Lateral. José Guerrero.
En la obra de Elliot Carter encontramos un constante fluir de materiales sonoros, no parece que se establezca ningún diálogo entre las distintas frases musicales. Se diría que el compositor permanece sentado sobre una roca, a la orilla del río de Heráclito, viendo la naturaleza fluctuante de las aguas y con ellas el tiempo y el mundo, transcribiéndo la fluctuación sobre el pentagrama.
Sin embargo, las aguas que contempla Elliot Carter fluyen como un torrente, las notas se agolpan y, voluntariamente el músico, compás a compás, expresa un estrés sonoro que nos dice cual es el valor del caos y nos recuerda las palabras de Alexander Pope:
¡He aquí, Caos, tu atroz imperio restaurado
la luz desfallece ante tu palabra increada!
A pesar de la turbulencia, la música de Carter tiene un sentido de proporción sólido y axiomático, no en balde, su formación es científica y su estética es neoclásica primero y atonal después.
Elliot Carter se interroga sobre el sentido del orden. Su obra formula una pregunta sobre la incertidumbre del ritmo, del orden en el movimiento.
Su cuestionamiento sobre el orden lo podemos apreciar en su cuarteto de cuerda n.º 3, donde el compositor divide el cuarteto en dos dúos que tocan sin respetar el compás: el dúo I arranca furioso, mientras que el dúo II lo hace maestoso, con notas largas; los dúos coinciden durante cinco minutos tocando pizzicato giusto, la música de cada dúo se repite, pero nunca con la misma combinación.
Así pues se produce un estrés musical voluntario cuyo fin es poner en evidencia el ir y venir desde la razón invertida al caos riguroso.
Siempre he hecho un gran esfuerzo por comprender la música americana. De momento no he conseguido entenderla.
De la música americana, casi me quedo con el mestizaje del jazz o del blues, incluso con algunas piezas del country. La otra nunca me llamó la atención, lo cual posiblemente no dice nada a favor de mi formación musical, muy influenciada por lo que nos gustaba oír a los jóvenes de los años 60 y 70.
ResponderEliminarUn saludo, Francesc.
Amigo Cayetano, el jazz es una música que me interesa a ratitos, casi siempre la encuentro muy inspirada y muy bien interpretada. Sin embargo, demasiado tiempo de audición, a mí, particularmente me cansa.
EliminarSalud
La verdad es que no he escuchado nada del creador que nos expones.
ResponderEliminarA la tarde me pondré por el Spotify, e intentaré escuchar algo de él.
después volveré a leer tu texto.
Gracias, amic
Salut
Miquel, ya me dirás. Además, si tienes tiempo, puedes escuchar otros compositores americanos
Eliminar(Henry Cowell, Charles Ives...)y ya me darás tu opinión.
Salud
Dicen que el caos siempre triunfa porque es superior al orden. Esta ironía no es descabellada.Nos gusta la melodía que tenga el equilibrio tonal que nuestro cerebro "entienda".
ResponderEliminarLa música americana, hay tantas categorías y géneros que es difícil elegir.Copland me gusta, y sin embargo, Barber me resulta desagradable. En general, la aportación americana, la música del siglo XX, es poderosa y muy influyente.
Un abrazo
Querida Amaltea, coincido contigo, la música americana presenta una gran variedad de formas, quizas tantas como la de otros continentes, echo a faltar en ella una consolidación armónica como la que estamos acostumbrados a escuchar en esta Europa vieja. Tampoco me gusta Barber, ni Ives; Bernstein y Menotti me parecen un poco fátuos y espectaculares, Stanley Hollingsworth un poco tardío, Copland si lo escucho en pequeñas dosis me parece divertido. Si vamos al sur me quedo con Heitor Villa-Lobos, con sus Choros o sus Bachianas.
EliminarUn abrazo