domingo, 14 de enero de 2018

Entre la basura y la nada


 
La sociedad tiene el arte que se merece.  

Dicho así, parece que emule aquella consabida frase de que una sociedad tiene el gobierno que se merece. En el arte viene a ocurrir lo mismo, no en balde el arte es la expresión de la realidad que vivimos. El arte es eufórico o tedioso si hay euforia o tedio en la sociedad y cuando ésta está obcecada atendiendo unas consignas ideológicas, más o menos totalitarias, podemos afirmar que el arte está condenado a muerte.

No es extraña la escasez de propuestas artísticas actuales, me refiero a aquellas que tienen una entidad sólida y suficiente donde pueda cimentarse el pensamiento estético. Quizás debamos plantearnos, también, la solidez de los estratos del pensamiento. Probablemente no sean más que un estado líquido que no permite la cimentación de ninguna estructura mental.  


Hay demasiadas consignas totalitarias en nuestro entorno, donde la posverdad y el pensamiento único hacen mella en la creación artística.

La tensión entre Apolo y Dionisos parece haberse reducido a un estado de viscosidad tal que ni moja ni deja de mojar.

Por otra parte, nuestro tiempo es heredero de un siglo XX que fue de muerte; un dolor y una desolación como jamás había conocido la humanidad. Con esta herencia nefasta hemos empezado un siglo XXI donde el auge de la intolerancia asusta al más pintado.
Luke George, Not About Face. Photo by Nick Roux

La intolerancia la encontramos en la calle, se detecta en las familias y entre los compañeros y los medios de comunicación nos la sirven en directo. El club Bilderberg impone un modelo global que arrasa con el medio ambiente y perfecciona la explotación.

El artista es sensible a esta maraña endiablada y, salvo pocas excepciones, lejos de reaccionar como en otros periodos de la historia, el artista calla, hay muchos que callan y muchos otros que han quedado adormecidos por la distracción del espectáculo adocenado que nos ofrecen la televisión, los políticos y los charlatanes de medio pelo.
Juan Muñoz: Double Bind, Tate Modern, London – 2001

En una sociedad mercantilizada, empobrecida y decadente, el arte es mercantilizado y pobre y le quedan pocas ganas de mostrar la decadencia social, apenas hay reacción. Y lo peor de todo es que la máquina abstracta del poder tiene la fuerza suficiente para trivializar y comercializar la protesta y la indignación.

Con frecuencia la indignación se convierte en espectáculo televisivo y hoy, los medios hablan de arte o de protestas como quien comenta el “botellón” de unos jóvenes saciados, o de unos viejos cascarrabias y de unos chulitos de saloncito que debaten en los platós de TV.



Art is trash” afirman algunos. Se retiran y se adormecen en la irresponsabilidad mientras confían que los servicios de recogida de basuras retire los restos indeseables y los lleve a un vertedero autorizado.

Es cierto que no todo el arte es basura, hay unos pocos faros que alumbran una sociedad oscurecida, pero el panorama artístico general es desolador.

¿Siempre ha sido igual? No, a veces ha sido peor en lo social, en lo económico o en la política, pero ha sido más esperanzado y esta esperanza la mostraron los artistas con una creatividad decadente que reflejaba un endeudamiento o una entrada en una crisis. Pero cuando se empezaba a salir del hoyo, sus obras esperanzadas, mostraban un arte vigoroso y optimista.

Entre unas y otras, entre los momentos de entrada en las crisis y los momentos esperanzados de luces lejanas, encontramos periodos más o menos largos de negrura y de escasez creativa. Estos periodos negros los hemos visto desde la caída del Imperio Romano hasta el Renacimiento, con un arte medieval pobre que duró más de 700 años. Menuda desgracia.
Lluís Dalmau, 'Decapitació de sant Baldiri', circa 1448.

En el Siglo de Oro, época de endeudamiento a pesar del oro expoliado, floreció un arte barroco que se sustentaba en el dogma. Menuda miseria ante una ingente belleza.

En el interbellum del siglo XX nos encontramos un arte alocado, desquiciado, sucio y que en medio de la suciedad propuso la limpieza con el racionalismo. Una guerra entre las dos grandes guerras.

Tras el triunfo de la modernidad, llegamos a la Postmodernidad. Sí, una transición nefasta: fue el principio de la gran mercantilización del arte, con las proclamas del ogro de Tom Wolf y los yuppies de Wall Street, riendo las gracias de Andy Warhol que ejercía de demiurgo enclenque.

En medio de todo esto, encontramos naturalmente mentes iluminadas, faltaría más, grandes músicos que han conseguido evolucionar la atonalidad y nos hablan de arte sonoro, grandes arquitectos callados que aborrecen el espectáculo, grandes artistas plásticos que indagan, escritores que hacen de la palabra un instrumento de lucidez intelectual, etc. Pero, son luces esplendorosas que titilan de dolor.

