La caponata, (capunata en siciliano) viene a ser algo
así como la sanfaina que degustamos en Cataluña o el pisto manchego, aunque
menos tosca, algo mucho más civilizado.
La caponata es una
mixtura de berenjenas troceadas, pimiento, apio y tomate frito a fuego lento y
después añadiremos alcaparras y aceitunas.
Aunque no soy demasiado
partidario de las comidas al aire libre, creo que la caponata debe saborearse a
la intemperie, a resguardo del viento de siroco y procurando que no molesten
los ruidos mecánicos. A ser posible, se comerá servida en plato plano de color
blanco y con mantel sin dibujos, se pueden tolerar las cenefas geométricas no
demasiado grandes, pero no los estampados, eso no, es completamente
incompatible
Recuerdo unas
placenteras comidas bajo un cielo sereno, inolvidables, por la suave brisa o
por las vistas tranquilas de un mar encalmado, o por el aire perfumado que se
filtraba entre los árboles. Memorables por el ambiente exterior a orillas del
Duero, o mirando el mar de Torre Valentina, o en el vecino jardín de Vilamarí,
donde los poetas se reúnen a cenar en la noche de San Juan, o, en fin, entre
los olivos de Panagia Kerà en Creta, donde sirven una especie de kapunatta dispuesta
sobre un tarugo de pan seco que resulta riquísima comida bajo los olivos. Por cierto,
en Panagia Kerá, donde hay uno de los edificios más bonitos que he visto en mi
vida, la probé y creo que aquella experiencia estética y gastronómica la
recordaré siempre.
A pesar de estos
buenos recuerdos a plein air, siempre he preferido comer en un comedor
interior, con paredes pintadas con colores suaves, sin tapices ni barnices; en
una sala con poca decoración, sin espejos ni elementos brillantes, donde lo
único que brille sean las escamas de una lubina salvaje, la cubertería o las
iridiscencias del aceite. Me gusta que la cristalería tenga la transparencia de
un día ventoso de invierno y no refleje nada que no sean los comensales o lo
que hay encima de la mesa.
En el exterior
corremos más riesgo de que la cosa se estropee: una racha de viento que se
lleve el aroma del rodaballo, un rayo de sol que neutralice el esplendor de una
escarola bien aliñada, un nubarrón que oscurezca el color del vino de Borgoña o
unos ramajes que con su movimiento puedan distraer el sabor punzante de una
buena mostaza de Alsacia.
En todo caso, al aire
libre o en un interior, es conveniente cuidar la mantelería y seleccionar la
compañía, no vaya a ser que a algún comensal le dé por hablar de política, de
futbol o de religión.
¿Quién en su sano juicio y gusto no suscribiría esto? Eliminar toda estridencia, he ahí la clave.
ResponderEliminarMagnífica reflexión, amigo Francesc.
Salud
Amigo Loam, las estridencias suelen distraer, entorpecen en dulce disfrute de los sentidos.
EliminarSalud
No me gusta comer al aire libre. El sol, el viento, las hormigas, etc. suelen molestarme e interferir en algo tan sagrado e íntimo -igual que otras acciones que se realizan en el cuarto de baño- como es el comer, salvo que sea un bocadillo frío acompañado de una cerveza. Algo rápido que no requiera mantel, un mero trámite cuando uno anda de viaje y para diez minutos. Me imagino que esa comida, la caponata, se tomará fría. Admito recetas, también la de la escalivada.
ResponderEliminarEn todo caso, comer, dormir, hacer mis necesidades fisiológicas y sexuales, etc. me gusta todo ello hacerlo bajo techo, sin hormigas ni moscas, ni posibles curiosos, a ser posible.
Un abrazo, amigo Francesc.
