Los agrimensores trazaron
caminos sobre los mapas. El orden y la medida se impusieron a los zarzales
desdibujados que recortaban el azul del cielo.
Los más
escépticos contemplaron los jardines de la historia y se resignaron ante la
enfermedad del tiempo.
Sobre la muerte de la doncella creció el acanto. Sus hojas retorcidas por el peso de la canastilla inspiraron al artista del cincel.
La
perfección del acanto se petrificó en los capiteles. Con éstos, con el cálculo y con el conocimiento el hombre levantó las construcciones más bellas.
¿Fue también la belleza un campo de salvación?
Todo ejercicio de indagación, representación o recreación (disculpa por los iones) es salvífico. Tales ejercicios tienen entretenidos a los hombres, alimentan sus perspectivas y son ejemplo de belleza.Aunque los humanos reducimos el concepto belleza a unas determinadas formas o, mejor dicho, a unos tipos o cánones establecidos, en realidad nace y se desarrolla por doquier en la naturaleza, origen de nuestra observación y motivo de su reproducción cuando el hombre se considera artista. Tal vez el acanto tenga que ver con el triunfo de la procreación, del desarrollo y de la superación frente las espinas y las zarzas de las dificultades.
ResponderEliminarAmigo Fackel, ciertas visiones de la naturaleza,algunas creaciones humanas, sus efectos e incluso algún comportamiento natural o artificial nos provocan una emoción estética que es puramente formal aunque nos lleven después a reflexiones o elucubraciones más o menos abstractas. En definitiva que unas formas se traduzcan en argumento o, inversamente, un argumento sirva de expresión estética, es el milagro de la mirada artística o de la creación. Probablemente sea una voluntad de trascendencia, poco importa, el caso es que nos podemos acercar a la belleza bajo el escudo protector del arte.
EliminarLas hojas de acanto parece que han provocado este milagro. Calímaco, viendo cómo crecía esta planta, retorciéndose bajo la canastilla depositada en la tumba de una doncella pergeñó el capitel corintio, esta maravilla que ha sostenido algunas de las más bellas arquitecturas del mundo.
Salud
Pienso que la respuesta a tu pregunta es un si sin concesiones.
ResponderEliminarLlamamos salvación a lo que en ocasiones es un refugio de nuestro yo en contra todo los que nos rodea. Puede ser en forma de letras, de imágen o de música.
Vamos, eso creo. Voy a poner a Jobim...me calma
salut
Sí Miquel, yo casi que también estoy seguro, pero viendo el panorama me asaltan muchas dudas, siempre dudo con tendencia al escepticismo total.
EliminarUn abrazo
Si que es bello y si se sabe esculpir con maestría en un capitel que es donde lucen en sus retorcido movimiento y en toda su anchura y sino que se lo pregunten a Calímaco.
ResponderEliminarDicen que la tumba de esa doncella era la de su hija.
En historia del mueble también se recrea mucho esta planta para plasmarla o cincelar como adorno: en cambio en la mano es áspera y hasta a veces desagradable su tacto.
Un abrazo feliz solsticio de verano.
Querida Bertha, este capitel es un prodigio escultórico, Calímaco inspiradísimo nos dejó uno de los monumentos de la historia del arte. El acanto también lo vemos utilizado con maestría en el mobiliario.
EliminarUn abrazo
Creo que la primera y casi la última vez que oí hablar de las hojas de acanto fue en clase de arte siendo estudiante cuando se trataba el orden corintio. Lo mismo me pasa con la mirra, que salvo la ofrenda que hizo cierto rey mago a un niño que nació muy pobre pero que luego su credo tuvo éxito, no volví a oír nunca más.
ResponderEliminarSaludos, Francesc.
Amigo Cayetano, el acanto abunda mucho en nuestros menguados bosques, generalmente en la parte umbría aunque no le va nada mal la ladera soleada. Yo tengo un acanto en una maceta y sin preocuparme de él rebrota cada año. Es una planta sencilla y poco apreciada con hojas de un verde muy intenso que inspiraron al gran escultor Calímaco.
EliminarUn abrazo