Joaquim Chancho. Serie Montserrat
No,
no buscaré ni del espejo
roto
aquel fragmento que
refleja el deseo
más brillante,
ni en el ábside buscaré
la virgen lacrimosa,
cuyo llanto amargo fue
producido por el dolor
más intenso.
No,
sólo el recuerdo de la
higuera frondosa,
el aire suave y el calor
de diciembre
en el hogar.
En la memoria, nada más
que las huellas
de lo sentido en la piel
y los ojos
y nada más.
F.C.
La sencillez y la serenidad como vocación. Las estridencias no nos encarrilan hacia el camino la paz.
ResponderEliminarSaludos, Francesc.
Amigo Cayetano, las estridencias son peligrosas, son puntiagudas y tienen aristas cortantes.
EliminarUn fuerte abrazo
Qué bonito...
ResponderEliminarDe verdad.
Amic Miquel, celebro que te haya gustado.
EliminarUn abrazo
En un frenesí inacabable y estúpido, en esta peonza giratoria y mareante, llegas tú, escribes un "nada más" que abarca todo lo precioso y delicado, aquello que transforma y convierte el plomo en oro.
ResponderEliminarGracias y un abrazo
Querida Amaltea, he escrito "nada más" precisamente al final del poema. Realmente quedan pocas cosas, sólo aquellas que la tramuntana no puede barrer: la música, la inteligencia, la amistad y el recuerdo de unos pocos momentos que hemos vivido con placer.
EliminarAbrazos