La buena arquitectura debe soportar el peso de la realidad y el paso del tiempo.
–El peso y el paso–
Nadie puede decir que un proyecto es bueno por lo bonitas que sean sus formas presentadas en los planos.
Es un despropósito lo que decía aquel crítico de los años ochenta:
el proyecto es bueno y las intenciones formales del arquitecto son de la máxima calidad, lo que ocurre es que no soportan el peso de la realidad, pero nadie puede negar su notabilisima calidad arquitectónica.
Demostraba el crítico su total incultura, comparable a la frivolidad del proyectista.
Cuando una obra no soporta el paso del tiempo, cuando se deteriora al cabo de dos décadas, debemos convenir que se trata de una obra con errores de proyecto y construcción, convenimos que es de mala calidad arquitectónica.
Cuántas obras contemplo hoy que no han soportado ni el peso de la realidad ni el paso, del tiempo.
Son obras de arquitectos que entonces admiré. Me encandilaron los planos, las fotos del día de la inauguración y la palabrería de una crítica complaciente que era más ideológica que arquitectónica.
Muchas de ellas son el capricho formal de una mañana en el que el proyectista le dio por hacer medio edificio de un color y el otro medio de otro color, plazas deterioradas cuyos errores de proyecto no han aguantado ni el paso de los peatones ni de los patinetes. Edificios con proezas estructurales que solo complicaron su ejecución y la existencia de quienes los utilizan.
Qué arquitectos aquellos, que tanto hablaban de composiciones radicales y que sus obras sólo fueron radicalidad propagandística.
Ocurrió en muchos casos que lo único radical que hicieron fue una
fotografía y un exceso de palabrería.
Más de un arquitecto se rebanaba el seso para encontrar una forma original, que nadie hubiese utilizado nunca, y proyectaba torres de comunicaciones con forma de ave galáctica. El esfuerzo del rebanado del seso es una inutilidad que produce monstruos.
Nota.- Podría poner nombres propios, pero no lo voy a hacer porque lo que interesa es la obra y no su autor.
Vi no hace mucho la obra de un puente de la ría de Bilbao por el afamado XXXX, autor del ave galáctica de Montjuïc.
ResponderEliminarNo se cuantos huesos rotos ha costado ya, de manera que se ha tenido que remodelar de nuevo y ahora vale tres veces más de lo presupuestado.
Un abrazo
Supongo, Miquel, que te refieres al puente peatonal.
ResponderEliminarEste tipo de obras quedan muy espectaculares en las fotos, cuestan mucho dinero y soportan bastante mal el paso del tiempo.
Salud
Cuánta razón y sentido común, arquitectónico y de la vida práctica. Las loas y coronas de laurel se reparten con mucha alegría por estos parajes. Hace poco cayó una parte de la autovía de León, inaudito que una obra pública de menos de 25 años haga catapúm y todos tan pichis, como si fuera cosa normal.
ResponderEliminarGracias por tu lucidez.
Hay que tener mucho cuidado en el proyecto y en la ejecución de la obra, hay que controlar los materiales y repasar mil veces los cálculos, tener en cuenta los coeficientes de seguridad y la mayoración de las cargas, etc., todo esto requiere mucho esfuerzo y mucha dedicación y no queda tiempo para el cultivo del oropel.
EliminarAbrazos
Muy comedido tú. Y este texto tuyo me ha hecho pensar en que en poco tiempo dos puentes, uno entre Castilla y León y Galicia y el otro no sé dónde se han venido abajo. ¿Cómo puede ocurrir a estas alturas tamaño desastre? ¿Quién fiscaliza con acierto las obras? ¿Qué constructoras son elegidas? ¿Qué materiales utilizan? ¿Qué consideraciones medioambientales y del terreno tienen en cuenta? Etcétera.
ResponderEliminarAmigo Fackel. Últimamente nos enteramos del derrumbe de muchas obras. Siempre los ha habido, pero ahora hay más difusión de todo ello.
EliminarSí, se caen puentes, edificios, estructuras. ¿Qué ocurre?, ¿están mal hechos los proyectos?, ¿hay fallos de ejecución?
Se hacen estudios geológicos para ver la capacidad portante del terreno, tenemos unos sistemas de cálculo de estructuras muy precisos, hay unos coeficientes de seguridad de obligada aplicación, hay unos sistemas de control tanto de proyecto como de ejecución, que obligan mucho, y qué pasa, pues pasa como con todo: errores, chapuzas, dejación de muchos de los proyectan, de los que controlan y de los que ejecutan las obras.
Se pagan unas pólizas de seguros de responsabilidad civil de unos importes elevadísimos. Los proyectos están controlados por entidades de control y por las propias compañías aseguradoras, ¿quiénes son los controladores? Por experiencia personal te puedo decir que me he encontrado técnicos controladores que son unos becarios mal pagados.
Podríamos hablar también de una falta de mantenimiento y de un mal uso. Hay muchos factores en la ejecución, muchas variables a considerar en el cálculo y muchas causas en la vida útil del edificio que pueden provocar el colapso de una obra. Los responsables pueden ser uno o varios: proyectistas, constructores, controladores, administración, usuarios...
Un abrazo
Veo que eres muy discreto y cauto, y haces bien. Comparto 100% lo que dices.
ResponderEliminarVeo el CCCB y la Plaça dels Països Catalans, ambas de los mismos arquitectos. De esta última es conocida la anécdota de el comentario que hizo Alfonso Guerra al verla por primera vez. Extraigo de la prensa de entonces:
«Durante su recorrido en automóvil por la capital catalana, Alfonso Guerra confundió las estructuras metálicas de la plaza, diseñada por los arquitectos Helio Piñón y Albert Viaplana, con una gran gasolinera. "¿Esto qué es? ¿Una gasolinera?", preguntó Guerra a sus acompañantes».
En cuanto a la Torre Calatrava, nunca gustó a los autores del Anillo Olímpico, ya que consideraban que "cantaba como una almeja" comparado con lo suyo. Decían de ella que parecía el pie de una "lamparita de mesilla de diseño, con su portalámparas y todo, pero sin pantalla.
Un abrazo, Francesc.
Amigo GranUribe, el tiempo nos enseña a ser discretos, procuro no poner nombres propios.
EliminarLo de proyectar medio edificio de un color y el otro medio de otro color también lo repitieron en el hotel Hilton de la Diagonal, me parece una frivolidad que sirve para ir pasando el rato.
No conocía la anécdota sobre el comentario de Alfonso Guerra, esta plaza con un gato metálico fue definida por algún crítico como un claro ejemplo de la arquitectura abstracta más modernísima.
Saludos.