de guardar.
El precursor del cecilianismo fue el eclesiástico Lorenzo
Perosi (1872-1956) que compuso oratorios, motetes y misas polifónicas, hasta un
total de más de mil obras. Perosi sufrió problemas nerviosos y tuvo varios episodios
de manía persecutoria que le llevaron a suspender su actividad como sacerdote
en diversas ocasiones.
Pasado el romanticismo, continuó la intolerancia contra el arte y las ideas
avanzadas que siempre ha caracterizado a la Iglesia Católica. El cecilianismo
arremetió también contra la música del
Movimiento Moderno. Frente a las partituras de Schönberg, Stravinsky, Berg y
otros compositores, la Iglesia Católica insistía: las formas
musicales del siglo XX eran la música del demonio.
En España el cecilianismo fue desarrollado por Hilarión Eslava y por Francisco Asenjo Barbieri que, en el Congreso Católico
Nacional de 1889, defendió que la música religiosa moderna debía tomar como
modelo la pureza de la polifonía del siglo XVI (los años de la Inquisición).
En Cataluña también hubo focos
muy activos de cecilianismo. Encontramos teóricos y músicos como los fundadores de la Asociación de Amigos
de la Música, Francesc Pujol i Pons e Ignasi Folch i Torres; el creador del Círculo
de Mozart, Josep Carreras i Bullbena; el congresista Gregori Sunyol; el fundador
de la Associació Gregorianista y de la Associació d’Amics dels Goigs (así como
de una Schola Cantorum), Francesc Baldelló; el profesor Higini Anglès; el especialista
en música montserratina David Pujol i Roca; o el esteta Miquel Querol.
Con independencia de
las cuestiones ideológicas o dogmáticas, aprovecho para decir
que admiro profundamente la polifonía clásica del Renacimiento. Considero que compositores
como Tomás Luis de Victoria, Allegri, Palestrina o Orlando Lasso son una de las
cimas de la música, sus obras son auténticos monumentos.
Hecha esta
consideración y expuesta mi admiración, digo que una estética musical puede ser
admirada pero nunca utilizada como martillo de herejes. La música es un arte
excelso y es algo que justifica la existencia humana, pero jamás se debería utilizar como un arma de ataque.
Por un momento pensé que yo también tuve algo de cecilianista de niño. Aprendí el catecismo, las letanías, la misa en latín y cantaba en el coro del colegio. Ahora que lo pienso me parece cómico. Pero esa aversión eclesiástica a rechazar lo nuevo siempre fue mortal, incluso para ellos. Yo me he salvado por esfuerzo racional propio y por estar abierto a otras realidades. Y eso no quita que como tú, no reconozcamos el valor de muchas polifonías realizadas a la sombra de los trentinos y postrentinos. Y es que el arte siempre supera y se cuela entre el dogmatismo de los absurdos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo Fackel, yo nunca tuve trato con el clero, en la escuela sólo teníamos una clase de una hora de Historia Sagrada al trimestre, no recuerdo ni clases de religión ni letanías ni misas. Era un colegio raro para aquella época, íbamos niños y niñas juntos y no había ningún símbolo religioso en las aulas. Nunca tuve que hacer ningún esfuerzo ni racional ni emocional para sacarme ningún dogma religioso de encima, simplemente no lo había conocido.
EliminarLa música polifónica me gusta mucho. Para mí es uno de los logros humanos más importantes que conozco. Su racionalidad armónica contrasta, a mi entender, con la irracionalidad del dogma que la inspira.
Un abrazo
Derroche sensorial y de imaginación, algo habitual entre autores libres. la Iglesia nunca vio con buenos ojos el que hubiera compositores o poetas que sacaran "los pies del tiesto".
ResponderEliminarSaludos, Francesc.
Amigo Cayetano, el dogmatismo siempre ha atacado a los espíritus libres.
