Emil Cioran nació en Transilvania. El azul del cielo de Transilvania es espectacular, incisivo, denso, penetrante…, es un azul que persiste en la retina. Alguien que de niño haya jugado bajo el cielo de Transilvania llevará aquel azul fijado para siempre en su memoria.
Así le ocurrió a Cioran. Lejos de su Răşinari natal, quedó sumido en un pesimismo que sólo el recuerdo del cielo de Transilvania y la música de Bach podían mitigar.
Era un agnóstico que tenía la frente muy ancha. Era propenso a la exageración y admiró a Juan Sebastián de Bach elevándolo a categoría divina.
Emil Cioran, quizás exagerando, opinó sobre Bach y dijo:
Bach es la única cosa que te da la impresión de que el universo no es un fracaso. Todo en él es profundo, real, sin teatro.
Si existe un absoluto, es Bach.
El sonido lo es todo. Bach da un sentido a la religión.
Sin Bach, Dios quedaría disminuido.
¡Ojalá
Dios hubiese hecho este mundo tan perfecto como Bach lo hizo divino!
Sin Bach, Dios sería un tipo de tercer orden.
Después de Bach, Liszt resulta insoportable.
Sin Bach, la teología carecería de objeto, la Creación sería ficticia y la nada perentoria. Bach compromete la idea de la nada en el otro mundo.
Sin Bach, yo sería un nihilista absoluto.
Cuando
escuchamos a Bach, vemos germinar a Dios. Su obra es generadora de divinidad.
En la iglesia de Saint-Séverin, escuchando al órgano El Arte de la Fuga, me repetía: “He aquí la refutación de todos mis anatemas”
Exageraciones y mitomanía. Sin duda, la música de Bach es uno de los monumentos más excelsos de la civilización, sí, pero la civilización corre peligro cuando los mitos se exageran.
Y después de Bach..., el silencio.
ResponderEliminarAmic Puigcarbó
EliminarDespués de Bach, "El silencio de Euterpe"
Salut
No soy un entendido en música clásica, bueno , ni en ninguna otra, pero los mitos me superan. Me supera Bach, Rafael y Giotto, y me supera, me refiero a los mitos y en esta época, Madonna, Messi, Pelé e incluso Nadal que se ve, va para ello.
ResponderEliminarCarne y hueso, del bueno, si, pero siempre terrenos y por tanto superables. No dudo ni un momento que para llegar a ser un mito hace falta mucho trabajo...o tener un cuerpo como la Monroe, pero claro, aquí y tal como están las cosas, decir eso es condenarme a sentir la palabra machismo.
Amic Miquel, yo creo que la mitomanía es una forma de alienación.
EliminarSalud
"Cuando escuchamos a Bach, vemos germinar a Dios. Su obra es generadora de divinidad."
ResponderEliminarAquí otra mitómana que suscribe cada frase. Grandioso Bach!
Un saludo afectuoso
Amira Volarela. La música de Bach es un monumento. Su obra recorre todo el panorama musical de nuestra civilización. Admiro profundamente la música de Bach, pero no lo considero un mito, sino un músico real extraordinario. No soy mitómano y repito contigo: ¡Grandioso Bach!
EliminarPor supuesto, sin ignorar el extraordinario valor de la obra de Bach, cuando se sublima una obra, un autor o cualquier otra clase de circunstancia hay que pensar enseguida en las motivaciones subjetivas de quienes invocan tal sublimación, cuasi mítica. Cioran es muy particular, a veces lo percibo acertado, otras veces teatral, siempre agrio...Cada uno de nosotros está formado de un totum revolutum, y no solo cultural, y Cioran percibió así a Bach, ergo...
ResponderEliminarPara mí Bach también es uno de esos autores-obra (o viceversa) imprescindibles, pero según y cómo me lo pida mi mundo emocional.
Un abrazo.
Amigo Fackel, la música de Bach es uno de los fundamentos de la civilización europea. Bach es imprescindible, soy un admirador de toda su obra. Para mí, ni Bach ni ningún otro artista es un mito.
ResponderEliminarNo sé si Cioran andaba en busca de algún mito, tampoco sé si fue la añoranza de Transilvania lo que agrió su carácter. Un "pelín" teatrero sí que me lo parece.
Salud
Cuando todo el mundo se resquebraja y todo nos da la espalda, Bach nos enseña que sigue existiendo la belleza sublime.
ResponderEliminarSí, Bach es un faro que ilumina nuestra civilización-
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