Si no es para dar cobijo, la colocación de
una piedra sobre otra es un principio de vanidad.
Un sillar gótico sobre otro, juntos y bien
aparejados, se convierten en una vanidad teológica petrificada.
Un pedrusco civil colocado sobre otro,
formando una muralla, son una vanidosa voluntad de separación.
Una piedra románica sobre otra piedra
expresan con toda vanidad el dominio sobre los feligreses.
Un sillar de mampostería puesto sobre otro,
formando los muros de un castillo medieval, son una voluntad vanidosa de
tiranía.
Una piedra tallada en forma de moldura
colocada encima de otra moldura para formar la puerta de un banco es la
expresión de la vanidad del dominio económico.
Francesc, jugaba a poner las piedras así y me traen buenos recuerdos. A diferencia de que las que yo cogía eran pequeñas.
ResponderEliminarQuizás en un juego haya vanidad, eso lo aprendemos cuando vamos creciendo.
Querida Lou, ordenar las piedras y disponerlas sólidamente, es labor compleja, se trata de unir estática con estética. Este es el secreto de la arquitectura.
EliminarUn abrazo
Y qué me dices de las paredes secas que hicieron los payeses en las montañas para poder sembrar olivos, convirtiendo la verticalidad de la montaña en parcelas de cultivo...como las del Pení, antes de llegar a Cadaqués. Una kilométrica obra de arte perfectamente integrada en el paisaje..
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Querida Gemma, los muros de piedra seca, "els marges", no son construcciones vanidosas, son verdaderas obras ingeniosas levantadas para el mejor aprovechamiento del terreno. No todo amontonamiento de piedras es vanidad.
EliminarBien, poner piedra sobre piedra es vanidad, vanidad egipcia, griega, romana, románica, gótica..
ResponderEliminar¿ y derribarlas en nombre de Dios al todopoderoso ?
Miquel, ya sabes que hay mucha vanidad levantada en nombre de Dios. Derribar en nombre de Dios es intolerancia, fanatismo, superstición, incultura, fundamentalismo y barbarie.
EliminarSalud
Incluso las piedras del riñón, cólico tras cólico, piedra sobre piedra: expresión del vanidoso que presume de sus altos niveles de ácido úrico. Vade retro.
ResponderEliminarSaludos, amigo Francesc.
Amigo Cayetano, coincido, algunos presumen de sus altos niveles de ácido úrico. El caso es presumir.
EliminarUn abrazo
La vanidad de la vanidad. Toda piedra es un hito.
ResponderEliminarAmigo Abraham, hay hitos vanidosos que nos cierran la visión del horizonte.
EliminarSaludos
¡Cojonudo, Francesc, cojonudo! La vanidad petrifica a los hombres, ya lo creo. Algunos levantando grandes templos a la empresa multinacional o financiera. Hoy mismo leía que en Madrid quieren levantar el edificio más alto de la UE. Aunque sea de materiales modernos, el símil de piedra sobre piedra de la vanidad viene a cuento. Solo añado: si solo fuera vanidad ética me sabría mal pero es que además ¿a cuenta de quién se han levantado las piedras sobre piedras?
ResponderEliminarMás actual y vigoroso que nunca el poema de Brecht, Preguntas de un obrero ante un libro.
Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla china,
¿a dónde fueron los albañiles? Roma la Grande
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,
¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿El sólo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II ganó la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la ganó, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién paga sus gastos?
Una pregunta para cada historia.
Gracias, Salud y Fortaleza.
Amigo Fackel, no sabía lo de este proyecto de edificio altísimo. Un ejemplo de vanidad, sin duda, una vez más la arquitectura al servicio del poder.
EliminarEl poema de Brecht es vigente.
Salud
Quiero añadir un comentario a propósito de la pregunta de Miquel. Precisamente quienes levantan sus vanidades piedra sobre piedra son los que derriban las piedras sobre piedras de otros que no piensan como ellos. Una constante histórica, aunque en algunos casos habría que matizar.
ResponderEliminarProcuraremos que Miquel lo lea. Se lo digo.
Eliminares la edad de piedra en el zapato, molesta, hiriente, agresiva y represiva
ResponderEliminarun abrazo
siempre es un gusto pasar
Amigo Omar, las piedras las sufrimos de la cabeza a los pies.