Amigo Cayetano, estos platos compuestos de una mezcla de verduras pasadas por el sartén, con un chorrito de aceite de oliva, se consumen en casi toda la ribera del Mediterraneo. La sanfaina, el pisto, la misma caponata o los diferentes tipos de musaka, en todos ellos es indispensable la berenjena, en algunos se añade patata, yo no soy muy partidario de ello, y en el caso de que se añada tomate, creo que hay que ponerlo casi al final, cuando las demás verduras ya están un poco hechitas.
EliminarLa escalivada es distinta, se hace con pimientos, berengenas, cebollas, colocadas sobre las brasas.
Yo creo que la escalivada admite su degustación al aire libre, no así la sanfaina o las musakas.
Saludos
Con tu permiso me llevo esta entrada.
ResponderEliminarNaturalmente amigo Cayetano, ya sabes que con mis escritos puedes hacer lo que quieras.
EliminarUn abrazo
jejejejejeje...., conviene seleccionar la compañía.
ResponderEliminarSi Miquel, hay compañías que pueden arruinar la más deliciosa de la caponatas.
EliminarUn abrazo
καλλίστῃ ("A la más bella")
ResponderEliminarY sabrosa
EliminarSalud
A mi me da lo mismo que sea caponata u otra receta, pero si que comparto esa sensación de que por lo menos una vez a la semana sea una mesa bien presidida sin lujos pero con fundamento.Y la compañía, eso si que es de recibo porqué cualquier buen manjar te lo puede amargar un tostón de vecino/a de mesa jajaja.
ResponderEliminarBuen provecho y gracias por esta entrada, yo voy buscando siempre recetas para sorprender de vez en cuando ;)
Un abrazo feliz fin de semana.
Indispensable una buena compañía y mejor que sea un plato guisado con cariño, sabroso y sencillo, servido en mesa bien dispuesta.
EliminarBuen provecho
La recreación del cómo es la visión de un jardín interior de las delicias.
ResponderEliminarDesde luego, es la quintaesencia de la elegancia, pero a mí, con una buena charla entre amigos y algo de pan y queso ya me parece un suceso extraordinario.
Por cierto, no sé si el apio, con su sabor tan marcado combinará bien con vegetales más suaves. Habrá que probarlo.
Abrazos
Querida Amaltea, yo creo que el apio no favorece y menos teniendo en cuenta que se mezcla en la sartén. Para mí gusto, prefiero la sanfaina y ésta mejor aún que el pisto manchego que, aunque lo acompañemos con un huevo pochée de codorniz, no supera a la sanfaina.
EliminarUn abrazo
Francesc eres de los míos, tengo fascinación por las mesas bien puestas, sin señoras con exceso de perfume y sin grandes centros de flores que impidan la visión.
ResponderEliminarAl leerte he sentido curiosidad por Creta y porque mi madre me haga un pisto aragonés.
Hace un par de años acudí a una cena, pero temiendo que uno de los comensales diera la nota y vaya si la dio, no fue de religión, fútbol o política fue de chistes verdes, su propio universo, la comida era apetitosa pero nadie logró acallar tanta bazofia, antes prefiero que llueva barro sobre el plato, el viento me encrespe el cabello o el mantel salga volando.
Feliz cocina devocional
Querida Loli. Prové el pisto aragonés en Huesca y me gustó mucho, la proporción de ajo era acertadísima. Seguro que tu madre lo prepara muy bien y todos a disfrutarlo.
EliminarCreta fue para mí la mayor experiencia de viajes que he tenido, ningún otro país o territorios de los que he visitado me ha influido tanto en mi forma de entender esta bola medio azul, medio contaminada en la que vivimos. Creta fue una experiencia vital.
Hay que tener mucho cuidado con las compañías que se sientan contigo a la mesa, evitar perfumes, malos olores corporales, peste a tabaco y sobre todo las conversaciones vehementes o salidas de tono.
Un abrazo
Un relajo leerte, además de una degustación.
ResponderEliminarSalud. La necesitamos para poder disfrutar de todas estas cosas.
