Afirmar que la base de los argumentos estéticos de
Adolf Loos se apoya sobre un estrato teológico puede resultar arriesgado, sin
embargo, creo que su arquitectura y su discurso van acompañados de un alborotador dogmatismo anti-formal, y que el pietismo luterano es uno de los cimientos de
su concepto arquitectónico.
La influencia del pensamiento pietista fue
determinante en el romanticismo y a mi modo de ver, aun alcanzó gran parte de
la creación artística del siglo XX, aunque solo fuera un corpus filosófico
contra el que dirigir los dardos racionalistas.
Los artistas del Movimiento Moderno
reaccionaron contra el eclecticismo derivado de las formas decadentes de los
últimos románticos y se rebelaron contra el ornamento del Art Nouveau y la
Sezession vienesa.
Adolf
Loos fue un militante anti-romántico. En su ensayo Ornament und Verbrechen (Ornamento y delito), Loos arremete contra
toda decoración superficial y contra el empeño y la obstinación criminal de
esconder la ética de la arquitectura detrás de unas paredes estéticas.
El
diseño de los edificios y de las cosas debe garantizar la unión indisoluble que
existe entre ética y estética. Una obstinación fanática por mantener la unidad
entre ética y estética tiene un peligro: el inmediato menosprecio de lo formal,
ya que la forma es lo que el diseñador tiene más a mano. La ética queda lejos, formando
parte del albur colectivo.
Los
pietistas quisieron anteponer el criterio moral a la razón práctica y supeditaban
la creación artística a la ética individual del artista.
Aun
intentando restablecer el utilitarismo, la función y la razón práctica, Loos, con
su batalla contra el ornamento, quería traer a la tierra la sustancia ética de
las cosas. Se trataba de ver las cosas sin aditamentos, tal como las vería
Dios. Además, en su libro “Ornamento y delito” hace un proselitismo extemporáneo. Su
argumentación, más o menos dogmática, recuerda los discursos luteranos de Nikolaus
Ludwig, de August Hermann Francke o del conde de Zinzendorf, pietistas ellos
que influyeron en Kant y en Hölderlin.
Adolf
Loos era un fundamentalista que escribió bastante y diseñó poco, lo primero lo
hizo a gritos y lo segundo lo hizo regularmente bien.
La sobriedad siempre está bien. Pero, como la soledad, debe ser algo de libre elección. No es bueno que te la impongan en virtud de ciertas creencias extramundanas.
ResponderEliminarUn abrazo, Francesc.
Claro que sí, amigo Cayetano, nadie está autorizado para imponerte sobriedades o templanzas. Aunque yo sea partidario de la contención y de la mesura creo que sus opuestos han dado a la arquitectura y al arte en general una vitalidad indispensable para que podamos entender este mundo nuestro de pachanga y amargura.
EliminarAbrazos
Gracias por la información.
ResponderEliminarde verdad que es un placer cuando te leo.
Hay cosas que no las vería sino salieran de tu lápiz.
La última frase es de traca.
Un besote...y te me cuidas.
Miquel, eres un exagerado. Me limito a dejar alguna reflexión escrita y nada más.
EliminarSalud
Un calvinista formal en todo su sentido, recuerdo en la Michaelerplatz, el edificio
ResponderEliminarque está limpio de ornamento y al mismo tiempo, imponente en su fachada. Loos, en esa foto que has colgado, se parece mucho a Proust.
Abrazo
Querida Amaltea, recuerdo muy bien el edificio de Michaelerplatz, es una obra impresionante, quizás la más representativa de Loos, su escalera interior es preciosa. Loos se enfrentó con la geometría endiablada de la planta de un solar irregular y lo resolvió muy bien.
EliminarLa pose de Loos que vemos en la foto, recuerda, efectivamente, a Proust, elegí la imagen adrede.
Abrazos
La he visto anunciada en las farolas y ahora, después de leerte, ya tengo claro que me pasaré un día de estos.
ResponderEliminarAmigo Granuribe, no he visto la exposición anunciada y cuando escribí el artículo no sabía siquiera que iban a celebrar esta muestra. Iré a verla.
EliminarSalud