Nuestro mar cercano -clásico y antiguo- y lejos, muy lejos, el mar de China que refleja los rayos de sol naciente. Tan cerca y tan lejos.
Ríos de occidente y ríos de oriente. El Arno y el Mekong, aguas antiguas las dos, aguas con distintos sedimentos: orfebres y lacadores, árboles ralos del quattrocento y caligrafías “a sentimiento”.
Sentados en la roca de Sigfried contemplamos el vuelo de las lechuzas a un lado y al otro, las grullas. Las aves nos apremian a tender puentes entre las orillas: puentes viejos con corredores secretos que van de un palacio a otro y puentes livianos a prueba de las avenidas de agua.
Pontifex, hacedor de puentes, revela tu voluntad de unir indulgencias y sedimentos.
Cualquier huida a nado o sobre limos arcillosos es siempre peligrosa.
Que bello es tender puentes. Para saber hacerlos bien, que no es lo mismo que saber hacerlos, se ha de estar preparados. La mezcla puede relativizarse, pero es conveniente que no falte ningún material, a saber: Comprensión, paciencia, indulgencia, amor y unas paladas de esperanza.
ResponderEliminarSalen unos puentes que ni el de Florencia (aunque yo prefiero el de Bassano del Grappa, construido por Palladio), y con ese tipo de puentes el éxito del tránsito está asegurado.
Un abrazote primaveral.
Amic Miquel, los puentes favorecen la comunicación y el entendimiento. Construir un puente es difícil, tú has mencionado algunos de los materiales que son necesarios para que la estabilidad se mantenga.
EliminarNo sabía que el puente de madera de Bassano del Grappa es obra de Palladio. Lo pude ver una vez que fui a Vicenza.
Abrazos
La paz es un viejo puente romano, que a través de los milenios ha unido orillas lejanas y enfrentadas.
ResponderEliminarCuando un puente cae, cae también la civilización y la humanidad.
Saludos.
Amigo Rodericus, de esto se trata de unir orillas enfrentadas. Debemos mantener las construcciones en perfecto estado de estabilidad y concordia.
EliminarSalud