Pintura
polaca de 1892 exaltando la defensa de la bandera durante la histórica batalla
de Chocim. Juliusz Kossak
El nacionalismo musical es una de las manifestaciones tardías del romanticismo. Reconocemos la música nacionalista por el uso de melodías y armonías procedentes de la música folclórica.
Amalgamando materiales populares, los compositores parecen querer recuperar unos orígenes más o menos heroicos de un pueblo que casi nunca es heroico.
Amalgamando materiales populares, los compositores parecen querer recuperar unos orígenes más o menos heroicos de un pueblo que casi nunca es heroico.
El patriotismo y la tradición se unen formando un cierto pintoresquismo que muchas veces deriva en unas partituras simplonas donde predominan las escalas de tonos enteros.
Utilizan el folclore como un fundamento conceptual sobre el que construyen un entramado musical a veces exaltado y a veces doliente.
En la obra de muchos compositores de los llamados nacionalistas encontramos unas connotaciones políticas e ideológicas que resultan cargantes o cuando menos molestas, irritantes, chinchorreras, inoportunas, pesadas, insoportables, fastidiosas o enojosas.
En las partituras de la música nacionalistas hallamos un amasijo formado por sentimientos patrióticos y propuestas estéticas. En ellas el frangollo del folclore se confunde con la armonía canónica.
Sin que sus partituras se vieran afectadas por sentimientos patrióticos, parte de la obra de algunos grandes compositores románticos de la talla de Chopin o de Tchaikovsky puede calificarse como música nacionalista, estos músicos no cayeron en la red pegajosa de la exaltación chovinista. Quizás por esta razón, sus obras alcanzan la categoría de excepcionalidad. En estos casos va para ellos mi admiración.
Y vaya también mi admiración por las obras de Bèdrich Smétana, Antonín Dvořák, Isaac Albéniz, Enric Granados e incluso Jean Sibelius, que muchas veces es demasiado programático.
En la obra de muchos compositores de los llamados nacionalistas encontramos unas connotaciones políticas e ideológicas que resultan cargantes o cuando menos molestas, irritantes, chinchorreras, inoportunas, pesadas, insoportables, fastidiosas o enojosas.
En las partituras de la música nacionalistas hallamos un amasijo formado por sentimientos patrióticos y propuestas estéticas. En ellas el frangollo del folclore se confunde con la armonía canónica.
Sin que sus partituras se vieran afectadas por sentimientos patrióticos, parte de la obra de algunos grandes compositores románticos de la talla de Chopin o de Tchaikovsky puede calificarse como música nacionalista, estos músicos no cayeron en la red pegajosa de la exaltación chovinista. Quizás por esta razón, sus obras alcanzan la categoría de excepcionalidad. En estos casos va para ellos mi admiración.
Y vaya también mi admiración por las obras de Bèdrich Smétana, Antonín Dvořák, Isaac Albéniz, Enric Granados e incluso Jean Sibelius, que muchas veces es demasiado programático.
Son admirables también otros compositores como el checo Leoš Janáček (1854-1928) que abusó de las escalas pentatónicas o el húngaro Béla Bartók (1881-1945) que arrancando del folclorismo más exacerbado alcanzó unas cotas de abstracción musical notables.
Pero, aparte de los compositores citados hay otros que según mi opinión y gusto personal, -repito, siempre según mi opinión estrictamente personal- los considero maluchos. En sus partituras encuentro un batiburrillo nacionalista exagerado y una ensalada de ritmos populares se embarulla con las armonías canónicas, este cóctel compositivo de armonía e ideología lo encuentro en la obra de los siguientes músicos:
Los rusos Mili Balákirev (1837-1910) y Rimsky-Korsakof (1844-1908).
El polaco Stanisław Moniuszko (1819-1872)
Los británcos Joseph Parry (1841-1903), Charles Villiers Stanford (1852-1924) y Alexander Mackenzie (1847-1935)
El español Joaquín Turina (1882-1949)
Los estadounidenses Arthur Farwell (1872-1952) y Charles Cadman (1881-1946)
Los mejicanos José Pablo Moncayo (1912-1958), Manuel M.Ponce (1882-1948) y Carlos Chávez (1899-1978)
Y el chileno Pedro Humberto Allende Sarón (1885-1959)
Lo del bien y el mal sí que es un conflicto romántico (como el de patria y barbarie, religionario o pagano).
