Escultura de Pablo Gibert Roig
En la asignatura de dibujo, cuando estudiábamos
la perspectiva, el profesor nos insistía en la importancia que tiene la elección
del punto de vista. Conviene –decía– elegir perfectamente el ángulo de visión; la
altura y la distancia deben ser adecuados, de tal manera que se pueda
representar el objeto dibujado con toda precisión.
La perspectiva es la forma más rigurosa de
representación de la realidad. La que se asemeja más a la percepción del ojo
humano. Las reglas geométricas de la perspectiva son de precisión matemática.
La elección del punto de vista se debe
hacer con un criterio minucioso tal que nos permita obtener la mejor
representación posible de los objetos o figuras.
Quienes colocan el punto de vista muy
cerca del objeto pierden la visión general de la realidad, su mirada es
provinciana y localista. Por otra parte, aquellos que ponen el punto de vista muy lejos no se
enteran de la riqueza del detalle y esto hace que su valoración de las cosas sea
difusa.
Situar el punto de vista demasiado alto es
propio de aquellos que observan la realidad planeando por encima de ella, ahí
están los vanidosos, los engreídos y todos aquellos que se creen que están por
encima de los demás.
Quienes colocan el punto de vista muy
abajo se pierden la panorámica y la visión general, se pierden en el detalle, en
este caso, el detalle adquiere una importancia desproporcionada a veces
grotesca y casi siempre indecorosa, no hay que ver más que el toro de Osborne o
el caballo de Espatero contemplados desde abajo.
La elección del punto de vista, es también
indispensable en política. Hay políticos que ven las cosas de
forma provinciana, se creen que su país es un corralillo con unos conejos y
unos cerdos mansos. Otros, aquellos que contemplan la realidad desde lejos, no
se enteran de nada. Hay políticos que se sitúan por encima de los demás y están
convencidos que a ellos, y solo a ellos, les está permitido volar sobre los votantes
a quienes consideran unos ineptos desgraciados. Y por fin, nos encontramos con el
irresponsable político que solo se preocupa de las partes bajas y de sacar
provecho de cualquier colgajo que pende de forma indecorosa de la realidad
objetiva.
"No perdamos la perspectiva", repetía una y otra vez doña Rosa, la del café de La Colmena. No le faltaba razón.
ResponderEliminarUn saludo, Francesc.
Coincidimos con doña Rosa, no hay que perder la perspectiva y sobre todo procurar que ningún elemento raro entorpezca la visión.
EliminarUn saludo amigo.
Me gusta la comparación, ahora bien, tengo una duda, los de los cuernos del toro, junto a lo de los políticos, ¿no tendrá nada que ver...? ¿nooo?
ResponderEliminarAmic Miquel, no lo sé, no sé que pintan los cuernos, yo creo que no tiene nada que ver. Creo que todos los atributos sirven para explicar la realidad.
EliminarSaludos
Pero ¿acaso hay perspectiva en política, hoy día? Probablemente algunos sí, los que están siempre agazapados en la sombra.
ResponderEliminarAmigo Fackel, yo creo que no hay perspectiva, hay muchas sombras, mucha marmota agazapasa y poquísimas visiones claras.
EliminarAbrazos
Quería decir que claro que hay minorías en la poderosa oscuridad que trabajan con "su" perspectiva para llevarnos al huerto a los demás. El Club siniestro ese de los ricos, el FMI, los gobiernos bis que tiene cada gobierno, las mafias, santas o laicas, etc.
EliminarBuena lección sobre la importancia de buscar el lugar idóneo, la perspectiva para ver , desde todos los puntos de vista, el objeto de estudio. Y si nos referimos a la política, la visión la tienen muy perjudicada, confunden las sombras o las imaginan. Una alucinación de esa clase causa estropicios muy difíciles de reparar.
ResponderEliminarAbrazos
Querida Amaltea, punto de vista depende naturalmente de la situación en la que uno se coloca. Si un responsable político está situado en un mundo ilusorio no conseguirá ver la realidad tal como es. Y desde allí, no hará más que barbaridades y desastres.
EliminarAbrazos