Querida Isabel, la caponata y la comida sencilla, prersentada con cariño es una satisfacción. Si además te acompañan unos buenos comensales, la felicidad está servida, aunque sea por poco ratito.
EliminarSalud
En cualquier caso, no demasiada caponata, solo una ligera entrada, que luego algo repite, y luego me quedo con esa lubina salvaje al horno y si es posible, mejor un buen besugo del Cantábrico al horno, aunque de estos ya casi no quedan.
ResponderEliminarBuen provecho
Amigo elpresley, es como todo, jamás hay que abuszar de nada, de todas maneras te diré que si una cosa gusta y luego repite, debemos convenir que el placer continúa. ja, ja, ja.
EliminarEn cuando a la lubina la preparo a la sal, se trata de un concepto neoplatónico.
http://francesccornado.blogspot.com.es/2012/03/la-lubina-la-sal-o-el-concepto.html
Buen provecho
Mmmm qué delicia leerte, además de que llevo un rinde de lo más lúgubre ( ya pasó ;) pocos valoran los detalles en la mesa, esa armonía que taan bien describes aparentemente serio y solemne pero sonriendo por debajo de la nariz jaja incluso para un plato aparentemente sencillo como esta caponata que nunca he probado ( si le quitas el apio seguro que meeencanta porque me gustan muchísimo las verduras ;) con este nombre solo conozco a la gallina Caponata de Barrio Sésamo ;)
ResponderEliminarPara mi tan importante como lo que me sirven, incluso más -mi paladar es muy poco exigente y como más bien poco- es donde y cómo me lo sirven y no necesito lujos, en absoluto, solo que le pongan cariño. A veces comes cosas ricas colocadas de tan mala manera que parece que te han tirado la comida, otras una bobadita te la colocan con taaanto mimo que sabe el doble de deliciosa. Me gustan los platos amplios de colores claros que enmarquen lo que te sirvan y sobre plato. No me gusta nada las vajillas recargadas y aun menos esos manteles llenos de bordados de cuatrocientos hilos por puntada por maravillosos que sea todo eso, aturde solo verlo... es como comer encima de un edredón cuanto más sencillo y minimalista todo, mejor. Sin embargo a mi sí que me gusta comer al aire libre siempre que no tengas que agarrarte a la mesa para no salir volando o mueras abrasado y ya... si puedes tirarte en una pradera, sentarte a la orilla de un río o sobre un acantilado, dame una manzana que me sabrá a gloria bendita ;)
Eso sí, lo de la compañía es esencial, pero vamos, siempre lo es ... todo sabe mejor en buena compañía y lo que sea, se disfruta el doble!
Muchos besos FRANCES
PD
Te he leído tb la nueva entrada sobre Gaudí, pero ahí no sabría que decirte, lo sabes todo, lo dices todo tú y poco o nada nos queda por decir a los profanos ... su arquitectura es como la de un artesano ... tan personal que sin saber nada de arquitectura ves un edificio y sabes si es o no es de Gaudí, lo que me resulta curioso es que abusando tanto de las formas retorcidas, ondulantes siendo un modernista casi barroco por lo recargado y colorista de sus decoraciones ( es solo una impresión, a lo mejor equivocada, pero eso me parece a mi) sea tan del gusto de los minimalistas japoneses que acuden con verdadera veneración a disfrutar de su obra, en fin, tonterías mías, no me hagas caso ¿ ves? mejor dejártelo aquí abajo, escondidito ;)
Querida María, tenemos que aprender de los clásicos. Amamos la comida sencilla y la mejor compañía y brindar con copa intacta, en mesa bien servida tal como recomendaba Horacio.
EliminarYa ves, amiga María, en mi escrito sobre la cripta de Colonia Güell, que tampoco yo quiero emitir un juicio de valor sobre la obra de Gaudí, su arquitectura me supera.
Un abrazo muy fuerte.