ResponderEliminarCuriosamente, todos los de la primera lista los conozco; en cambio, apenas he oído hablar de los de la segunda.
Quisiera subrrayar las excepciones rusas:
-Rimsky Korsakov:
http://abrantextos.blogspot.com.es/2012/09/scheherezade.html
-Modest Mussorgsky:
http://abrantextos.blogspot.com.es/2012/10/cuadros-de-una-exposicion-sinestesia-de.html
¿Y Wagner, qué?
Amigo Abraham, como tú dices algunos de estos conceptos "fueron" un conflicto romántico, pero lo fueron ya desde la antigüedad y los encontramos también en la época clásica. Fueron conflictos patrióticos, las guerras púnicas; la barbarie que no cesa desde las masacres de la antigüedad hasta el holocausto de la II Guerra Mundial y los conflictos religiosos que durante toda la historia han ido acompañando a la intolerancia y los integrismos. Desde antes del romanticismo que el hombre viene comportándose como un animal conflictivo.
EliminarSon gustos personales, para mí, Rimsky Korsakov me resulta un pelín espectacular y con una carga folclórica que distrae ciertas armonías.
Mussorsgsky, es a mi entender un gran compositor que yo nunca pondría en la segunda lista, tiene mucho de impresionista y de malhumorado.
Wagner es un caso aparte, gran músico, su nacionalismo es una locura y su música ha sido exaltada por nacionalistas y por antinacionalistas, sus arrebatos patrioteros se compensan y quedan apagados por una inspiración que ha dejado una huella indeleble.
Un abrazo
El nacionalismo nació como algo revolucionario -hijo de la Revolución Francesa en su lucha contra el absolutismo monárquico- y su expresión estética fue el Romanticismo. Lo malo es que el primero, a mediados del XIX, se fue volviendo conservador y los himnos patrióticos se volvieron algo casposillos e insufribles, lógicamente salvando algunos casos como los que citas.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Cayetano, como tú dices, el concepto de "nacionalismo" nació con la Revolución Francesa.
EliminarLa música nacionalista es una vertiente del romanticismo musical que está presente desde finales del XVIII hasta mediados del siglo XX. No toda la estética musical del romanticismo puede considerarse “nacionalista”, cuando hablamos del nacionalismo musical nos referimos a aquellas composiciones que incorporan elementos del folclore y pretenden una exaltación de los valores nacionales generalmente populares y muchas veces de exaltación patriótica. El nacionalismo musical es una forma de romanticismo tardío y cuanto más "patrioteras" son las partituras, más insufrible es su audición.
Salud
Uy, pues voy a diferir, con permiso :)
ResponderEliminarEse término y sus características que alguien acuñó y los demás repiten sin cesar, es tan anómalo y artificial como lo son las etapas de la Historia.
La música siempre ha sido nacionalista, siempre ha tenido toques de moda, de tradición y de la personalidad propia del compositor. No puede no serlo, la música obligatoriamente es nacionalista per se. Los compositores austriacos del momento escribían según su nación demandaba, los franceses o los que fuesen hacían los mismo. Incluso cada revolución ha hecho aflorar los nacionalismos y anti-nacionalismos.
Es como decir que una persona no quiere saber de política, porque política viene de polis que significa ciudad, y polites era el ciudadano que ejercía sus deberes y derechos en una ciudad; ignorar la política puede hacerlo un eremita que niega tener contacto con todo...
Bueno, perdón que me lío sola.
Un abrazo y un cafelito. Muy polémica tu entrada, sí señor.
Mira mi web adjunta al blog, si?
Amiga Verónica, tu puedes diferir cuanto quieras, eres experta y sabes lo que dices.
EliminarVisito tu blog con asiduidad y hoy he entrado en tu web, la desconocía, ni que decir tiene que me ha encantado, te voy a mandar un correo.
