A un congrio seco
Tu cuerpo reseco es el cedazo
que criba la memoria
de unas aguas antiguas.
Carne
enjuta de cuaresmas oscuras
y recuerdo de sermones que rebotaban
contra los muros de la iglesia.
Manjar hecho al viento
que se cuela por los orificios
de tu sequedad.
Quince días al aire del norte,
a la intemperie de las barcas
dejando pasar por tus agujeros,
cual pancarta de insumisos,
la quietud y el vacío.
Eres amarillo de oro seco
colgado de las cabrias,
que ondea y espera
cuaresmas más luminosas.
F.C.
El pescado seco es el triunfo de la inteligencia sobre la necesidad, con garbanzos o con patatas, inteligencia práctica.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Daniel, el hambre despertó el ingenio, las gentes tuvieron que inventar sistemas de conservación de los alimentos, la inteligencia y el trabajo dieron buenos resultados: el secado, la salazón, las conservas en aceite...
EliminarUn saludo
Caramba. Me has sorprendido. En un primer momento pensé en Machado, quizá la similitud de "su olmo"; a medida que he ido leyendo el poema me he ido quedando con la intención del mismo.
ResponderEliminarSemana Santa puede ser la época más propicia para este manjar.
Salut
Miquel, ver los congrios al sol es un espectáculo. Son estandartes o banderas que ondean contra la simbología. No son trapos simbólicos, son belleza nutritiva.
EliminarSalud
Belleza nutritiva, un poema exquisito!
ResponderEliminarMe ha entusiasmado.
Me alegra tu regreso.
Salud
Muchas gracias, Kova, celebro que te guste.
EliminarMe hace mucha ilusión saber de ti.
Un abrazo
Una oda al pescado seco nutre el espíritu como el pescado el cuerpo.
ResponderEliminarSequedad cuaresmal.
EliminarSaludos
Un congrio, y no te digo un bacalao, cuyo salazón secular, ya desde la Antigüedad, es todo un hallazgo y un comercio, bien se merecían un poema de reconocimiento.
ResponderEliminarEl papel de estraza posterior (recuerda la infancia) también se sumará a tu homenaje poético. Salud para los días presentes y venideros, y que estos no dejen de ser siempre presentes.
Amigo Fackel, veo un congrio seco, con sus agujeros que han dejado pasar tanta experiencia por ellos, imagino el hambre que tuvo que pasar el ser humano para que inventara semejante manjar al viento... Cómo no iba a escribir estos humildes versos a esa carne reseca.
EliminarAbrazos
Me ha dado mucha sed leerte.
ResponderEliminarUn abrazo
Ja, ja, Myriam, pues a beber. Si unos versos míos estimulan los sentidos, qué más puedo pedir.
EliminarUn fuerte abrazo
Hola Frances, no sólo acabo de descubrir que los congrios se secan de una manera tan bella y geométrica con ese color de oro viejo...sino también que eres un magnífico poeta.
ResponderEliminarUn placer regresar. Hay mucho que aprender y disfrutar por aquí.
Un beso,
Querida Tesa, celebro que te hayan gustado estos versos, son una bagatela poética ante la belleza de este alimento reseco y humilde.
EliminarAgradezco mucho tus visitas a este blog y tus opiniones.
Abrazos.