Las
consignas del Concilio de Trento pasaron sin pena ni gloria sobre el arte
veneciano. Los artistas venecianos valoraban la comunicación de las
emociones que el arte nos sirve en bandeja, confiaban en la evidencia visual,
en aquello que la realidad nos muestra con todo su esplendor y en el color de
las atmósferas y de la naturaleza.
Durante
el Quattrocento, los artistas
venecianos no esperaban que las reglas y los modelos geométricos fueran los
“productores” de las imágenes artísticas, y ahora, en el Cinquecento, desconfiaron de las consignas trentinas que pretendían uniformar los contenidos del arte.
En
la Venecia de Quattrocento y del Cinquecento se estima el arte por su
eficacia emotiva, ésta y la capacidad de comunicación prevalecen sobre el canon
geométrico. La norma toscana que había nacido en el primer Renacimiento se
valora como procedimiento, pero no como expresión.
El
sentimiento de apertura y de comunicación con Oriente inunda el quehacer
artístico de la Serenísima República de Venecia. El ambiente comercial
establece una mirada muy práctica y más emocional que la que surge de una
meditación formal intectualizada o de
la aplicación de unos trazados teóricos.
Una sociedad que vive del comercio estima más el aspecto comunicativo que la especulación teórica y, desde luego, rechaza cualquier dogmatismo que pueda interferir el intercambio y la comunicación.
Una sociedad que vive del comercio estima más el aspecto comunicativo que la especulación teórica y, desde luego, rechaza cualquier dogmatismo que pueda interferir el intercambio y la comunicación.
Ante
el manierismo florentino o la pomposidad romana, podríamos decir que la Escuela
de Venecia apuesta por la pragmática artística.
El
carácter natural, el colorido veneciano, la impastatura
y la sustancia luminosa de la pintura se presentan como materia viva, o como
diría más tarde Marco Boschini (1602-1681), como carne mezclada con sangre.
Exagerado, sí, pero lo que pretenden los teóricos venecianos es activar una
crítica de gusto, a veces desmesurada y a veces
malintencionada, contra una supuesta superioridad romana o florentina, para
ello desarrollan una dialéctica inmune al dictamen regulador o geométrico que
había nacido en Florencia con Brunelleschi, Alberti o Piero della Francesca.
Leemos como Paolo Pino, en 1548, suelta una diatriba directa contra las reglas
de la perspectiva y las proporciones y sin ambages declara la superioridad de
la pintura veneciana sobre la toscana o la romana.
El
proceder del artista veneciano es directo. El pincel o el escoplo se activan
inmediatamente después de la contemplación sensible de la realidad. No existe
una especulación intelectual que se interponga entre la visión y la expresión.
Y no existe una mentalización previa a la visión, ésta es directa impresionada
y receptiva. Lo visto precede a lo pensado. Así es el comercio, una acción
directa, un cálculo pragmático, un intercambio consciente sin especulación
teórica, una inmediatez que no disminuye la calidad de la comunicación, sino
que la acrecienta.
La inmediatez de la expresión del arte veneciano no niega el pensamiento estético ni cualquier otra actividad intelectiva, formal o ética, trata solo de afirmar la prioridad de la experiencia perceptiva.
La inmediatez de la expresión del arte veneciano no niega el pensamiento estético ni cualquier otra actividad intelectiva, formal o ética, trata solo de afirmar la prioridad de la experiencia perceptiva.
El
artista del Cinquecento veneciano afirma su gusto por el dibujo manierista pero solo como un elemento
constitutivo del lenguaje artístico. Afirma su gusto por el color y la comunicación y niega de una manera decidida todas las consignas del Concilio de Trento que pretendían igualar y
supeditar toda representación artística al dogma.