Ya sabemos que la música como otras formas de expresión artística se ha utilizado para hacer exaltación de valores nacionales y muchas veces de exaltación patriótica. Esto ha ocurrido a lo largo de toda la historia. El arte al servicio del poder, ya se sabe.
Yo sólo quería referirme a la forma del romanticismo tardío que alcanza su máximo apogeo con las obras se Smetana y de Dvorak (compositores que admiro) y que algunos músicos han llevado a extremos arrebatados o a himnos adocenados donde cualquier frase musical se supedita a una exacerbación difícil de tragar.
Un cafelito, naturalmente.
Salud
Pues con el permiso de ustedes me decanto a la última entrada, la de CENSURAS del XXI.
ResponderEliminarSoy de la opinión de que la música siempre ha sido nacionalista, de una forma u otra, y creo que lo argumenta bien y no hace falta poner nada más.
Salut
No Miquel, la música no ha sido siempre nacionalista. Entre otras cosas ha sido: experimento sonoro, emoción privada, melodías programáticas, juego de armonías, especulación rítmica, poesía, experimento orquestal, análisis tímbrico, danza, baile y fiesta y muchísimas otras cosas que emocionan y penetran en lo más profundo de la "misericordia" del corazón como diría Santa Magadalena de Pulpis.
EliminarComo otras formas de arte, la musica ha expresado un sentimiento nacionalista, a veces demasidao exaltado y a veces patriótico. Tampoco quiere decir que la expresión de un sentimiento nacional haya de ser un producto musicalmente excrable, dentro del nacionalismo musical encontramos obras que han tomado elementos del floclore y han conseguido unos resultados magníficos, estoy pensando en Smetana o en Dvorak o en Tchaikovsky, incluso en Isaac Albéniz. Tampoco todo es tan maniqueo, pero sí que hay verdaderas partituras lastimosas que sólo persiguieron una exaltación patriotera.
Salud
Tu entrada no tiene un pero.
ResponderEliminarLas emociones patrióticas, ese sentimiento de tribu tan inclinado a magnificar -santificar-lo propio, conecta con un instinto, un impulso atávico, la pasión por la que algunos, en ciertas circunstancias, matan y mueren. La música es emoción, obviedad que cualquier melómano conoce y el poder de la música es inmenso y terapéutico.
Recuerdo la frase de Woody Allen en Misterios asesinato en Manhattan,define a la perfección el poder de la música inspirada en el la épica nacional. Después de asistir a un concierto de Wagner, dijo: cuando escucho esa música me entran ganas de invadir Polonia.
Y, desde luego, muchos de los autores que citas crearon una espléndida obra que merece ser escuchada y recordada.
Abrazos
Querida Amaltea, cuando el arte se pone al servicio de la sinrazón produce aberraciones. Si una música despierta el animal que llevamos dentro deberemos convenir en que se trata de una patraña.
Eliminar"Soy el novio de la muerte" es una desgracia no solo por la letra de la canción, sino además por una música desgraciada que le va acorde.
Y todo esto no tiene nada que ver con un leader de Schubert, ni con la suite BWV 1031 para flauta de J.S. Bach.
Un abrazo
hay muchas coincidencias en lo que expones,
ResponderEliminarun abrazo
¿Coincidencias con qué?, amigo Omar.
EliminarUn saludo transcontinental.
¿Sabes que el ciclo de os nacionalistas rusos fue de lo primero que escuché con cierto orden en un curso de los 60 en la universidad? Era al margen de lo lectivo y me pareció rompedor. Curiosamente quien impartía el curso era un comisario de la policía franquista pero que dirigía el Coro Universitario. Paradojas asombrosas. No obstante su profesión, tengo los mejores recuerdos de sus enseñanzas musicales; al fin empezaba a escuchar con orden algo, en medio del desierto.
ResponderEliminarAmigo Fackel, fuiste un afotunado. Hay una gran música nacionalisra rusa, que decae a medida que el folclore deja de ser una simple pincelada y se convierte en un brochazo sobre la partitura.
EliminarSalud