Shida
Yaba 志太野坡 (1663-1740) fue un
poeta que paseaba en otoño entre las sombras de los jardines chinos.
Bajo los sauces, cuyos perfiles lloran, aún
permanece la presencia de Zhuangzi que vivió alrededor del siglo IV a.C. y el recuerdo de las
Cien escuelas del pensamiento.
Shida Yaba sabía que el jardín simboliza el paraíso en el mundo. Sabía de las antiguas leyendas que dicen que aquel paraíso se hallaba en la cumbre de una gran montaña lejana, en unas islas en medio del mar. Allí se encontraba el elixir de la "eterna juventud", que permitía acceder a la inmortalidad. Sabía del jardín de los jardines y del Yuanming yuan, tan artificioso como los setos recortados.
Conocedor de todo esto, prefería las camelias cercanas. Como Suzhou y Hangzhou estaba convencido de que el cielo existe, pero que el paraíso está en la tierra.
Shida Yaba, rechazaba el carácter mágico o místico del jardín. También, en aquellos años, Louis Le Vau lo rechazaba cuando ordenó que se recortaran los cipreses y los tejos de Versalles para darles formas geométricas.
¡Ah, el jardín de la geometría! ¡Ah, el jardín
de los símbolos errantes!
Sombras de la razón y sombras del corazón.
Shida Yaba apreciaba el arte del jardinero, cuya labor es
hacer que todo parezca claro, y que la naturaleza, más refinada aún, termina su trabajo apuntando al desorden.
El poeta, bajo los sauces, con una caligrafía
perfecta dibujó:
Había
barrido el jardín
y he
aquí que, después,
Me cuesta entender la cultura oriental. Sin embargo intuyo de que cuando escriben lo hacen sabiendo muy bien lo que ponen y midiendo incluso el tamaño caligráfico de los símbolos que van a poner, así que si el poeta dibujó aquella frase, algún motivo muy poderoso debía tener.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias
Miquel, intento conocer la cultura oriental y no consigo casi nada, mi eurocentrismo es muy grande. Más allá del límite de los olivos todo me resulta muy ajeno. Me acerco al conocimiento de la arquitectura y jardines persas y encuentro ruinas y un paisaje engullido por la arena de los desiertos. Acepto aquello que decía Espriu: "el Mediterrani és l'única pàtria que tots hem comprès", aún así mi voluntad va más allá.
EliminarUn abrazo
El mío(jardín),es de pequeñas partes, en macetas cada una tratada con cariño. He quitado setos, arbustos, que podaba ,por esos pequeños espacios.Unas buscan la sombra y otras el sol(incluso saben distinguir entre el de tarde y mañana).Me permite el dominio de la mirada lejana y la contemplación del detalle.
ResponderEliminarPero los he visto, mucho mejores en Córdoba. Me conformo.
Saludos.
Amigo Car res, cada uno de nosotros tenemos nuestro jardín íntimo que cuidamos con cariño.
EliminarYo cuidé un "Jardí ardent" que ahora ha florecido en algunas bibliotecas.
Saludos
Es verdad que los jardines son el paraiso en la tierra y es verdad tb que algunos resultan tan artificaciales y recolocados que parece que se amordaza a los árboles, setos y plantas adoptando formas geométricas absolutamente antinaturales y totalmente artificiales que chocan de bruces con la libertad con la que explota todo en la naturaleza, por eso es especialmente precioso este último poema, puedes barrer cada minuto bajo el camelio, seguirá dejando caer sus pétalos y así debe ser. Ni se le pueden poner puertas al campo, ni al mar, ni a nada que fluya y se expanda al márgen de la necesidad casi obsesiva de control que tenemos los humanos...hasta en nuestro jardín interior por mucho mimo que le pongamos crecen malas hierbas, algunas hay que arrancarlas de raiz porque pueden ser invasivas y estrangularnos, pero otras como las florecillas silvestres no hacen daño a nadie y lo jaspena todo de color ; )
ResponderEliminarMe ha encantado!
Beso grande!
María, los jardines son antinaturales y por esto me gusta, porqué son una creación humana, un dominio de una pequeña porción de la Naturaleza inclemente y ahí está la gracia, como en todas las formas de arte, que es artificio y antinatural.
EliminarRecortar setos y árboles para darles una forma geométrica es propio del modelo francés de jardín, nos gusta Versalles, pero también nos gustan los jardines italianos como el de Tívoli y Vila Borghese e incluso el jardín inglés que parece recrear la naturaleza pero que no deja de ser un cuento de imitación. Cultivar viene de cultura y esto es lo que hace el jardinero.
La cultura precisamente se dedica a eliminar, tanto como puede, la cizaña que crece en los jardines de nuestra mente. Utilizamos, la poesía, la música, las artes plásticas, el ballet y somos capaces de diseñar cenadores y pérgolas con enredaderas para pasear a la sombra. Un paseo peripatético, amable y creativo.
Está en catalán, pero en mi libro “Jardí Ardent” (Jardín ardiente) ya hablaba de todos estos paseos.
Estoy muy contento que te haya gustado.
Besos mil.