El profeta (1933) Pablo Gargallo
Un grito de acero que Le Corbusier quiso domar y le puso
medidas
Le Modulor (1948) Le Corbusier
Parece ser que el purismo es un cubismo acotado.
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Parece que respeta la proporción de oro. Una de es de letras -que mala excusa para disfrazar la ignorancia-.
ResponderEliminarCorrígeme si estoy equivocada, pero ese profeta me da que es de armonía perfecta.
Querida Amaltea, en la figura del "Modulor", Le Corbusier plantea dos series numéricas. Son dos series, una azul y otra roja que parten de la altura del ombligo (serie roja) y de la altura del hombre con el brazo en alto (serie azul), las series crecen y decrecen según la proporción áurea. A partir de los valores que se van obteniendo, se establece un sistema de medida, como si fuera una cinta métrica, donde cada valor es igual al anterior multiplicado por 1,6186... (número de oro).
EliminarEsta propoción la encontramos en el cuerpo humano, en la naturaleza, las obras de arte bien compuestas e incluso en la proporción de los acordes musicales armónicos.
Muchos artistas, sin ser conscientes de ello, han aplicado este sistema de proporción, Hacer esto no es otra cosa que conjugar su arte con la naturaleza y con la dimensión humana.
Un abrazo
Mí más que respetado:
ResponderEliminarHay modelos que para mí son costosos de cuadrar. Entiendo más lo abstracto como pintura que lo purista como representación.
Te explico: To do aquello que quiera representar arte y que esté medido y acotado me disgusta, aún cumpliendo el canón griego de las siete cabezas. Me gusta lo escupido de dentro sin medida, tapujo ni complejo. Me gusta lo no sumado, proporcionado o calculado , de ahí que me guste todo aquello no modélico.
Hoy nospones una cinta métrica. Yo le llamo la cinta del paleta artista. No me gusta.
El arte ha de alterar los sentidos, secuestrar el pensamiento, reventar la mirada, cambiar la perspectiva...
Todo lo que sea calculado...es para la banca.
Un abrazo
Amigo Miquel, no estoy de acuerdo con nada de lo que dices en tu comentario y no lo estoy porque me gustan Bach y Mozart, porque me gusta Miguel Ángel, porque me gusta Miró, porque me gusta la estatuaria griega, porque me gusta Botticelli y me gusta todo el arte que suma experiencias estéticas, expresiones y conocimientos, y toma como modelo los patrones clásicos, me gusta el arte que complace los sentidos, que estimula nuestra mirada sobre la belleza, que nos propone miradas sesgadas y puntos de vista y perspectivas insospechadas y te digo que no solo la banca calcula sino que también lo hace la arquitectura, la medicina, la investigación científica y sin estos cálculos, la mitad de nosotros estaríamos muertos y la mitad de las obras de arte no exisitrían.
EliminarSalud
Cuando la armonía, la medida, la proporción... dejan de ser matemáticas para convertirse en arte.
ResponderEliminarEse es el reto para todo creador: que el resultado final sea el esperado sin que se noten, a simple vista, las raíces cuadradas y los números enteros. Al menos para el profano.
Un saludo.
Amigo Cayetano, no hay nada malo en las matemáticas, no es preciso olvidarse de ellas para gozar del arte.
EliminarSalud
El arte escupe con la precisión de un cirujano y sangra con la valentía de un equilibrista. Quien piensa que solo hay materia ya está tropezando con su pensamiento. Quien huye del número no escapará dos veces.
ResponderEliminarEn efecto amigo Abraham, no podemos escapar del número ya que es dato y forma acontecidos.
EliminarSalud
Hola Francesc:
ResponderEliminarMás allá de que me parece una discusión superada y casi “cansina” plantear el antagonismo entre la pulsión creativa y las reducciones técnicas, siempre he preferido hablar de tensión dialéctica entre dos polos cuya síntesis es la obra de arte o la obra conseguida –hablando al hegeliano-marxista modo-.
Gargallo. La osadía de concebir la escultura con el vaciado o descomposición que hasta entonces parecía territorio acotado por la pintura (Braque, Juan Gris y etc. etc.). La búsqueda de la obra a través de su desmembramiento cuadridimensional. La anatomía casi perfecta que se observa en pies y pantorrillas, queda en nada en cuanto la masa corporal pierde figuración, aunque no desaparezca. Si bien la escultura responde a un evidente planteo cubista, es precisamente el lenguaje kinésico –el que tiene que ver con el cuerpo y lo gestual- el que lo decantará, también, hacia el expresionismo. Existe una triangulación casi aristotélica entre el movimiento de la cabeza, el brazo derecho alzado –el brazo que predica, el brazo en el que recae todo el peso del augurio –bueno o malo- del profeta- y finalmente el brazo izquierdo que sostiene un bastón-quasicetro. La cabeza entre aquello que le ha sido revelado –el brazo que anuncia- y aquello que conoce porque ha sido experimentado –el bastón que le ayuda a estar y ser en el mundo-. Ahora bien, hay en esta obra un evidente planteo místico: la materia –pies y pantorrillas- en la medida que se ahueca permite la entrada de la luz o iluminación interior que orienta la elevación espiritual. El metal –láminas de hierro soldadas-, a pesar del peso evidente, no es obstáculo para la búsqueda de lo absoluto que justifique, a la postre, la trascendencia del personaje. Todo ello cerraría el plano ideológico sobre los dos planos estéticos.
Y, sin embargo, esta escultura sigue pareciéndome Moisés al cual se le han atravesado las tablas de la Ley...
Le Corbusier –cuya ideología no es santa de mi devoción, ni de mi preocupación- lleva a cabo una tarea extraordinaria: partir en dos mitades una figura que podría ser El profeta y, a partir de allí ir derivando medidas y bifurcaciones que obedecen a planteos de lógica formal. Ello supondría que Gargallo habría realizado todo un trabajo previo en cuanto a la relación de peso, medida y equilibrio requerido, ante todo por el material que iba a utilizar. Un último apunte, ese ombligo tan manifiesto, me recuerda mucho un ombligo no menos famoso el del hombre de Vitruvio de Leonardo... o quizá no deja de ser una extravaganza del que suscribe.
Pienso que uno y otro, por caminos completamente diferentes ofrecen dos formas de perseguir la belleza: estética y matemática, dos formas intercambiables de perseguir y perder la belleza, esa chica tan esquiva.
Final, tu entrada me llevó a releer “Diálogos del Conocimiento” de Aleixandre, sobre todo el último poema: “diálogo entre el bailarín y el director de escena”
Perdón por la extensión, pero ya sabes que no puedo hacer propósito de enmiendas
Salut
hugo
Amigo Hugo, el antagonismo planteado es una cuestión recurrente, largamente discutida, pero no creo que esté superada, pues las tensiones producidas por la creatividad prevalecen y la lucha entre Apolo y Dionisos continúa colocando en el firmamento unas estrellas danzantes. Puede resultarnos "cansino" el discurso pero la dialéctica está ahí, provocando al artista y levantando dicusiones y comentarios.
EliminarEn cuanto al ombligo, cabe decir que en este punto se situa el centro de gravedad del cuerpo humano, si hallas la resultante de todas las fuerzas que solicitan el cuerpo humano verás que esta resultante pasa por el ombligo, así pues no debe extrañarnos que tanto Vitruvio como Le Corbusier tomaran este punto para partir de él como lugar de distribución de proporciones y medidas.
Salud
Inquietante...
ResponderEliminarNo hay que inquietarse amigo Jordim, todo es cuestión de número y proporción.
EliminarSaludos