Pintores venecianos (s. XIV-XVIII). Una nómina
Paolo Veneziano o Paolo
da Venezia (antes de 1333 - después de 1358)
Lorenzo Veneziano
(después de 1336 - 1379)
Niccoletto Semitecolo, llamado Niccolò Semitecolo (activo entre 1353 y 1370)
Gentile da Fabriano,
nombre real Gentile di Niccolò di Giovanni Massi (1370 – 1427)
Pisanello, nombre
real Antonio di Puccio Pisano o Antonio di Puccio da Cereto (1395 - 1455)
Jacobello del Fiore
(c. 1370 - 1439)
Bartolomeo Vivarini
(c. 1432 - 1499)
Carlo Crivelli
(h. 1435 - h. 1495)
Alvise Vivarini o
Luigi Vivarini (c. 1446 - 1503)
Bartolomeo Cincani, llamado Bartolomeo Montagna (c. 1450 - 1523)
Andrea di Giovanni, llamado Andrea da Murano (activo de 1463 a 1512)
Giovanni Battista Cima, llamado Cima da Conegliano (1459 - 1517)
Vincenzo di Biagio
Catena (1470/1480 - 1531)
Jacopo Negretti, llamado Jacopo Nigretti y apodado Palma el Viejo (1480 - 1528)
Sebastiano Luciani, llamado Sebastiano del Piombo (1485 – 1547)
Bonifazio de' Pitati, llamado Bonifazio Veronese o Bonifazio Veneziano (1487 - 1553)
Vittore (o Vittorio) Carpaccio
(circa 1465 - 1525/1526)
Antonio Vivarini, llamado Antonio da Murano, (1402–1484)
Gentile Bellini (c.
1429 - 1507)
Giovanni, llamado Giambellino
(1433 - 1516)
Giorgio Barbarelli da Castelfranco, llamado, Giorgione (h. 1477/1478 – 1510)
Tiziano Vecellio o Vecelli, llamado, Tiziano o Ticiano (hacia 1477/1490- 1576)
Giovanni Antonio de'
Sacchis (1483 - 1539)
Tintoretto, nombre
verdadero Jacopo Comin (1518- 1594)
Giacomo da Ponte, llamado Jacopo Bassano (h. 1515 - 1592)
Paolo Caliari o Cagliari, llamado Paolo Veronese (1528 - 1588)
Antonio di Jacopo Negretti, llamado Palma el Joven (1544 - 1628)
Giambattista (o Giovanni Battista) Tiepolo (1696-1770)
Francesco Lazzaro
Guardi (1712 – 1793)
Gianantonio, Gian Antonio o Giovanni Antonio Guardi (1699 –1760)
Nicolò Guardi (1715
- 1786)
Canaletto, nombre
verdadero Giovanni Antonio Canal (1697 - 1768)
Bernardo Canal (1664-1744)
Luca Carlevarijs
(1663 - 1730)
Bernardo
Bellotto, llamado Canaletto el joven,
(1721 - 1780)
¡ gracias ¡
ResponderEliminarCojo siempre tu página como lección magistral.
Un abrazo
No Miquel no hay lección magistral, yo no soy maestro de nada. Solo emito una opinión, en este caso sobre el cinquecento veneciano. Saludos
EliminarComo bien señalas, el comercio siempre posibilitó la comunicación entre los pueblos, lo que originó siempre una mentalidad más abierta en todos los temas, incluido el artístico. Libertad de movimientos y cerrazón dogmática nunca encajaron bien.
ResponderEliminarUn saludo, Francesc.
Amigo Cayetano, completamente de acuerdo contigo, lo dice el hijo de un comerciante. Saludos
EliminarAlabo el gusto de quienes rechazar cualquier tipo de "cualquier dogmatismo".
ResponderEliminarNo está reñida la opinión con la lección magistral, amigo Francesc.
Un abrazo
Amigo Luis Antonio, seguir el dogma es perder libertad creativa.
EliminarQuerido amigo yo tengo muy poco de maestro y sé muy pocas cosas, casi nada.
Saludos
Francesc, no estaría nada mal -sobre todo para tus seguidores-que pensaras en compilar tus escritos sobre arte y arquitectura.
ResponderEliminarEl dogma religioso no enjauló la energía artística, no pudo porque los creadores contaron con el patrocinio de protectores que se sentían más a gusto en el mercado que en las iglesias.
Un abrazo
Querida Amaltea, algún día tendré que preparar una recopilación de estos textos, me lo han pedido muchas veces, pero yo no sé si tienen demasiado valor.
EliminarLa iglesia no pudo con todo, los mercados empujaban más, y gentes de buen gusto patrocinaron obras importantísimas, el dogma seguía, eso sí, con su empecinamiento y aún lo sufrimos. Abrazos