EliminarSalud
Por una vez y sin que sirva de precedente me vas a permitir que no esté del todo de acuerdo contigo mi querido Francesc, porque aunque es cierto que la corriente oficialista de la iglesia se alineó del lado de los cecilianistas no es menos cierto que otra parte renegó de estos puristas que como bien dices, hacían música maravillosa pero sin duda más simple y muchísimo menos brillante que la que propusieron los románticos de la llamada nueva escuela alemana. Prueba de la dicotomía que se generó dentro de la iglesia lo refleja el hecho de que el propio Liszt, precisamente contra que habían reaccionado los cecilainistas se ordenó dominico desarrollando su última etapa compositora dentro de la iglesia donde por cierto realizó sus experimentos armónicos más osados y radicales .. el mejor ejemplo su Vía crucis.
ResponderEliminarCreo que la iglesia entonces y ahora libraba numerosas batallas dentro y fuera de sus filas que afortunadamente ha ido perdiendo porque no se le puede poner puertas al campo, ni limitar o constreñir la fuerza creadora de los grandes artistas. Creo que a Miguel Angel también le quiso tocar las narices un Papa ( Pío no se cuantos) cuando pintaba la Capilla Sixtina…y tampoco tuvo nada que hacer ;)
Un placer como siempre y un abrazo grande sin dogmas de ninguna tipo, ojalá se prohibieran todos bajo pena de excomunión jajaja
Feliz finde!
Querida María, coincido contigo, muchos de los músicos románticos superaron con creces la calidad de los cecilianistas, la música sacra de Mendelssohn y de Liszt es extraordinaria y nada tiene que ver con la que hacían los cecilianistas. El problema reside en la intolerancia y en la oposición dogmática.
EliminarUn abrazo sin dogmas.
No sorprende que el Romanticismo, en sus diversas manifestaciones artísticas, choque con la Iglesia dogmática. El Romanticismo rechaza las normas inmóviles vengan de donde vengan y no admite otras que las que dicte el propio impulso emocional del autor de la obra artística.
ResponderEliminarMe ha encantado tu clase magistral, Francesc. Como siempre.
Un abra zo
Amigo Luis Antonio, aquellos cecilianistas fueron implacables con el Romanticismo, pero aún lo fueron más con los músicos del Movimiento Moderno, de aquellos les molestaba su impulso emocional y de éstos últimos su reflexión racional.
Eliminar¡Intolerantes!
Salud
Estoy con LUIS ANTONIO.
ResponderEliminarDarte la s gracias por entrar en esta página y salir con algo más que te aseguro no sabía. Pero ese algo más acompañado de pedagogía.
Algo, en pequeño formato, nos explicaron hace mucho tiempo y en una clase que no fue muy apetitosa en la facultad de Teología.
Como es bien sabido, todo lo que pueda ir contra los intereses de la santa madre iglesia, queda arrinconado, y por supuesto, los conceptos no son proclives a explicarlos con claridad.
Un abrazo
Salut
Amic Miquel, a lo largo de la historia la iglesia siempre ha ejercido un papel de arbritro, se han creído poseedores del bien y del mal, también en lo artístico, pero quiero dejar de lado esta consideración y manifestar mi admiración por la polifonía clásica.
EliminarSalud
Eso, una clase magistral.Gracias.
ResponderEliminarBlanca.
No Blanca, esto es algo que lo sabe todo el mundo, a veces va bien recordarlo.
EliminarSalud
Yo no sabía nada, ha sido un descubrimiento para mí. Me gusta aprender, Francesc. Yo no soy todo el mundo que tú frecuentas, y me encantaría serlo. No pude estudiar a tu nivel,y por eso te sigo, para aprender. Muchísimas gracias, Francesc,insisto, es para mi corto conocimiento, una clase magistral.
ResponderEliminarBlanca.
Gracias Blanca, celebro que te hayan servido estas escuetas líneas aobre el cecilianismo, ya has visto que este "dogmatismo" musical alcanza casi hasta nuestros días.
EliminarSalud