EliminarUn abrazo
No tengo la menor duda de la vanidad que expresan infinidad de piedras conformadas de una manera u otra, pero no quiero pensar en el desastre cultural e histórico que supondría un cataclismo que las derrumbase a todas...
ResponderEliminarSalud y un abrazo
Amigo Luis Antonio, tu comentario me lleva a la reflexión. Si se derrumbaran todas las construcciones, probablemente desapareceríamos casi todos y desaparecería la vanidad. Piedras y vanidades van unidas a a nuestra vida y a la condición humana, se derriban las primeras y desaparecen las segundas y con todas desaparecemos todos.
EliminarUn abrazo
Se soporta la vanidad petrificada si da razón de lo que esconde la piedra. Fíjate, cualquier edificación muestra el registro de cómo se organizaba esa sociedad en aquel momento. Por más que se intente construir en clave personalista, la manera de erigir el edificio delata el crimen de la época. Es como el cadáver para un forense, podrá lucir una mortaja maravillosa pero no disimulará la causa de la muerte.
ResponderEliminarCuando contemplo un menhir, una catedral gótica, un edificio construido bajo dictados totalitarios, la piedra muestra el veneno. Solo hay que saber leer los signos.
Abrazos
Querida Amaltea, esto es así, cada edificio es un libro abierto, esta es una de las características de la arquitectura que, como una de las bellas artes, expresa el signo de un tiempo.
EliminarUn abrazo
Si sumamos tu magistral metáfora de construcción pétrea sobre la que ha asentado la humanidad su vanidad durante siglos, con la visión deconstructiva ( como fragmentación ) disruptivas y demoledora de las que habla MIQUEL tenemos el positivo y negativo de la misma vanidad, el mismo pulso, por deseo de perpetuidad y/o permanencia o de evitarla a cualquier precio !
ResponderEliminarGenial, de verdad, un placer leerte!
María, las palabras de Miquel acaban con una pregunta, más adelante el amigo Fackel apunta una respuesta, con la pregunta y la respuesta se abre una reflexión. Quizás debamos cuestionarnos el concepto moral de vanidad, yo por mi parte no lo voy a hacer, me bastan las piedras, que es lo mío, amontonarlas y procurar que se mantengan en pie.
EliminarCelebro tus comentarios.
Salud
Las piedras aguantan mucho (...) fieles testimonios de que a lo largo de la Historia siempre se ha dado rienda a la vanidad y esto viene un poco a cuento : haciendo prácticas un profesor nos tuvo parte del verano haciendo el recorrido de Navarra hasta Galicia para buscar la marca del cantero y lo que comenzó como una obligación: después se ha convertido en una observación.Es que cada piedra tiene su significado: iglesias, edificios, cementerios y en ellas se refleja siempre ese miedo y sobre todo esa erosión que deja tantas preguntas sin contestar.
ResponderEliminarMe gusta este significado que le das a cada montículo y,con tu permiso me lo apunto en mi libretilla de imprescindibles...
Un abrazo.
Querida Bertha, las marcas sobre las piedras que dejaban los canteros era como un albarán de entrega del producto terminado, cobraban los tramos trabajados entre marca y marca.
EliminarUn abrazo
Me encanta lo que has escrito, un tema que tiene sus aristas, en piedras, tú eres el maestro, pero bien sabes que hasta un simple mojón ha traído sus conflictos. Con piedras se lapida y se mata pero con ellas, también se decoran los bellos jardines japoneses, las lleva el río y también son parte de un incómodo camino. Dicen que colocar piedra sobre piedra es una llamada a la altura pero hoy todo es hondonada, los corazones ya son de piedra y algunos tienen el cerebro más duro que una piedra. Vemos que esta palabra da para mucho y no tiene que ver con un arte que en la antigüedad fue sufrimiento para los autores anónimos y en los últimos tiempos, sólo es pompa para el autor engreído y sus compinches, con esas obras faraónicas que lucran algunos bolsillos.
ResponderEliminarBuen día, querido amigo.
Querida Loli, las piedras pueden convertirse en armas arrojadizas y en obras de arte. Si nos referimos a la arquitectura, ya sabes mi opinión: el arte de la arquitectura debe servir al hombre, debe proporcionarle cobijo y a la sociedad, debe proporcionarle nobleza -en el sentido humanista del término- cuando las piedras se amontonan para formar edificios al servicio del poder, la arquitectura se convierte en un arte fatuo y en la petrificación del engreimiento.
EliminarUn beso