La caja entrópica (exposición MNAC. Francesc Torres: los secretos mejor guardados del museo)


  
La evolución hacia la basura no ha llegado a su fin. Convertido en basura, el arte continúa evolucionando. Está ya muy cerca de llegar a la NADA. 

Después pueden seguir unos setecientos años de oscuridad. La historia es cíclica.

12 comentarios:

  1. En este texto de tu entrada está la explicación de la pobreza artística, cultural y filosófica de este penoso tiempo que nos ha tocado en "suerte":

    "Hay demasiadas consignas totalitarias en nuestro entorno, donde la posverdad y el pensamiento único hacen mella en la creación artística".

    Un abrazo, Francesc

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    1. Amigo Luis Antonio. El arte expresa el signo del tiempo que le ha tocado vivir. Así es de grande el arte. Pero cuando la realidad del entorno se degrada, el arte explica la degradación, así continúa la grandeza del arte, pero cuando la consigna política y el sectarismo se apoderan de las relaciones sociales todo se oscurece y en medio de una "noche santa" los puñales van de aquí para allá, las relaciones personales se rompen y el arte y la razón inician el camino hacia la nada.
      Abrazos

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  2. No por duro menos real.
    Virgilio habló del nihil. La nada, o como resumen, la desesperanza, porque después de aquello no hay esperanza. Y no la hay.
    No hay nada que rascar después de ver lo que se ve, no por novedoso, pero si por desasosegante.
    Las prioridades han cambiado. Hoy es más importante atender el reclamo del movil que los lloros del hijo en el carrito. Mirar con fruinción el waswas que dejar el asiento a un mayor en el metro. Pasar de las meadas del perro en la acera para atender con rapidez la llamada de una persona lejana...Son los sinos del tiempo.
    En el Alto Aragón, a toda esta flatulencia denominada NADA se les llamaba FATUOS.
    Hoy los FATUOS tienen de relleno setecientos años por adelantado, no hay que olvidar que se han de pagar con el vente y uno por ciento de iva.
    Salut

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    1. Querido Miquel, el arte habrá de expresar también esta dureza. Ya sabes, amic, que yo espero un cierto resurgimiento que puede producirse de aquí a setecientos años, no antes.
      Abrazos

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  3. No podría estar más de acuerdo contigo de lo que ya lo estoy. Estamos ante una época de empobrecimiento cultural absoluto.
    Un saludo, Francesc.

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    1. Amigo Cayetano, el empobrecimiento se aprecia en el arte, en las calles y en las tiendas de ultramarinos, en la cultura y en la política. La mala calidad democrática invade la sociedad y los parlamentos. Toda esta basura es lo que expresa el arte: el arte es basura (art is trash).
      Abrazos

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  4. Cuando se afianza la creencia de que la sociedad tiene la desgracia que se merece, estamos atribuyendo una culpa injusta. La gente que vivió durante los años oscuros, de cualquier época, es inocente porque carece de poder para imponer, desde una corriente artística hasta unos gobernantes canallas o virtuosos.
    Un idea, un modelo, se propaga por los canales de los poderosos, la iglesia católica en la E.M; o qué merecer ser considerado arte. Fíjate que Warhol fue un publicista, autopublicista, que cayó bien a la élite política y cultural norteamericana, se elevó a icono artístico y ahí se ha quedado.
    Hoy, las campañas de publicidad se extienden hasta los confines de nuestros actos "más democráticos": votar, comprar, apreciar un bodrio o desmerecer una obra impecable, pero que no tiene perrito que le ladre en los circuitos que controlan a quien dar el sello de artístico.

    Abrazos

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    1. Querida Amaltea, hoy los ciudadanos pueden votar y cambiar de canal de TV. En general, en Occidente, quien más quien menos sabe escribir y leer y tiene algún criterio formado; siendo así, hoy, más que nunca, el ciudadano tiene la posibilidad de cambiar el panorama político y artístico y cae, otra vez vuelve a caer, acepta la posverdad y el arte adocenado. Los medios de comunicación y adoctrinamiento són más potentes que nunca pero, parece que la condición humana se empecina a dar un saltito para adelante y dos saltitos para atrás, atendiendo más a la publicidad, a la mágia, a lo esotérico, a la pamplina sentimentaloide y a las consignas engañosas que a la razón o al simple sentido común.
      Abrazos

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  5. Triste, todo es muy triste.
    ¿Que está pasando?

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    1. Amigo Dapazzi,son tiempos líquidos como dice Bauman. Tengo poca esperanza. La voluntad de arte se ha esfumado y todo parece regocijarse en la frivolidad y el espectáculo.
      Saludos

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  6. Esperemos que tanta materia descompuesta madure hasta trasformarse en fértil compost para alimento de alguna flor de un día. Esperemos.


    Saludos.

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    1. Amigo El Éxodo, tengo poca esperanza. Sin embargo creo que sólo del estiercol, cuando todo se haya podrido, puede salir algún gusano.
      Saludos

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