Escritores,
artistas, poetas, científicos, todos -todos-,
nos quedamos cortos. Lo constatamos una y otra vez.
En el
relato ficticio y en los distintos géneros de prosa, ya sea novela negra,
textos eróticos o novela de género, por más que se empeñe el autor en idear
argumentos truculentos u originales, siempre se encontrará que la realidad
supera la ficción. Todo está dicho y todo queda por debajo de las intrigas de
la vida real.
En el
arte nos encontramos que el esfuerzo de pintores, escultores, video artistas, performances,
instalaciones high-tech, happenings, land-art, arte-povera y cualquier otro
“ismo” siempre anda por detrás del drama humano y aunque el dandy del girasol
afirmara que la naturaleza imita al arte, el caso es que el arte se queda corto
a la hora de facilitar modelos para que la naturaleza los imite.
También
la poesía se queda atrás. Por más lirismo que el poeta le eche, por más
sentimiento y emoción, siempre el verso permanece en estado contemplativo ante
la naturaleza y el dolor del hombre. El final de éste siempre es el mismo, en
esto reside el drama humano, y esto lo expresa la poesía quedándose corta. He
ahí su grandeza y su cortedad.
Y no nos
engañemos. Tampoco dejemos deslumbrarnos por las luces de la ciencia. Ésta
escruta los misterios de la naturaleza, que dejan de ser misterios a medida que
la ciencia nos los explica. La ciencia experimental penetra en el núcleo íntimo
de la materia y en la inmensidad del universo y aún se queda atrás, intenta
descifrar los códigos de la materia orgánica. La genética, la acción química o
física sobre las cadenas del ADN se queda atrás, también el análisis matemático
y el cálculo infinitesimal se supeditan a la física o a otras ciencias
empíricas y como éstas, la matemática aplicada se queda corta ante la realidad
y solo sirve para que la podamos ir comprendiendo poco a poco, que ya es mucho.
Lejos de
parecer un estado de supeditación, el arte y la literatura tienen ante sí, un
panorama abierto donde continuar avanzando y la ciencia empírica sólo atisba
una serie de caminos por donde puede empezar a caminar.
Otra
cosa son los derivados abstractos: la música y la matemática especulativa, que, como
castillos en el aire, se sustentan sin cimientos físicos y continúan elevándose
por encima del vuelo de la alondra.
Que todo
literato, artista, poeta o científico entienda pues, que él y su obra quedan
muy por debajo del vuelo de la alondra y que hay mucho por recorrer y, si
existe un rasgo de vanidad, que sepa que con la soberbia a cuestas, resulta
casi imposible levantar el vuelo.
Que todo
literato, artista, poeta o científico sepa que se queda corto.
Eso nos pasa muchas veces por intentar imitar la realidad.
ResponderEliminarO nos la inventamos o nos contentamos con la manera de expresarla.
Un saludo.
Amigo Cayetano, yo prefiero expresarla sin otro afán que el rigor, a sabiendas que me quedo corto.
EliminarUn abrazo
Estoy de acuerdo contigo, que sepa que se queda muy corto, ¿crees que acaso no lo sabe? Obviamente quien escribe y desarrolla ficción o periodismo, por ejemplo, que tiene mucho también de ficcionar porque siempre se cuenta en los medios una parte de los acontecimientos, no llega y a veces ni se aproxima, pero lo que se escribe -aquello que se representa, se expresa, con cualquier tipo de imágenes- sirve para comprobar y aseverar lo comprobado, para reforzar y transmitir lo real -a veces para desfigurar- y nunca debería ser para suplir, menos para suplantar. La literatura resulta un mundo autónomo dentro del mundo de los acontecimientos, por medio de la cual apetece añadir algo que ilustre o ensueñe o fantasee como si la realidad no fuera suficientemente plena, pero donde importa sobre todo jugar con el lenguaje. El arte quiere ir más allá de la realidad y luego todo consiste en el paso del tiempo. Hoy la realidad puede ser veintisiete muertos en un atentado fundamentalista en Túnez, mañana el tema puede dar para desarrollar argumento y dar vueltas a la noria de las obsesionas humanas y del lenguaje, en forma de novela o de biblia.
ResponderEliminarUn matiz: a mí me gusta dejarme deslumbrar por el conocimiento relativo pero avanzado de la ciencia, no para convertirlo en religión sino para concebir las esperanzas que nos han sido negadas por el oscurantismo tradicional.
Un abrazo.
En efecto, amigo Fackel, hoy la barbarie nos ha mostrado una vez más cuan salvaje y cruel es el oscurantismo. Sólo el conocimiento objetivo y racional puede iluminar nuestras esperanzas. Ya sabes que soy un escéptico empedernido que desconfía incluso de la luz.
EliminarSalud
Sísifos, veo Sísifos por todas partes.
ResponderEliminarSalud!
Ah, es verdad amigo Loam, tienes razón, todo poblado de Sísifos y cada uno con su pedrusco.
EliminarSalud
Sí, querido Francesc, no alcanzamos, por mucho que nos esforcemos, a representar, reflejar, recrear, reiterar, remozar y reflexionar sobre la parte de eso que denominamos realidad y que está sometida a nuestra particular percepción.
ResponderEliminarPor suerte, porque la certeza de que hay un extenso e inabarcable Universo de paisajes y paisanajes, ficciones que son reales y viceversa es un desafío y un acicate para quienes nos sentimos exploradores de la vida.
Abrazos
Querida Amaltea, con entender, aunque sea un poquito, la realidad, ya tenemos una tarea inmensa. Aunque solamente sea para darse cuenta de cuanto nos queda por recorrer, ya tenemos inspiración para rato.
EliminarUn abrazo
y yo pienso que muchas veces no se empieza a escribir por temor a no poder saber explicarlo todo, por temor a no saber desarrollarlo, a dejar las cosas inconclusas...a no saber hacerlo..
ResponderEliminarUn abrazo
Miquel, lo más importante es tener algo que contar.
EliminarExpertos habrán capaces de decir cómo hay que escribir, supongo que lo mejor es escribir con claridad y corrección, sin apresurarse en contarlo todo en un párrafo. Estoy convencido que siempre nos quedamos cortos ante la realidad.
Salud
Sí, sí, siempre nos quedamos cortos... Pienso que quizás sea porque ninguno de nosotros ha llegado a esa plenitud de dios o semidiós que consigue igualarse a sus antecesores divinos y perfectos. Creo que buena parte de lo que significa el arte no es solamente la necesidad de crear, de interpretar, de expresar... sino la de comprender. Y expresamos lo que hemos comprendido y como lo que comprendemos es tan objetivo como parcial, siempre nos quedamos cortos... cortos de miras, cortos en nuestros conocimientos, en nuestras técnicas, porque por más que seamos conscientes de lo que sabemos y de lo que todavía nos queda de camino por aprender... ese camino es infinito... y los estilos multiplicados hasta el infinito y nos perdemos en el infinito de nosotros mismos... y a veces nuestra naturaleza humana, imperfecta, débil y huraña, no nos permite ir más allá.
ResponderEliminarComo siempre un placer leerte porque me ayudas a que yo vaya un poquito más allá con mis pensamientos.
Querida amiga, reconocer que el camino a recorrer es largo, es un buen principio ante la encrucijada. Un abrazo
Eliminar